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Relaciones Provocativas De Dionisos Y Apolo


Enviado por   •  10 de Junio de 2013  •  1.555 Palabras (7 Páginas)  •  282 Visitas

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Dionisos y Apolo son nombres de divinidades que no dirían gran cosa a la filosofía si no fuera por la complejidad de sus relaciones. De hecho, habría que pensarlos como Relación de lucha continua entre lo figurativo y lo no figurativo, y de ese modo hacerlos galopar a través de todos los tiempos, y encontrarlos en la multiplicidad de las expresiones de la vida, particularmente en la música, la escultura, la arquitectura, la pintura, la poesía, el cine. La poética fílmica del documental Baraka [1] entrega imágenes que no saltan de inmediato a las palabras. El montaje las proyecta fuera de las redes lingüísticas para lograr lo que, según Gilles Deleuze, afirma la finalidad del cine: «emocionar». El silencio agrieta el mundo, y deja ver las formas más próximas al sentido de la tierra que llenan la pantalla como un puro caos del que surgen, poco a poco, figuras reconocibles. La metáfora de los primates que abren los ojos y en ese acto mágicamente se constituye el universo, dice que todo surge de un fondo oscuro que se rasga, como el rayo a la noche. Al inicio, un eclipse total de sol; luego, una sola palabra:Baraka, «bendición» en árabe. Dionisos y Apolo intrincados en relaciones fecundadoras. Dionisos, eclipse total; Apolo, bendición que glorifica la existencia como una película. Nietzsche lo ha dicho: sólo como fenómeno estético puede justificarse la existencia.

Ron Fricke dirige, escribe el guión y hace la fotografía. Es decir, opera como un creativo en el campo de la expresión cinematográfica de nuestros días. La falta de palabras en su película, parece una apuesta por la inhibición del entendimiento, ese órgano encargado de emitir juicios. Baraka es un sueño que expresa un pathos artístico. Y Apolo se identifica precisamente con el sueño; simboliza la mesura, la forma. “Nietzsche caracteriza a Apolo por el sueño; la profecía como verdad del sueño; la medida como límite del sueño; y el principio de individuación como bella apariencia”. [2] Del sueño nacen, en la antigua Grecia, las llamadas artes figurativas, la escultura y la arquitectura. Apolo es un escultor-arquitecto que seduce lo informe y le impone límites. El artista se relaciona con sus propias imágenes, esto es, con aquello que recoge inmediatamente del entorno. La conversión en artista supone volverse un ojo solar maravillado ante el derrame de las imágenes. Cuerpo ocelado. El ojo configura lo que hay. El ojo de Fricke se extiende en la cámara, que le ofrece lo que su mirada natural no alcanza a capturar: 24 países que flotan en la superficie plasmática donde las hechuras humanas no resultan protagonistas. La técnica del stop motion enseña el interminable proceso vital en el recorrido del sol por la virtual curvatura celeste y en la itinerancia de las nubes.

El sueño hunde en los mares fisiológicos permitiendo experimentar nuestras concordancias rítmicas con la Naturaleza. Un solo pulso, un solo impulso que se despliega en mil y un horizontes, enamorado de la luz y de la línea, pues luz y línea modelan el mundo real y concreto de todos los días. Constituir mundo consiste en poner límites. La verdad y la comprensión del mundo residen en la configuración de líneas, en el maderamen que se construye, en el ordenamiento integrador, en el montaje o composición de las imágenes, las cuales son ya una urdimbre inconsciente.

El ojo apolíneo afirma su aptitud plástica intuyendo lo abismal. Ve la forma y lo que la rebasa, la embriaguez dionisíaca. “Nietzsche caracteriza a Dionisos por la embriaguez; la desmesura como verdad de la embriaguez; la resolución o la disolución del individuo en un Fondo original”. [3] Baraka hace lo suyo: contrasta figuras objetivamente terminadas con formas informes; transita de las ruinas del imperio egipcio a la ciudad de Nueva York: la forma abolida y la celebración de la forma en los rascacielos; las danzas rituales de unos aborígenes en Kenia revelan su potencia saturnal frente a la estructura del culto en la Meca, en Arabia Saudita, aldeas indígenas en la selva de Brasil y el despegue de un avión en la ciudad de Tokio. Juegos del claroscuro excitados por Apolo y Dionisos. Apolo se despoja de las emociones más salvajes al pasarlas por la prueba de la mesura.

Dionisos es pujanza que va a mostrarse en Apolo, quien sucumbe a la provocación intensificando su poder que resguarda de la violencia de lo excesivo. Dionisos anuncia la Hybris, el abismo, la falta de límites, lo informe, lo inacabado e inacabable. Precursor de las artes dinámicas, canto, danza, música, de los gestos y las torciones corporales, de la tragedia y el sinsentido. Dionisos irrumpe en las lengüetas lumínicas de Apolo; no cesa de irrumpir como fuerza metaforizante para salir otro, en la sorprendente insinuación de su duplicidad o doblez. “La fuerza dionisíaca de la transformación consiste en que todo lo real se disuelve en apariencia; detrás de ésta, lo dionisíaco”. [4] La

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