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Sobre El Papel De Los Medios De Comunicación En El Espacio público Moderno Y La Importancia De Las Mediaciones


Enviado por   •  14 de Mayo de 2014  •  10.166 Palabras (41 Páginas)  •  358 Visitas

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Sobre el papel de los medios de comunicación en el espacio público moderno y la importancia de las mediaciones

Renan Claudio Valdiviezo

Introducción

Los medios de comunicación de masas han sido por lo general unos actores problemáticos para las distintas perspectivas en torno al espacio público. No existen elementos que sean, a la vez, tan alabados y denostados en cuanto a las consecuencias que poseen en el mencionado espacio. Desde la teoría liberal, por ejemplo, se les reconoce la importancia que estos tienen como baluartes de la libertad de expresión, como manifestasiones del gusto y las actitudes de las audiencias, como agentes informativos más o menos fiables y como claros representantes de la opinión pública. Desde la otra orilla, sin embargo, las perspectivas críticas los acusan de, entre otras cosas, falsear la realidad, alienar a los sujetos, de ser transmisores directos de las formas ideológicas contemporáneas y de convertir la representación de la opinión pública en una ficción manipulable a intereses minoritarios (Schulz, 1997). Por supuesto, esta unilateralización de ambas posturas es más polémica que real. Sin embargo, los puntos medios tampoco son de gran ayuda. Señalar, por ejemplo, que el consenso y la discusión racional deben ser la medida para evaluar el impacto de la interacción en el espacio público mediático, ya que permite analizar el grado de dominación y el potencial emancipatorio que guarda éste, si bien es dejar de lado tanto la acidez crítica de una postura (que todo lo corroe) como el realismo ingenuo de la otra (que todo lo ensalza), es también compartir sus mismas premisas de partida en el estudio del espacio público[1].

Estas premisas se refieren a la relación existente entre la función de representación en el espacio público y los medios de comunicación. Esta función se da de dos formas y a partir de dos preguntas: la política, cuando se representa a la opinión pública o ciertas facciones de la misma en torno a ciertos temas de interés, y la epistemológica, cuando –desde los medios de comunicación- se representa la realidad exterior hacia los sujetos y las audiencias. En el primer caso la pregunta es “¿pueden los medios de comunicación representar de la manera “adecuada” (esto es, lo menos mediada posible) a la opinión pública y a sus intereses?”; en el segundo caso, la pregunta es la siguiente: “¿pueden las representaciones del público que se producen gracias a los medios de comunicación captar con alguna certeza las características estables del mundo exterior?”. Así pues, si bien la repuesta en torno a estas cuestiones puede variar según la perspectiva, lo resaltante es que en todos los casos se comparte una forma de concebir la representación: como la correspondencia entre un extremo y otro, como la equivalencia entre un estado de cosas pre-existente, que está “ahí afuera”, y el reflejo del mismo (que puede ser deficiente o no, transparente u opaco, existente o irreal). Todo ello sin tomar en cuenta el papel fundamental que (para bien y para mal) cumplen los medios de comunicación en las dos cuestiones en torno a la representación. Igualmente, cuando desde estas teorías, y a partir de las preguntas señaladas, se habla en torno a la comunicación, se toma de manera implícita o explícita una imagen sobre la misma muy cuestionable: la comunicación se ve como un flujo de contenido (discursivo o informativo) cuya constitución permanece más o menos estática a pesar de que cambia la materialidad de la manera en que se transmite. Es decir, se ignora el papel constitutivo de las mediaciones comunicativas y los efectos que esto puede producir en los públicos y audiencias.

Estas premisas se apoyan en una pre-condición: que lo “público” (al menos, tal y como es concebido cuando va dentro de la categoría “espacio público” o “esfera pública”) no sólo debe ser algo centralizado y regularizado por ciertas instituciones y actores, sino también –y con mayor énfasis- debe ser algo totalmente estabilizado, distinguible de antemano y fijo en el espacio social. Es decir, debe ser un conjunto “empaquetado” de elementos y relaciones que se despliegan previsiblemente en el entramado social y con consecuencias igualmente delimitables. Es por ello que la función de la representación (tanto en lo político como en lo epistemológico) debe ser la de un “modelo por correspondencia”: al no soportar los desvíos de las mediaciones, su imprevisibilidad, su apertura hacia la asociación de elementos dispares, debe postular la transparencia y la inmediatez de un extremo sobre el otro, a la vez que, claro está, no deja de descubrir la imposibilidad de las mismas[2]. Este modelo, que quizá haya servido para explicar la constitución de lo público en el pasado, como se verá luego, ya no se sostiene en la actualidad, la cual se caracteriza por una constante innovación en el repertorio de actores y de modificaciones en general que intersectan y abren nuevas rutas en su producción, traduciendo y conectando nuevos elementos en la participación de los colectivos sociales.

Para este texto, por otro lado, la “estabilización de lo público” se expresa en los “modelo canónicos” que se utilizan para analizar el espacio público moderno. Un ejemplo claro del mismo se encuentra en el texto de Jürgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública, reseñado y analizado en la primera parte[3]. Luego de ese primer punto, se analiza cómo con la introducción de los medios de comunicación de masas tal estabilidad ya no puede ser sostenida, ya que ellos –entre otras cosas- vuelven problemática la función de la representación en ambos de los sentidos ya señalados, descentralizándola, volviéndola difusa e inasible, pero sobre todo modificando de diversas formas la constitución de la misma, hasta el punto que terminan cuestionándola en su propia utilidad como categoría de análisis. Es por ello, que en los subsiguientes dos apartados se parte de un estudio del papel que –desde las distintas perspectivas del espacio público- se le han atribuido a los medios para poder señalar los supuestos implicados en ambas formas de concebir la representación y la comunicación. Paralelamente, se toca el tema de las mediaciones –tomando como necesario ejemplo a los medios de comunicación- y cómo ellas pueden servir para dejar que la “tiranía de los extremos” deje de ser un presupuesto fundamental en los estudios sobre el espacio público.

Una referencia canónica para comenzar: Habermas y el espacio público en la sociedad de masas

En Historia y crítica de la opinión pública, Jürgen Habermas

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