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Teorias Eticas


Enviado por   •  17 de Junio de 2013  •  2.387 Palabras (10 Páginas)  •  459 Visitas

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LAS GRANDES TEORIAS ÉTICO-MORALES

INTRODUCCIÓN

La ética desde su concepción ha sido objeto de estudio de muchos filósofos y pensadores que han pretendido desarrollar teorías respecto a éste tema; el presente trabajo no pretende realizar un resumen de la historia de la ética, sino efectuar una presentación de los temas básicos de ésta disciplina de manera cronológica.

II. GRECIA CLASICA

II.1. Los sofistas

La palabra sophistes significaba “maestro en sabiduría”; eran personas que participaban en la política y se les contrataba para dar lecciones; enseñaban la areté que significaba virtud, palabra que no tenía las connotaciones morales que tiene en la actualidad, sino que significaba “lo que es propio de“; estos conocimientos eran requeridos para estar a la altura de las nuevas circunstancias sociales y políticas. La primera exigencia del areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros, poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles; se consideraba que con las palabras se podía envenenar y embelesar. Los sofistas trataban de que sus alumnos logren adquirir razonamientos engañosos; este arte de la persuasión no estaba al servicio de la verdad, sino de los intereses del que hablaba; a este arte se le denominaba “conducción de almas”; Platón 1 lo rebautizó como “captura de almas”.

II.2. Sócrates y Platón

El modelo de Sócrates 2 parte de que “la verdad puede ser encontrada al conocernos a nosotros mismos; esto es, al buscar la sabiduría moral”. Por lo tanto, en Sócrates el saber y la virtud se identifican. Para hacer el bien es preciso conocerlo previamente, de tal manera que la ignorancia era la base de la conducta inmoral e injusta para este filósofo. A Sócrates le preocupaba la ligereza con que se usaban las palabras en la vida normal, en especial las palabras que pretendían expresar nociones éticas, como justicia, templanza, valor, etc. Cada quien parecía usarlas en un sentido diferente, produciendo una grave confusión intelectual y moral.El bien moral para Sócrates consistía en vivir una vida de acuerdo al examen racional; este filósofo señalaba que el mayor bien del ser humano es el cuidado del alma que consideraba como “la mejor parte del ser humano”, lo más valioso, y cuidarla tenía que ver con investigar la verdad, en vivir una vida de acuerdo al examen racional.

Un tema recurrente y central en la moralidad socrática es el de la vigilante actitud en contra de la frecuente caída en la “alienación”. No se tratan de rechazar las maneras y conceptos de la comunidad ético. política, pero sí de pensar desde uno mismo en su corrección (con la frase “conócete a ti mismo”). Si Sócrates consideraba que la inteligencia era una virtud, que se puede enseñar a ser justo y bueno, y que se es malo por ignorancia; Platón consideraba que la justicia era la virtud por excelencia, equilibrio y armonía de las otras virtudes. Basada en el supuesto de que existe un principio universal para todas las formas, la filosofía platónica insiste por sobre todo en la unidad o armonía. El principio supremo es el bien, idéntico a la verdad. El mal no existe en sí mismo sino como reflejo imperfecto de lo real y la contemplación del bien –solo posible mediante el conocimiento- como el fin más elevado de la mente. La virtud –que también depende del conocimiento-, consiste en la regulación de los impulsos de acuerdo con las normas eternas y es la base de toda acción humana. En sus “Diálogos” (primera mitad del siglo IV a.C.), Platón mantiene que la virtud descansa en la aptitud del hombre para llevar a cabo su razón de ser en el mundo

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II.3. La ética eudemonista: Aristóteles

Eudamonia era una palabra griega que significaba felicidad. La ética eudemonista fue sustentada especialmente por Aristóteles (384-322 a.C.) y los fundamentos de esta moral filosófica se encuentran en la vida real y en sus aspiraciones nobles. El hombre es un ser racional y por eso debe buscar la felicidad racionalmente por medio de la instrucción y la experiencia por un lado, y el hábito y la práctica por el otro; la razón frena las pasiones y nos conduce a la virtud, según lo mencionado por esta doctrina. En su obra “Ética a Nicòmaco”, Aristóteles señala de que el bien es aquello a que tienden las cosas, es decir, el bien es un fin al que se aspira, en el caso del ser humano. El fin de la vida humana no consiste en el desarrollo del alma vegetativa (por ejemplo: la alimentación), tampoco consiste en el desarrollo del alma sensitiva (por ejemplo: la búsqueda del placer), porque también serían felices los animales. El fin del ser humano está en el cultivo y el desarrollo del alma intelectiva (alma racional), porque es propia de este, que puede ser feliz,

autorrealizándose

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El alma racional trabaja en la vida moral buscando el justo medio entre el exceso y el defecto. El justo medio es la virtud (aretè) que encuentra la razón práctica. El hombre virtuoso es el que se hace en el hábito de las acciones, pues no nacemos como seres virtuosos sino nos hacemos. Nos dice Aristóteles que para ser virtuoso se requiere, en primer lugar, tener conocimientos; en segundo lugar, escoger los actos por su valor intrínseco; y en tercer lugar, las obras deben proceder de un carácter firme e invariable. Pero nadie puede ser feliz aisladamente, por lo que la felicidad personal requiere felicidad social, por eso Aristóteles consideraba que el Estado tiene un fin moral: el bien común, “Vivir bien es el fin del Estado” y la justicia pertenece a la clase de las virtudes morales. Los preceptos del Derecho son los siguientes: vivir honestamente, no dañar a otro, dar a cada uno lo que le corresponde (jurispraecepta sunt hace: honesta vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere); sin embargo, “vivir honestamente” pertenece a la moral y no al Derecho. La justicia es definida por Ulpiano como la voluntad constante de atribuir a cada uno lo que le corresponde.

III.1. La ética hedonista de Epicuro

Epicuro 12 (343-270 a.C.) pensaba que la vida humana conllevaba dolor y placer, identificando

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