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San Agustin

ervrtbrtb24 de Abril de 2013

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I. MARCO TEORICO

1. Biografía

El más grande de los padres de la Iglesia y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental. Agustín nació el 13 de noviembre del año 354 en Tagaste, Numidia (hoy Souk-Ahras, Argelia). Su padre, Patricio (fallecido hacia el año 371), era un pagano (más tarde convertido al cristianismo), pero su madre, Mónica, era una devota cristiana que dedicó toda su vida a la conversión de su hijo, siendo canonizada por la Iglesia católica romana. Agustín se educó como retórico en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con la que tuvo un hijo en el año 372 al que llamaron Adeodatus, que en latín significa regalo de Dios.

2. Vida y obra

San Agustín fue el más grande de los padres latinos debido a su influencia, que dominó el pensamiento occidental hasta el siglo XIII. Nació en Tagaste, en la provincia de Numidia, el 13 de noviembre de 354. Aprendió los rudimentos del latín y de la aritmética con un maestro de Tagaste y, aunque no es del todo exacto afirmar que no supiese nada de griego, lo cierto es que dicha lengua le resultó odiosa y nunca llegó a leerla con facilidad. Alrededor del 365 se trasladó a Madaura, ciudad pagana, donde estudió gramática y literatura latinas, alejándose de la fe de su madre, lo que su año sabático en Tagaste (369-370) no hizo sino acuciar.

En el 370, año en que murió su padre tras convertirse al catolicismo, inició estudios de retórica en Cartago, resultando un brillante estudiante a pesar de la ruptura que el ambiente licencioso de la ciudad portuaria le indujo con los valores del cristianismo. Vivió allí algunos años con su hijo —Adeodato— y la madre del mismo. La lectura del Hortensio de Cicerón le estimuló para iniciar el camino de búsqueda de la verdad, aunque todavía había de interponerse la secta maniquea, en la que quedó atrapado algún tiempo.

Regresó a Tagaste el 374, enseñando gramática y literatura latinas durante un año. Acto seguido retornó a Cartago, donde abrió una escuela de retórica, permaneciendo hasta el 383. Recibió un premio de poesía y escribió su primera obra en prosa De pulchro et apto, que se ha perdido. Poco antes de la partida de Agustín hacia Roma en 383, Fausto, un conocido obispo maniqueo, llegó a Cartago y no supo darle una respuesta satisfactoria a sus dudas, por lo que su fe en el maniqueísmo comenzó a resquebrajarse. Sus desengaños intelectuales no hicieron sino alimentar su apetito de verdad.

Abrió una escuela de retórica en Roma, donde esperaba encontrar estudiantes menos díscolos que en Cartago y lograr un relanzamiento a su carrera, pero contó con el inconveniente de que, efectivamente, los estudiantes eran menos díscolos pero tenían la fea costumbre de cambiar de escuela antes de pagar los honorarios.

En el 384 obtuvo un puesto de profesor municipal de retórica en Milán, inclinándose filosóficamente hacia el escepticismo académico. En Milán su madre intentó sin éxito que reformase su vida contrayendo matrimonio con cierta muchacha. Sin embargo, en esta época leyó ciertos escritos neoplatónicos, probablemente las Enéadas de Plotino, en la traducción de Mario Victorino, lo que le ayudó a liberarse de las cadenas del materialismo y aceptar la existencia de una realidad inmaterial. Eso le facilitó una solución satisfactoria al problema del mal a través del concepto de privación, y le ayudó a comprender la razonabilidad del cristianismo, impulsándole a la lectura del Nuevo Testamento y, en particular, los escritos de San Pablo.

La conversión intelectual de San Agustín, fruto de la lectura de las obras neoplatónicas, fue paralela a su conversión moral, producto de los sermones de San Ambrosio y las palabras de Simpliciano —un anciano sacerdote que le dio noticia de la conversión al cristianismo del neoplatónico Victorino y de Ponticiano, y le habló de la vida de San Antonio de Egipto—, teniendo lugar su conversión al cristianismo el verano de 386. San Agustín oyó desde el jardín de su casa a un niño que gritaba desde lo alto de un muro Tolle lege! y que provocó, al abrir al azar el Nuevo Testamento, la lectura de las palabras de San Pablo en la Carta a los romanos:

Andemos con decencia, como durante el día: no en comilonas y borracheras, no en deshonestidades y disoluciones, no en contiendas y envidias. Mas revestíos del Señor Jesucristo y no busquéis cómo contentar los antojos de vuestra sensualidad [Confesiones: VIII, 8-12].

Enfermo de pulmón, se retiró del profesorado y en Cassiciaco se esforzó, mediante la lectura, la reflexión y las conversaciones con sus amigos, en lograr una mejor comprensión del cristianismo. Allí escribió Contra Academicos, De Beata Vita y De Ordine; de vuelta a Milán escribió De Immortalitate Animae, probablemente los Soliloquios y comenzó De Música. El 25 de abril de 387, sábado santo, fue bautizado por San Ambrosio. Poco después regresó a África, tras la repentina muerte de su madre acaecida mientras esperaban embarcar en el puerto Ostia. Aplazando su regreso a África, en Roma escribió el De libero arbitrio, el De quantitate animae y De moribus ecclesiae Catholicae et de moribus Manichaeorum, pasando a África en otoño de 388. Ya en Tagaste, estableció una pequeña comunidad monástica y escribió, entre otros, el De vera religione y el final de Música.

Aunque en Cassiciaco el joven Agustín resolvió no casarse nunca, probablemente no aspiraba al sacerdocio, que, sin embargo, recibió al ser ordenado por el obispo de Hipona, que deseaba su ayuda, en 391.

Nombrado obispo auxiliar de Hipona en 395-396, tras la muerte de Valerio —obispo de Hipona— le sucedió en el cargo el 396, ocupándose de la tarea de luchar frente al cisma donatista cuando sus deseos quizás hubieran ido encaminados a una tranquila vida de oración y estudio, pese a lo cual encontró tiempo para comenzar sus Confesiones terminadas en 400 y para escribir parte de su De Doctrina Cristiana cuyo cuarto libro fue añadido en 426. Pero es que el ímpetu con que San Agustín llevó a cabo su conversión no tenía nada que ver con el que, siglos más tarde, evidenciaría Scheler. En el año 400 comenzó uno de sus grandes tratados, De Trinitate, finalizado en 417, donde se recoge su teoría del conocimiento; en el 401 empezó los doce libros de De Genesi ad litteram finalizados en 415, donde se encuentra una teoría de las rationes seminales.

Tras la promulgación de diversos edictos imperiales contra los donatistas, San Agustín tuvo que dirigir su mirada esta vez contra otra herejía, la pelagiana, que utilizando textos de De libero arbitrio había llegado a negar el pecado original, minimizando el papel de la gracia divina y exagerando el de la voluntad humana. Así, escribió diversas obras a partir de 412, lo que no impidió que comenzara en 413 los veintidós libros de De civitate Dei, que completó en 426, sobre el trasfondo de la invasión bárbara. En 418 es condenado el pelagianismo por un concilio de obispos africanos, por el emperador Honorio y el Papa Zósimo, prosiguiendo su obra polémica antipelagiana en diversos escritos. En 426 nombró sucesor de su diócesis al obispo Eraclio, y publicó, en 426-427 De Gratia et libero arbitrio, ad Valentinum, De correctione et gratia y los dos libros de las Retractationes, revisión crítica de sus escritos de gran valor para conocer sus cronología.

San Agustín continuó escribiendo también durante los últimos años de su vida, tomando contacto incluso con el arrianismo y dedicándoles en 428 su Contra Maximinum haereticum y Collatio cum Maximino Arianorum episcopo. En la primavera-verano de 430 los vándalos sitiaron Hipona y San Agustín murió durante el mismo el 28 de agosto de 430, mientras recitaba los salmos penitenciales. Pese a que los vándalos incendiaron la ciudad, la Catedral y la biblioteca de San Agustín, gracias a Dios, quedaron a salvo.

3. La superación del escepticismo académico

3.1. La influencia de Cicerón en Contra académicos

Se pueden destacar ciertos hitos fundamentales en la biografía de San Agustín por la relación que tienen con su evolución intelectual. Uno de ellos es la lectura de Cicerón, que le impulsó a dedicarse a los problemas filosóficos y a consagrar sus esfuerzos intelectuales a ellos cuando sólo tenía diecinueve años. La lectura de la obra Hortensio (Hortensius, escr. 45/46 a. C.), de la que sólo quedan testimonios en fragmentos de Nonio y Agustín, llevó al joven Agustín a acercarse al terreno de la filosofía. Se trataba de una apología de la filosofía según el modelo del Protreptikos de Aristóteles.

Cicerón (106-43 a. C.), filósofo ecléctico y cónsul romano, sostenía un escepticismo moderado conveniente, según él, para defenderse frente al dogmatismo. Por otro lado, también rechazaba el escepticismo radical por una razón de carácter moral y social más que epistemológico: es necesario que exista un consenso universal y unas ideas innatas para mantener la cohesión social. En sus Cuatro libros académicos (Academici libri quattuor, escr. 46/45 a. C.) sostenía que era suficiente para la vida práctica alcanzar una seguridad transitoria basada en una probabilidad subjetiva.

No es difícil apreciar la relación existente entre la obra citada de Cicerón y uno de los primeros escritos filosóficos de Agustín. Nos referimos, naturalmente, a su obra Contra Académicos (De Academicis libri tres) que, junto con dos obras más,

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