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Reflexiones Sobre La Poétic Aristotélica


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  2.482 Palabras (10 Páginas)  •  150 Visitas

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El primer objetivo que tiene el autor es el de desarrollar el concepto de racionalidad en el arte, y para esto es necesario dar una revisión de algunas ideas centrales, tal como eran concebidas por los filósofos en la antigua Grecia. El sexto libro de la Ètica Nicomaquea de Aristóteles es el punto de partida, pues allí se enuncia al arte (techne) entre las virtudes dianoéticas, las que corresponden a las formas de la racionalidad. Esta techne, término que se acerca a nuestra técnica, corresponden objetos que tienen potencialidad, que son contingentes, que pueden ser diversamente de cómo son. Luego diferencia aquellas actividades que pueden ser practicadas (to praktón) de aquellas que puede ser producido (to poeitón), o sea que el arte estaría en esta última categoría por su posibilidad de crear objetos. Tanto en la relación de acción como en la relación de producción existe un hábito, una disposición, una capacidad que es acompañada por logos, por la capacidad de razonar.

Aristóteles se preocupa por distinguir el arte de la naturaleza, que es el principio de la generación, intrínseco a las mismas cosas que se generan, en este sentido, el arte es relativo a la fortuna (tyche) ya que conciernen las mismas cosas. A ambos conciernen cosas que dependen del hombre, es por esto, según Bertí, que la ausencia de arte o su desviación deviene en fortuna. Más importante aún es el carácter de racionalidad propio del arte, constituido por el “proyectar”, o sea, por el “estudiar de qué modo hacer que algo llegue a ser”. El arte, como toda otra forma de racionalidad tiene una verdad propia, Aristóteles lo define exponiendo que mientras el arte es hábito acompañado de logos verdadero, la falta de arte (atechnía) es igualmente productiva pero acompañada de logos falso.

Además de la complejidad de todas estas categorías abstractas que constituyen el espinazo de la Etica Nicomaquea aristotélica, no queda bien claro en que consiste exactamente el logos verdadero, o al menos en qué se diferencia del falso, sin embargo puede inferirse a partir del análisis de diversos fragmentos que el autor trabajo cita para concluir en que fundamentalmente el arte se diferencia de la phrónesis, porque versa específicamente sobre lo universal, sobre la especie o la forma, no sobre el individuo. El logos verdadero acompaña en el arte la capacidad de producir, y no consiste en el razonamiento que reconduce un caso particular a lo universal sino en el descubrimiento de un nexo universal entre una cierta causa y un determinado efecto. El logos verdadero es el conocimiento del porqué, de la causa, o sea el conocimiento científico para la creación del objeto. En otro lugar, Aristóteles especifica que es la forma del producto sin la materia, existente en la mente del artista, por ejemplo la forma de la casa en la mente del arquitecto.

Algunos han comparado los pensamientos de Aristóteles en cuanto a la racionalidad del arte con la idea moderna de técnica, en efecto, esta no hace más que realizar un proyecto concebido con anterioridad, la realización de algo a través de un conocimiento científico. Esta concepción ubicaría al arte entre las llamadas ciencias poéticas o productivas.

Poética y retórica

Entre las artes, las únicas que han sido objeto de desarrollo por parte de Aristóteles fueron el arte retórico y el arte poético. Es primero es definido como el “arte de los discursos”, es decir, arte de producir discursos persuasivos, argumentaciones; el segundo, en cambio, identificado por la poesía, el arte de componer mitos que incluyen la epopeya, la tragedia, la comedia, el ditirambo y otras composiciones destinadas a ser recitadas con el acompañamiento de la flauta o la cítara.

También la poética tiene una racionalidad propia y es juzgada por Aristóteles como más filosófica, más científica que la historia, a la que simplifica como una mera descripción de hechos individuales. Lo universal es objeto de la poesía, no solo lo real, por eso la poesía no debe buscar lo verdadero sino lo verosímil. También es posible que se sira de argumentaciones, por ejemplo mediante la analogía que es presupuesta en toda metáfora.

La retórica se sirve de explicitas argumentaciones, y es por esto que representa una auténtica forma de racionalidad, en clara oposición con la tradición que se remonta a Gorgias, por carecer –según Aristóteles- de este medio y ser una retórica puramente “encantadora”. La retórica aristótelica mantiene una estrecha relación con a dialéctica, y mediante esta disciplina, con la filosofía, por lo tanto se inscribirían dentro de las ciencias auténticas. Esta oposición tiene sus raíces ya en la filosofía platónica, pues en el dialogo titulado Gorgias marcaba un precedente y la presenta como una simple práctica empírica que apunta exclusivamente a la persuasión de los otros, fuera de cualquier conocimiento.

El fin, según Platón, no es el bien sino el placer, por eso la define como una forma de adulación y la compara con prácticas como la culinaria y la cosmética que se preocupan solamente de procurar placer al cuerpo y son una mala imitación de la gimnástica y la medicina.

Esta retórica es un simulacro (eidolon) es decir una mala imagen, una desfiguración de una parte de la política, arte de procurar el bien del alma. No obstante, en el Fedro, Platón presenta otra concepción de la retórica que no desmiente la precedente por referise a otro tipo de retórica, tal vez la practicada por Teodectes o Anaxímenes de Lámpsaco. La diferencia entre ambas es la racionalidad, el conocimiento verdadero.

El primer indición aristotélico acerca de la retórica lo encontramos tempranísimo en su primer diálogo titulado Grilo, en el cual además del elogio dedicado al pequeño hijo de Jenofonte se inscribía en la tradición de Platón de Fedro y se oponía tanto a Gorgias como a Isócrates, a quien consideró su discípulo. Un posterior registro de esta rivalidad está manifestado por la noticia transmitida por el epicúreo Filodemo, por la cual se hacía saber que el curso de retórica de Aristóteles comenzaba: “es indignos calla dejar que hable Isocrates” y además que por el mismo se manifestaba una estrecha relación entre la retórica y la política.

En aquella época, se sabía también que Aristóteles elaboró una colección de tratados de retórica, la llamada Colección de las artes, y que también expuso El arte de Teodectes, adjudicado al filósofo homónimo.

La retórica aristotélica ha llamado la atención de los filósofos contemporáneos como posible lógica del discurso político y judicial y también en cuanto a la dimensión comunicativa del lenguaje, siendo esta disciplina, sin lugar a dudas, una marca fuerte que anticipa las nuevas

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