UN HOMBRE VESTIDO CON TRAJE HACIENDO COLA EN LA PARADA DEL BUS PARA IR A TRABAJAR

UN HOMBRE VESTIDO CON TRAJE HACIENDO COLA EN LA PARADA DEL BUS PARA IR A TRABAJAR

"Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas". (Mills, 1970)

La imaginación sociológica nos permite cuestionar las circunstancias en las que estamos viviendo, podemos ver sus tendencias y patrones, que no somos tan autónomos ni que llevamos el control total de nuestra vida, qué decisiones tomamos por cuenta propia o colectivamente y cómo o qué nos ha influido para tomarlas. Nos permite ver nuestras vidas individuales como parte de una historia más amplia, impulsada por la historia y un conjunto de estructuras sociales interconectadas que nos brindan diferentes oportunidades de vida, que donde estamos ahora no es una cuestión de azar es parte de un proceso deliberado, como si las oportunidades estuvieran repartidas en cajas, algunas personas nacen en cajas grandes, otros sin embargo, en pequeñas donde apenas hay oportunidades disponibles.

Mills denomina a lo que nos preocupa normalmente como individuos “problemas personales”, los cuales tendemos a ver dentro de un contexto social interpersonal más pequeño, conectándolos solo con nuestras acciones y con las personas de nuestro alrededor más inmediato.

Como sociólogos debemos analizar la estructura de la sociedad y sus instituciones (escuela, estado, familia, religión, etc.), para estudiar las oportunidades desiguales que presentan los individuos de diferente origen.

Consideremos el hecho de un hombre en traje que espera el autobús para ir a trabajar, en primer lugar, podríamos empezar diciendo que el simple hecho de que una persona pueda trabajar, implica la oportunidad de trabajo disponible, la disponibilidad de trabajo no es un recurso presente en la mayor parte de los países, factores como la recesión, inestabilidad política, falta de inversiones en industrias que generen empleos a la sociedad, etc., provocan desempleo. Las tasas de paro (% parados respecto a los activos) en España son de 14,80 y 18,21 para los hombres y las mujeres respectivamente (INE, 2017T3), lo cual nos lleva al segundo punto, históricamente, los hombres han sido el sujeto trabajador de las familias y las mujeres encargadas de la familia/hogar, visto desde un punto de vista de dominación masculina, es decir, como lo expresaría Bourdieu:

El principio de la inferioridad y de la exclusión de la mujer, no es más que la asimetría fundamental, la del sujeto y del objeto, del agente y del instrumento, de las relaciones de producción y de reproducción del capital simbólico, cuyo dispositivo central es el mercado matrimonial, y que constituyen el fundamento de todo el orden social. (Bourdieu, 1998, p.59)

Los matrimonios al empezar a procrear, muchas veces, por cuestiones de tiempo y/o dinero implican la renuncia de uno de los progenitores de su trabajo, el cual, suele ser el de la mujer, lo cual se ve reflejado por ejemplo en las tasas de actividad de mujeres solteras y casadas (INE, 2017).

Paralelamente, cuando un país entra en una inestabilidad económica causando desempleo, este hecho se ve más pronunciado en las mujeres. Las tasas de paro de las mujeres en España son superiores a la de los hombres (INE, 2014-2017).

En segundo lugar el traje del hombre, es otro factor a analizar muy interesante. El vestuario para ciertos trabajos es muy importante ya que maneja su reputación y depende de su posición todavía más, por ejemplo, si la persona es la dueña de la empresa, siempre va a ser el referente de sus empleados de cómo vestir y así se convierte en el encargado de decidir cómo quiere que sus empleados vistan si informales o formales. También respecto a algunas profesiones, como las finanzas, economía, derecho, medicina, política; lo que se quiere transmitir es “seguridad, confianza, solidez, firmeza y compromiso”, así, el traje debería ser formal, pues son profesiones “conservadoras”. La moda/indumentaria, ha pasado a ser pura comunicación.

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