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Teroria Del Super Hombre

MIQU3l24 de Noviembre de 2014

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Para Nietzsche, la cultura occidental está viciada desde su origen porque el error más peligroso de todos consiste en intentar instaurar la racionalidad a toda costa. El error de la filosofía griega habría sido la invención del “estatismo del ser” (Parménides) y del “bien en sí” (Platón). La manera griega de ver el mundo, es interpretada por Nietzsche como un síntoma de decadencia. Es decadente todo aquello que se opone a todos los valores del existir instintivo y biológico del hombre como ocurre con el devenir de los seres, por ello, hay que criticar a Platón para eliminar los errores de base; se trata de una crítica a los tres mundos que son inventados por el hombre occidental y que son síntomas de su decadencia: el mundo racional, el mundo moral y el mundo religioso.

Su principal crítica está dirigida a la Metafísica clásica. La filosofía tradicional es principalmente la que creó Platón al afirmar la existencia de un mundo absoluto y perfecto, un mundo al que llegamos mediante el uso de la razón (racionalismo platónico). El platonismo para el filósofo alemán radicaría en una cierta forma de voluntad de poder, consistente en defenderse del cambio y la transformación de este mundo mediante la noción de un Universo imaginario o suprasensible. Sin embargo, este platonismo de las esencias inmutables se opone a la postura de Nietzsche, ya que considera la verdad como única e inmutable. Según nuestro filósofo, la filosofía platónica ha dado un valor desproporcionado a los conceptos, provocando la aparición de un mundo ilusorio y falso (mundo inteligible) que ha ignorado lo vital.

Dice Nietzsche que la religión se basa en la incapacidad del hombre para asumir su propio destino y nace del miedo y del horror que el hombre tiene de sí mismo. Y que la existencia de Dios se debe a la necesidad que tiene el hombre de atribuir a un ser superior todos aquellos sentimientos de poder que le invaden y le avasallan. El cristianismo fue también resultado de la necesidad humana. Así Nietzsche argumentó que la razón por la cual el cristianismo se originó entre los esclavos del imperio romano era que constituía una forma de liberarse espiritualmente de su servidumbre. Para Nietzsche, el cristianismo es la peor inversión de todos los valores nobles de Grecia y de Roma; es la rebelión de los esclavos orientales contra sus señores, una enfermedad de la vida. Por eso, niega el cristianismo por su carácter plebeyo y por los valores plebeyos y mezquinos que en él predominan como son la obediencia, el sacrificio o la humildad. Y estos dieciocho siglos de cristianismo han tenido, según Nietzsche, el efecto de hacer del hombre europeo un ser miserable.

Uno de los argumentos fundamentales de Nietzsche era que los valores tradicionales (representados en esencia por el cristianismo) habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en el enunciado “Dios ha muerto” con el que quería decir que Dios ha dejado de ser útil para la sociedad y sólo la estorba, pero Nietzsche también emplea este enunciado para designar el fin del mundo sobrenatural, del dominio de las ideas y de los ideales que se consideraba desde Platón como el verdadero mundo, el mundo real propiamente dicho. La frase significa, entonces que el mundo suprasensible e inteligible no dispensa vida y, por tanto, se ha acabado con todas las valoraciones relacionadas y dependientes de la metafísica platónica.

Nietzsche estaba convencido que los valores tradicionales representaban una “moralidad esclava”, una moralidad impregnada por el instinto de venganza contra la vida superior que quiere igualar todas las cosas y glorificar lo que hace soportable la vida a los pobres, a los enfermos, a los débiles de espíritu porque esta moralidad creada por personas débiles y resentidas que fomentaban comportamientos como la sumisión y el conformismo por que estos valores servían a sus intereses frente a la moral de los señores en la que lo bueno es todo lo que eleva al individuo, lo que le lleva a lo auténtico de su vida, lo que da nobleza a la existencia, lo que da “grandeza”; bueno es el héroe, el guerrero y lo bajo es lo malo.

Por todo esto, Nietzsche se dio cuenta de la necesidad de crear nuevos valores que reemplazasen los tradicionales y es lo que se conoce como la transvaloración de todos los valores que es propio del nihilismo y que se define como la devaluación de los valores supremos o, dicho de otra manera, como la pérdida de la fuerza de dominio de todos aquellos valores que en el cristianismo, en la moral, en la filosofía se encontraban establecidos con el carácter de leyes o verdades absolutas y la persona encargada de realizar esta transvaloración de los valores tradicionales es el superhombre (Übermensch en alemán)

2.- La idea del superhombre.

Piensa Nietzsche que el hombre es un ser miserable e inmundo, un ser a medio hacer, un puente entre la bestia y el superhombre, un paso de la pura animalidad a la superhumanidad. El hombre es como una enfermedad en el universo, y es el único animal que todavía no ha llegado a consolidarse. La vida humana conlleva un grave riesgo: o vencer al hombre mediante la superación, o volver a la animalidad primitiva. Mientras todos los animales han producido algo superior a ellos, el hombre se resiste a evolucionar, no quiere abandonar los valores tradicionales y dar un nuevo sentido a la humanidad. Está pues, a diferencia del animal, vuelto al futuro ignorando la vida presente y concibiendo ideales. Habría según Nietzsche tres versiones del ideal humano: el ideal estético donde se armoniza lo dionisiaco (vida desenfrenada) y lo apolíneo (armonía); el ideal científico donde el hombre sabio conoce la realidad

del mundo y afirma la vida; y el mayor ideal, el superhombre, donde se integra y sintetiza el radical cambio de valores que proponía Nietzsche.

De acuerdo con Nietzsche, las masas (a quien denominaba “rebaño”, “manada” o “muchedumbre”) se adaptan a la tradición, mientras su superhombre es seguro, independiente y muy individualista. El superhombre siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón centrándose en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones y el superhombre nietzscheano afirma y ama la vida, al destino (amor fati) y a la tierra, incluso al sufrimiento y al dolor que conlleva la existencia humana, es un creador de valores y refleja la fuerza e independencia de alguien que está liberado de las ataduras de lo humano “atontado” por la docilidad cristiana, excepto de aquéllas que él juzga vitales.

Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto está motivado por la “voluntad de poder”. La voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del superhombre, en su creatividad y coraje. Aunque negó en multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos: Sócrates, Jesucristo, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Goethe (este gran poeta alemán fue quizá el inventor del término del superhombre y fue considerado por Nietzsche como el prototipo del superhombre nietzscheano), Julio César y Napoleón. En realidad nunca ha habido un superhombre, aunque Nietzsche busca el ideal combinando a César con el alma de Cristo. Incluso Zaratrusta es sólo heraldo del superhombre, no el superhombre mismo.

La imagen del superhombre permanece por el momento indeterminada. Pero Nietzsche traza una línea de aproximación a él al caracterizar ciertas formas previas y ciertos precursores de ese hombre perfecto y sano al que se ha denominado superhombre. El hombre, como puente hacia el superhombre, se da en aquellos precursores que Nietzsche menciona: los grandes despreciadores, los trabajadores e inventores, los que aman su virtud y a la tierra, los que castigan a su dios, los muy ricos, los espíritus libres, etc. En todos los precursores se encarna y prefigura el superhombre pero lo que en ellos se encuentra desparramado, en él se encuentra todo junto: <<Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como anunciadores. Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube; más ese rayo se llama superhombre>>.

Para llegar al superhombre, el hombre tiene que autosuprimirse, y este proceso debe pasar por tres fases como presenta Nietzsche en el primer discurso de Zaratrusta << De las tres transformaciones>>, que trata de la transformación que lleva al hombre a la libertad creadora que se conoce a sí

misma. <<Tres transformaciones del espíritu os menciono: como el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.>>.

El camello significa la existencia en el modo de ser de la grandeza, significa el hombre de gran respeto, que se inclina ante la omnipotencia de Dios, ante la grandiosidad de la ley moral y que se arrastra y se carga voluntariamente con los grandes pesos. El hombre que está bajo el peso de la trascendencia, el hombre del idealismo: éste se asemeja en el discurso de Nietzsche, al camello. No desea tener facilidades, desprecia la ligereza de la vida ordinaria y pequeña, quiere tareas en que demostrar sus fuerzas, quiere cumplir mandamientos pesados, quiere su deber y todavía más, quiere obedecer a Dios y someterse al sentimiento de la vida que

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