¿Qué significa el término Evolución?
123456amhl2 de Septiembre de 2014
6.054 Palabras (25 Páginas)424 Visitas
Presentación………... …………………………………………….3
Introducción………………………………………………………...4
¿Qué significa el término Evolución?..........................………..……5
Las enseñanzas del Magisterio…………….……………………….7
• La certeza científica…………………………………. ……..9
a) El mito del hombre de las cavernas…………………………… 10
b) La clasificación de las especies…………………………………11
c) La capacidad cerebral…………………………………………...11
d) Manufacturación de útiles……………………………………...13
e) Avances teóricos actuales……………………………………….13
CONCLUSION……………………………………………….………………… 15
PRESENTACIÓN
Con motivo del primer centenario de la muerte de Charles Darwin, apareció, entre dos, en la sección de Ciencia del prestigioso rotativo barcelonés La Vanguardia, un artículo titulado “Dinámica del evolucionismo. La paleantropoligía o la búsqueda del origen del hombre”. Su autor era James B. Stenson, un joven educador norteamericano, especialista en la historia de la evolución
En una carta al Director del mismo periódico, un catedrático de Instituto decía de ese artículo que le había “parecido excelente la manera de enfocar el tema: con claridad y rigor científico al mismo tiempo, y abierto a todas las posibilidades. Mas ahora, cuando, por desgracia, tantos dogmatismos en uno y otro sentido, se han vertido sobre este tema”. Otro lector se lamentaba que el articulo no hubiera aparecido antes, al iniciarse el año del centenario de Darwin, puestos que si “habría servido para desinflar ciertos triunfalismos evolucionistas que se metieron en muchos artículos, en conferencias y en cierta exposición, todavía itinerante”.
Con el convencimiento de quien sabe que va a prestar un buen ser5vicio a la divulgación científica en este campo, y va a proporcionar un valioso material de consulta para los jóvenes de tercero BUP y COU, he emprendido la traducción al castellano de un artículo, algo más extenso, del mismo profesor James B. Stenson.
El tema es apasionado y tiene muchas dudas no solo científicas sino apologéticas. Cuando hace siete años publique un artículo en la revista Mundo Cristiano sobre el origen del hombre y la evolución –articulo que, junto con un estudio del filosofo argentino J.J. Sanguineti, apareció después en forma de folleto recibí el mayor número de cartas de lectores que un artículo mió haya jamás promovido.
Espero pues que también esta vez sean muchas las personas que se beneficien de la lectura de este trabajo. Si es así, me parecerá poco el esfuerzo que he dedicado a su traducción, robando retazos de tiempo a mi ya apretado horario de trabajo sacerdotal.
Ignacio Segarra Bañeres.
INTRODUCCIÓN
Desde que en 1859 Charles Darwin publicó su obra El origen de las especies, acerca de la cuestión científica de la evolución, se ha desencantado una intensa y a menudo agria controversia sobre la materia. Una y otra vez, a lo largo de los años, se ha planteado en el foro publico –en los tribunales de justicia, en las aulas escolares y en a prensa –un supuesto conflicto entre “ciencia” y “religión”. La década pasada ha sido testigo de un nuevo y todavía más enconado, debate en lo que se refiere a los libros de texto y a los programas escolares (2).
La televión no ha ignorado las posibilidades dramáticas de esas confrontaciones. Así, en programas informativos y en charlas de divulgación, los partidarios de uno y otro lado de la controversia evolucionista han dicho lo suyo ante las cámaras.
Por una parte, los protestantes fundamentalistas han insistido en una interpretación absolutamente literal de libro del Génesis: en una “creación especial”, de cada especie por separado, en solo siete días de duración, y llevada a término hace unos pocos miles de años. En contraste con ellos, algunos científicos que han alcanzado cierta notoriedad pública han proclamado, con no menos fervor y acaloradamente que aquellos, el triunfo supremo de la casualidad, para ellos la materia ha ido evolucionando ciegamente desde la molécula hasta el hombre, sin que intervenga Deidad alguna; sin necesidad de que tengamos que recurrir a Alguien para encontrar la explicación última de nada. Así, la controversia se ha visto reducida, a los ojos del público, a una elección inquietante entre la “superstición” y el “ateismo”.
¿Qué debe pensar el católico acerca de todo esto? Para quien sepa algo de teología y de ciencia, aunque sea poco, la elección que se plantea en este tema es claramente falsa, inaceptable. En ésta, como en otras muchas acaloradas controversias, lo primero que sale perdiendo es la verdad. Y la católica se dedica a la verdad; es más, busca la Verdad misma absoluta. También la ciencia, cuando ejerce con apertura de miras y con rectitud, está comprometida en la búsqueda del conocimiento verdadero. Un católico por tanto, aun antes de plantearse el estudio serio de un problema científico, debe pensar que los hallazgos de la fe y del conocimiento científico, deben complementarse mutuamente y no contradecirse.
______________________________________________________________________
(2) Científicos norteamericanos partidarios de la hipótesis científica creacionista (agrupados a veces en algunas de las sociedades científicas que han surgido en aquel país para promover esa hipótesis –es decir, de que las especies vivientes han sido creadas separadamente y han sufrido sólo (transformaciones menores a lo largo de los siglos), y también grupos de padres preocupados por el carácter ateo que adoptan ciertas formas de evolucionismo, han presentado en Estados Unidos querellas judiciales a fin de que la evolución no sea presentada en las escuelas como un hecho probado, sino como lo que es: una mera hipótesis de trabajo científico y que se explique también la hipótesis creacionista como una posibilidad científica más.
Luego, los hechos confirmarán esa confianza del católico en los datos de la ciencia verdadera y de la fe. Cuanto más estudia uno lo que la Iglesia Católica enseña y lo que la ciencia conoce con certeza, tanto más se percata de que la fe católica y el conocimiento científico son totalmente compatibles. Los conflictos que suelen airearse hoy día entre ellos, constituyen una pseudocontroversia. Ni los fundamentalistas dogmáticos reflejan la tradición católica, ni los dogmáticos evolucionistas representan con justicia la ciencia.
En las páginas que siguen, nos proponemos examinar brevemente lo que la Iglesia ha ensañado autorizadamente, y lo que la ciencia ha aprendido acerca de la evolución, especialmente en los últimos años. Por medio de una búsqueda honrada de la verdad, evitaremos el enzarzarnos en disputas sin sentido; como aquellas de los saduceos, a quienes el Señor apostrofó hace tiempo: los que “no entendían ni las Escrituras ni el poder de Dios” (Mt. 22,29).
¿Qué significa el término “evolución”?
La comprensión inteligente de un problema complejo requiere, de entrada, que se definan los términos. De hecho, la confusión actual surge, en su mayor parte, de una turbia mezcolanza de los diversos significados del término “evolución”. Hablando con propiedad, el término debiera expresar un concepto biológico, fundamentado en un cuidadoso estudio científico a partir de varias disciplinas interrelacionadas. Sin embargo, el término se ha usado también, por extensión, en otros sentidos diversos: histórico, sociológico y filosófico. Vamos a centrarnos aquí en las dos definiciones principales que tienen una relación con la fe religiosa: el biológico y el filosófico.
Para una definición apropiada del termino, según la ciencia, podemos valernos de una fórmula establecida en 1959 por cincuenta científicos, de renombre internacional, durante la celebración del Centenario del Origen de las especias de Darwin: “La evolución puede definirse en términos generales como un proceso irreversible, en una sola dirección, que tiene lugar en el tiempo y que durante su desarrollo da lugar a novedades, a diversidades y a niveles más altos de organización”.
En el campo concreto de la biología –donde los estudios acerca de la evolución se han desarrollado con mayor profundidad y con mejores resultados – el término “evolución” significa, de modo especifico: “un proceso por el cual los organismos cambian con el tiempo, de tal modo que los descendientes difieren de antepasados”.
Nótese bien que estas definiciones hacen referencia a un proceso, es decir, a una sucesión de hechos observables, medidos a lo largo del tiempo. Las ciencias experimentales estudian esencial y necesariamente los hechos materiales; que
...