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Una historia única a través de los cuentos de mi niñez


Enviado por   •  29 de Agosto de 2017  •  Tareas  •  1.086 Palabras (5 Páginas)  •  197 Visitas

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Una historia única a través de los cuentos de mi niñez

Estefanía Espinosa

        Hubo un tiempo en que antes de conocer a Quevedo, Poe, Austen o Sartre, que en mis manos paseaban cuentos; versiones Disney para niñas y niños. Con cinco años sólo podía ver las imágenes a colores de bellas muchachas con cabellos dorados o mieles junto a jóvenes vestidos de príncipes, la voz que relataba el texto de un casset y me ayudaba a leer siempre terminaba con una frase haciendo eco en mi pequeña cabeza: “y fueron felices por siempre”.  Por unos cuantos años me mantuve cautivada creyendo firmemente que —por ser mujer— mis aspiraciones no podrían ser otras más que las de encontrar un amor dulce y romántico que me salvara. No importaba mucho de qué y tampoco lo comprendía, mas, si estaba en mis cuentos era porque debía ser así. Las mujeres de cabello rubio o miel al casarse eran felices. No le di importancia a que mi propio cabello era negro.

        Mientras crecía mi gusto literario también lo hacía y con el  fui descubriendo nuevos autores e historias más complicadas que simples princesas. Muchas obras de Shakespeare fueron mi nuevo juguete a los diez, pero seguía confirmando esas ideas implantadas de que mi futuro feliz estaba destinado a cumplirse cuando conociera al chico de mis sueños. Sin embargo, “Romeo y Julieta” no tuvo el mismo efecto en mí como veía que tenía en otras personas; por primera vez cuestioné el idealismo romántico y lo que el autor quería expresar. Juramentos de amor eterno y tragedia en adolescentes de catorce años no los concebía como la máxima realización. También fue el comienzo de la crítica hacia la perfección que todas aquellas féminas gozaban. Estaba descubriendo que hasta las enseñanzas para las niñas eran distintas que para los niños. Fue el inicio de una preocupación mayor.

        Creo que en todos los colegios se dan lecturas obligatorias para la asignatura de Lenguaje, y con cada una de ellas me fui convenciendo de que algo raro ocurría. No me hacía sentido muchas de aquellas historias, no era la escritura, no era el estilo ni mucho menos que no se contextualizaran en épocas modernas. Me picaba en la consciencia que todos tuvieran ese sabor al final tan repetitivo: en todos, las mujeres tenían el mismo papel de sufridas esperando a ser salvadas por otro o sus personajes no tenían contenido de valor. Siempre bellas, siempre arregladas, siempre de cabellos rojizos, dorados o mieles. De ojos verdes, celestes, azules o ámbar. ¿A caso el mundo me estaba diciendo que solo las mujeres con aquellas características serían felices al final y siempre y cuando encontraran a ese amor ideal? Me encontré repugnada ante la idea de que las expectativas que se tenían sobre mi género fueran tan banales y absurdas. Tan irrisorias.

        Chamamanda hace hincapié en el hecho de que la literatura —en todos sus ámbitos— tiene el poder de configurar hasta la versión y visión de historia que se puede enseñar. La letra es poderosa, queda grabada y es casi imposible borrar de la mente aquello que se ha implantado en tinta. ¿Y si nos vamos a un tema más específico aún? ¿Y si la literatura en toda su magnificencia fuera la, también, perpetuadora de un rol en la sociedad? Desde la tierna infancia se nos muestra una sola forma de ser, primero son princesas de cuentos cuya vida es penuria hasta la aparición de ese galán.

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