Psicologia
vianpin27 de Abril de 2014
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Unidad Nº 2
Aportes de la Teoría Psicoanalítica. Modelo topográfico e instancias de la psiquis. Motivos inconscientes
Texto extraído del libro “Introducción a la Psicología” de L. Davidoff. (Capítulo: Personalidad: Teorías y Pruebas. Pág.: 514 a 519).
TEORIAS PSICODINAMICAS.
El análisis de las teorías psicodinámicas examina las ideas de Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, Karen Horney, Harry Stack Sullivan, Erik Erikson y Heinz Hartmann. El centro de estudio será Freud, un gigante en la teoría de la personalidad. Gran parte de la teorización posterior ha sido, en lo esencial, intentos por modificar, ampliar, aclarar, refinar o refutar sus ideas. Además, los escritos de Freud fueron muy influyentes en el moldeamiento del clima intelectual del siglo XX.
Las teorías psicodinámicas de la personalidad hacen hincapié en la importancia de los motivos, emociones y otras fuerzas internas. Suponen que la personalidad se desarrolla a medida que los conflictos psicológicos se resuelven, por lo general, durante la niñez. La evidencia que respalda estas formulaciones proviene en su mayor parte de entrevistas clínicas.
La teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.
Conforme Sigmund Freud (1856-1939) (véase la Fig. 12-1) trataba a sus pacientes neuróticos, buscaba claves del funcionamiento de la personalidad humana. También se basó en la auto observación y en las teorías biológicas de sus días (Sulloway, 1979). Poco a poco construir una teoría llamada Psicoanálisis. Explicaba la personalidad normal y anormal y describía como atender a los individuos con problemas psicológicos. A lo largo de su vida, Freud comparaba sus pensamientos con observaciones clínicas nuevas y modificaba sus opiniones d manera consecuente. Se puede leer acerca de la vida de Freud en al capítulo 1. Aquí, se tocan las ideas más fundamentales de este hombre.
El inconsciente
Freud afirmaba que las personas sólo están conscientes de una pequeña fracción de su vida mental. Algunos materiales son preconscientes, enterrados justo debajo de la consciencia de donde son fáciles de recuperar. La gran parte del material es inconsciente. Entre los contenidos de inconsciente están impulsos, componentes de la personalidad, recuerdos de experiencias tempranas y conflictos psicológicos intensos. No obstante que no se está consciente de manera directa de los contenidos inconscientes, entran a nuestra consciencia disfrazados en forma de sueños, lapsus verbales y otros errores y accidentes.
Freud pensaba que sólo un experto puede comprender el inconsciente de alguna persona. La autoridad y el sujeto deben establecer una relación de confianza; mas tarde, en sesiones frecuentes, el individuo tiene que asociar libremente, platicar de lo que le venga a la mente. No debe reservarse nada. El experto analiza esta producción durante un largo período, busca claves con respecto a la naturaleza del material inconsciente. Se hablará más sobre estos procedimientos en el capítulo 14.
Instintos y libido. A pesar de que Freud no hizo una lista de los instintos (impulsos, en la terminología que aquí se maneja, véase la Pág. 331), suponía que todos caían en dos categorías: Instintos de vida y de muerte.
Los instintos de vida, como el sexo, el hambre y la sed ayudan a las personas a sobrevivir y reproducirse. Como es probable que ya se sepa, Freud puso mucha más atención en el sexo que en cualquier otro instinto; sin embargo, su término “instinto sexual” es amplio y abarca una serie de impulsos corporales placenteros, incluyendo la succión y la eliminación de desechos. Freud asumía que cada uno de estos diferentes impulsos “sexuales” funcionan en forma independiente durante la niñez pero que se fusionan n la pubertad para servir a la meta de la reproducción.
Los instintos de vida realizan su función generando energía llamada libido. La libido es similar a la fuerza física, pero aporta la energía necesaria para pensar y comportarse. Si los instintos de vida no se satisfacen o si se desarrollan conflictos en torno suyo, la libido (al contrario de la energía física) puede acumularse y elicitar presión, al igual que el agua en un tubo que tiene cerrada la válvula. Para que los individuos funcionen de manera normal, debe reducirse la presión. De otro modo, la libido se escapa en forma de estallido, produciendo la conducta anormal.
Freud pensaba que muchas actividades son expresiones de instinto sexual que han sido sublimados, canalizados en empresas constructivas; por ejemplo, un científico que intenta determinar como funciona la naturaleza, en realidad siente curiosidad por el sexo, pero dirige su interés en forma inconsciente a un escape más aceptable por la sociedad. En otras palabras, el motivo se encuentra desexuado y ya no es reconocible.
Hacia el final de su vida, Freud describió un segundo importante sistema de motivación; éste responsable de la muerte y la destrucción (de uno mismo y de otros), fue denominado instinto de muerte o destructivo, o tánatos. Freud supuso que las personas tienen un deseo inconsciente de morirse; asimismo, postulo que los individuos son agresivos porque este anhelo de fallecer está bloqueado por los impulsos de vida y otras fuerzas de personalidad. Según lo planteó, la agresión es autodestrucción canalizada al exterior, contra un sustituto. Freud no dio nombre a la energía que a los instintos de muerte usan para ejecutar su tarea.
Modelo de la Mente. Freud llegó a creer que las mentes humanas están en continuo enfrentamiento con tres tipos de exigencias antagónicas: las cuales se originan en el interior del cuerpo, las de la realidad externa y las de las restricciones morales. Un componente bien definido de la personalidad (id. Ego o superego), se las arregla con cada área. Los elementos de la personalidad están en constante competencia por la energía disponible que proviene de los instintos de vida y de muerte. La figura 1 muestra como el modelo mental de Freud, encaja con sus ideas con respecto a la consciencia.
Consciente
Preconsciente
Inconsciente
Id. El id, el hogar de los instintos yace en la base primitiva de la personalidad. Freud (1933, p. 104) lo describió como “un caos, un caldero de excitación latente”. A causa de que el id no tiene organización lógica, los impulsos contradictorios existen aquí unos junto a otros; el id opera bajo el principio del placer. Como un niño malcriado presiona de manera continua para la satisfacción inmediata de sus impulsos. Su lema parece ser “quiero lo que deseo cuando lo necesito”.
Para reducir tensión, el id utiliza por lo general, un pensamiento de proceso primario; forma una imagen de objeto deseado, uno que ya ha sido asociado con la satisfacción de un impulso. Por ejemplo, cuando se tiene hambre se puede visualizar un filete a la plancha o un helado de chocolate y descubrir que la representación produce una sensación placentera o que satisface la necesidad por el momento. Freud consideraba que el pensamiento primario era una actividad mental de tipo infantil que no puede diferencias entre las imágenes y la realidad. Soñar al dormir y las alucinaciones (experiencias sensoriales sin base en hechos) son ejemplos claros del pensamiento del proceso primario, y ambos pueden considerarse deseos en forma de imágenes que no puede separase de lo que es la realidad. En los sueños, los anhelos del id se distorsionan y disfrazan porque no son aceptables para otras partes de la personalidad.
Ego. El ego surge en los niños en desarrollo conforme aprenden que hay una realidad independiente de sus propios deseos y necesidades. Siendo primero una parte del id, el ego evoluciona para manejar el mundo. Una de las principales tareas del ego es localizar los objetos para satisfacer las necesidades del id. Entonces, el ego debe vérselas con las exigencias tanto del id como del entorno.
Al contrario del id, el ego es controlado y lógico, en lugar de ser impulsado por el principio del placer, opera como base del principio de realidad. Es decir, no obstante que está comprometido a satisfacer las necesidades del id, toma en cuenta las circunstancias; mide su tiempo, ya sea esperando las situaciones apropiadas o buscándolas.
El ego utiliza pensamiento de proceso secundario (estrategias de solución de problemas) que es crítico, organizado, sintético, racional y realista. Así cuando se está hambriento, el ego puede decidir que se debe calentar una sopa o ir a comprar una hamburguesa.
Superego. A medida que los niños se identifican con los padres e internalizan los valores y criterios, el superego se despega del ego; puede pensarse que el superego es la consciencia. A pesar de que alguna vez forma parte del ego, el superego funciona de manera independiente, buscando la perfección y admirando al idealismo, autosacrificio y el heroísmo. El superego conduce al ego a que atienda las metas morales y fuerza al id a que inhiba los impulsos animales. Si el ego se comporta en forma moral, el superego está complacido; cuando las acciones y pensamientos del ego se contraponen a los principios elevados, el superego crea sentimientos de culpabilidad.
El dilema del ego. El ego ocupa una posición fundamenta como mediador, intentando establecer puntos de acuerdo. En palabras de Freud (1933, p. 108), “el pobre ego…tiene que servir a tres amos rudos (id, superego y realidad) y debe hacer lo posible por reconciliar las exigencias de los tres”. Cuanto más intensos
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