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San Agustín

Selemfs23 de Septiembre de 2012

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Introducción

Agustín de Hipona (354-430), es uno de los cuatro padres más importantes de la Iglesia. Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, Numidia (hoy Souk-Ahras, Argelia), hijo de un pagano y de una madre totalmente devota al cristianismo. Agustín se educó como retórico en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. En el año 373 comienza su época maniquea tras la lectura del Hortensius de Cicerón. Dos años más tarde regresa a Tagaste para enseñar retórica. Entre el año 376 y el año 383 reside en Cartago, donde abre una academia de retórica. En el año 383 se trasladó a Roma, de donde fue enviado a Milán en calidad de profesor de retórica un año más tarde. Durante su estancia en Milán recibió, según cuenta en sus “Confesiones” una “inspiración divina”, fruto de la cual se convirtió al cristianismo en el año 387. Fue bautizado por Ambrosio, el obispo de la ciudad, con su hijo natural.

En el año 391 regresa África, donde fue ordenado sacerdote y funda su segundo monasterio. Cuatro años más tarde es nombrado obispo auxiliar de Hipona (actual Annaba, Argelia). En el año 397 es nombrado obispo titular de la ciudad en la que permanecerá hasta el día de su muerte. El día 28 de agosto del año 430 muere en Hipona durante la destrucción de Numidia por los vándalos.

En 1928 San Agustín junto con Ambrosio, San Jerónimo y el papa San Gregorio fueron nombrados Los primeros Doctores de la Iglesia Occidental.

Contexto Histórico:

La actividad filosófica de San Agustín se desarrolla en la segunda mitad del siglo IV y el primer cuarto del siglo V, un período en el que el Bajo Imperio romano está sometido a fuertes tensiones internas y a la presión de las tribus bárbaras, que terminarán por provocar el desmoronamiento de la parte occidental de forma definitiva a finales del siglo V.

Teniendo en cuenta que el Imperio Romano de Occidente se disolvió en el año 476 d.C. , es fácil comprender que durante la vida de S. Agustín la presencia de un Imperio que había hecho del cristianismo la religión del Imperio a finales del s. IV y que hacía ya tiempo estaba dividido en Imperio Romano de Oriente e Imperio Romano de Occidente tuvo una influencia importante de cara a los problemas que se presentaban. La agitación política y teológica . del momento es evidente, por ejemplo, en los cismas existentes en el seno de la Iglesia y en la amenaza que los bárbaros representaban para un Imperio que hasta entonces había sido inabordable.

La gran proliferación de ideologías que tuvo lugar durante este espacio de tiempo también tuvo a buen seguro una importancia significativa dentro de lo que luego sería su “proyecto ideológico”.

Desarrollo:

Razón y fe

San Agustín comienza la búsqueda de la verdad de una manera casi desesperada. Ya a los diecinueve años se pasó alracionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco va descubriendo que razón y fe no están necesariamente en oposición, <. Según él la fe es un modo de pensar asintiendo, y si no existiese el pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.

Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas le responde: Crede ut intelligas ("cree para comprender") y a los fideístas: Intellige ut credas ("comprende para creer"). San Agustín quiere comprender el contenido de la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas.

En el problema del bien San Agustín va a partir de que Dios siendo inmutable y poseyendo la plenitud del ser, es también, el bien absoluto e inmutable. Por haber sido creada de la nada, la naturaleza humana solo es buena en la medida en que es. De este modo el bien es proporcional al ser, de donde se sigue que lo contrario de bien es el mal, y este no puede considerarse como ser. Estrictamente hablando el mal no existe.

San Agustín va a intentar resolver el tema del bien en cuanto moral en "Enquiridion", y en "Las confesiones"; y el bien moral y físico (metafísico) en Natura Boni. Abordamos el tema del bien en estas tres obras, haciendo la aclaración que San Agustín habla de este tema en numerosos tratados.

Cuando Agustín habla en lenguaje religioso, el bien no es para él otra cosa que la voluntad de Dios. Pero cuando trata de descubrir los fundamentos más profundos, dice: "El bien se da con la ley eterna". Son las ideas eternas en la mente de Dios, que, como para los platónicos, también aquí constituyen el fundamento del conocer, del ser y del bien. Son un orden eterno. No sólo el hombre es bueno; también los seres son buenos y el conocimiento es verdadero, con tal que se oriente conforme a este orden eterno.

Sus tendencias son también las tendencias fundamentales de nuestro espíritu. No en vano es el hombre imagen fiel de Dios. De esta doctrina de San Agustín se nutre la Edad Media cuando a la "ley natural" la llama "participación del espíritu humano en la luz divina" y ve en ello la honda razón metafísica de la conciencia humana. El corazón humano tiene su "lugar natural". Hacia él gravita, hacia el Uno, que es la verdad y el bien: en una palabra, gravita hacia Dios. "Nos has creado para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". El amor del hombre, si es lo suficientemente profundo, halla el verdadero camino. También el corazón tiene su lógica. Estas ideas forman parte de las más profundas y duraderas convicciones del gran doctor de la Iglesia.

MAl

San Agustín, filósofo y teólogo, buscó conocer la realidad del alma y de Dios. No dudó de la capacidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios, y propuso los argumentos del devenir y de la contingencia que fueron las bases de la demostración racional de la existencia de Dios a través de las cinco vías de Santo Tomás.

Sintió la inquietud de encontrar respuesta al problema del mal. Se afanó en la investigación del mal hasta el punto de ser el primero en estudiar sistemáticamente, desde el punto de vista filosófico y teológico, el problema del mal. San Agustín se pregunta sobre el origen del mal, y en su obra Las Confesiones escribe: he aquí a Dios y he aquí las cosas que ha creado Dios, y un Dios bueno, inmenso, infinitamente más excelente que sus criaturas; mas como bueno, hizo todas las cosas buenas; y ved cómo las abraza y llena. Pero si esto es así, ¿dónde está el mal y de dónde y por qué parte se ha colado en el mundo? ¿Cuál es su raíz y cuál su semilla? ¿Es que no existe en modo alguno?

Contemplamos en la vida de San Agustín cómo primero buscó sin descanso una teoría ya existente capaz de satisfacer todas las inquietudes relacionadas con la existencia del mal. Una vez que experimentó la existencia de Dios, llegó a la idea de un Dios ciertamente bueno y justo. Pero… si él es bueno, ¿por qué tantos males en el mundo? Perteneció en primer lugar a la secta de los maniqueos, que resolvían el problema del mal a la luz de la concepción dualística: la existencia de un principio del bien en lucha contra un principio del mal. Leyendo a los neoplatónicos, se dio cuenta del error de los maniqueos y se orientó a considerar el mal como deficiencia, como no–ser, en vez de como sustancia. No obstante, tampoco la doctrina neoplatónica le satisfizo y por ello, dejando a un lado todas estas doctrinas que consideró inválidas, se introdujo en el estudio serio y personal del mal. Consideraremos, por tanto, más profundamente, cada una de estas doctrinas para entender cuál era el error en relación con el problema del mal y, por consiguiente, por qué San Agustín siguió adelante en la búsqueda de una respuesta definitiva.

EL mal físico en el hombre: el dolor

Si Dios es omnipotente y bueno, ¿por qué permite que sus criaturas padezcan sufrimientos?

El dolor pertenece a las criaturas sensibles como consecuencia de su naturaleza. Se encuentra en una naturaleza buena y que aspira a su perfección. Nos advierte de una tribulación del orden físico que debe ser restablecido. Esta existencia es providencial para la conservación de la vida. Por el dolor el hombre es impulsado a vencer el sufrimiento. En este caso, el dolor es un mal que nos lleva a un bien mayor, la salud.

Para San Agustín, el dolor es una muestra de cómo Dios obtiene un bien de un aparente mal.

mal moral

Si Dios puede permitir el mal físico para sacar un bien mayor para el hombre, no puede, sin embargo, querer o permitir el mal del espíritu. El mal espiritual o moral no puede provenir de un principio malvado, como atestiguaban los maniqueos, ya

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