VALOR DE CAMBIO.
angieayazoTesis8 de Mayo de 2014
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INTRODUCCIÓN
El valor de cambio, es considerado como aquella mercancía sujeta a la fuerza de trabajo implantada en un bien económico, que posee un valor de uso respecto al grado de satisfacción en el que interactúa con el individuo y la perspectiva de atracción y deseo que causa en él y el tiempo requerido para su elaboración y por ende también lleva implantado un factor crucial que se denomina factor de cambio, ya que su ideal u objetivo esencial es convertirse en aquel proceso de cambiabilidad a través de diferentes factores de usos mediante el Valor y expresión de esfuerzo ahorrado.
CONTENIDO
PAG.
OBJETIVOS 4
1. VALOR DE CAMBIO 5
CONCLUSIONES 16
BIBLIOGRAFÍA 17
OBJETIVOS
Aclara las dudas e inquietudes con respecto al tema, y de esta forma observar la manera en la cual puedo aplicar dichos argumentos.
Fomentar el desarrollo y la práctica del tema con respecto al valor de cambio, a través de una intervención o exposición frente a mis compañeros, con lo cual les aclaro los respectivos incisos y dudas.
Ubicar y aclarar el contexto y desarrollo pragmático que se lleva a cabo en el desarrollo del tema, y establecer de cierta forma los elementos que emergen y se llevan a cabo en la actualidad.
1. VALOR DE CAMBIO.
El valor de cambio es central en la teoría del valor la cruz, actualmente sostenida casi exclusivamente por el marxismo y algunas tendencias socialistas, y antaño por las corrientes de la economía política inglesa y los socialistas neoricardianos. En cambio, la teoría del valor subjetivo, sostenida actualmente por la casi totalidad de las escuelas y tendencias liberales, no considera relevante el concepto y lo ha dejado mayormente de lado, fundamentalmente debido a que no existe en dicha teoría una diferencia importante entre valor de uso (utilidad) y valor de cambio (costo).
En el supuesto de que valor económico no es meramente lo que hemos encontrado cómodo llamar valor en cambio, sino que en realidad es cambiabilidad -una cualidad del poder por el cual el propietario de una cosa valiosa puede, transfiriendo su propiedad a cualquier otro, obtener de éste, por una transferencia análoga, la propiedad de otra cosa valiosa- el valor es considerado como procedente del valor y existiendo en un círculo del cual cada parte tiene que tener una relación de proporción o miembro con las demás partes. Es esto lo que da una apariencia axiomática a la proposición de que, aunque puede haber aumento o disminución en algunos valores, esto siempre ha de implicar disminución o aumento inversos en algunos otros valores, y de aquí que el aumento o disminución de todos los valores o de la suma de valores es imposible. Si valor es realmente una relación de proporción, esto, en verdad, es evidente por sí mismo.
Pero ¿es el valor realmente una relación de proporción o miembro? ¿Cuál es la idea fundamental de proporción o de miembro? ¿No es la de relación de las partes de un conjunto a ese conjunto? Cuando nosotros usamos una frase como esta: «un octavo», significamos la relación de una parte representada por una de las ocho iguales porciones de un todo representado por la unidad. Cuando decimos diez por ciento, significamos la relación de una parte representada por diez de cien porciones iguales de un conjunto representado por cien. Así la validez de proposiciones como 1/8 + 1/8 = 1/4; 0'153 + 0'147 = 3; ó 4: 8:: 6: 12; ó 5% + 4% = 9%, depende de las relaciones de la proporciones indicadas con un conjunto o totalidad que es la suma de todas las proporciones posibles. Que no pueden aumentar o disminuir todas las proporciones, se sigue del axioma de que un conjunto es igual a la suma de sus partes.
Es preciso reducir los valores de cambio de las mercancías a algo que les sea común. Debido a que el intercambio asume la forma de una ecuación (por ejemplo, X zapatos = Y cigarrillos), el valor de cambio es una cantidad, y no una cualidad, como sí es el valor de uso (el uso de un zapato no guarda ninguna relación, menos aún una relación medible, respecto al uso de un cigarrillo).
Este "algo común" que a su vez debe ser un "algo mensurable" (medible) no puede ser una propiedad natural de las mercancías; ésta solamente se tiene en cuenta en el valor de uso. Lo único que tienen en común es ser útiles y haber sido creadas por trabajo humano. Mientras la utilidad es imposible de medir, sí lo es el gasto de fuerza de trabajo que ha sido empleada. Para poder reducir el objeto a una misma expresión o proporción, se tiene en cuenta solamente la cantidad de trabajo humano que contiene dicho objeto, sin tener en cuenta los componentes físicos o químicos del mismo. Este trabajo es expresado en el tiempo que lleva producir un determinado bien.
Pero si el valor es una relación de proporción o miembro ¿cuál es el conjunto que supone? ¿Cómo expresaremos esta totalidad? O ¿por qué cálculos fijaremos las relaciones de sus partes, los innumerables y continuamente cambiantes artículos de valor? ¿No podríamos lo mismo tratar de pensar o expresar la relación de cada uno de los cabellos de nuestra cabeza con la suma de los cabellos en todas las cabezas de la Humanidad?
La verdad es que no podemos concebir el valor de esta manera, ni realmente tratamos de hacerlo, y la más ingeniosa y complicada de las tentativas hechas para dar algo parecido a un cimiento sólido y coherencia lógica a la teoría dominante de que el valor no es en realidad más que la cambiabilidad, sólo ha conseguido mostrar más claramente su completa impotencia. Así, la última y más trabajada de estas tentativas, la de la escuela austriaca o psicológica, que en los años recientes ha sido tan generalmente aceptada en las Universidades y Colegios de los Estados Unidos y de Inglaterra, y que deriva el valor de lo que ella denomina «utilidad marginal», es un intento de emular en los razonamientos económicos las fábulas contadas por los juglares de las Indias Orientales, que lanzando un ovillo al aire, cogen con él un hilo más recio, después un cable y, finalmente, una escala por la cual ascienden hasta perderse de vista y después bajan otra vez.
Porque cualquiera que camine al través de las perplejidades de su razonamiento, encontrará que los adeptos de esta escuela derivan el valor del lingote de hierro, por ejemplo, y aun del mineral de hierro en la vena, del deseo de los consumidores para pagar por un más alto y más trabajado producto, en cuya producción entra el hierro, derivándose este deseo de una mental estima por parte de los consumidores de la utilidad de esos productos para ellos. Así, tan sencillamente como en las fábulas de los juglares indios es ignorada la ley de la gravitación, aquéllos ignoran la ley que en la Economía Política es lo que la de gravitación en la física, la ley de que los hombres buscan la satisfacción de sus deseos con el menor esfuerzo, una ley de la cual procede el hecho universal de que en el cambio nadie pagará por una cosa más de lo que se vea obligado a pagar.
Los minuciosos intentos para eslabonar el valor con la utilidad y la utilidad con el deseo individual o percepción, para encontrar una base a la idea de valor, sólo demuestra que no hay fundamento en la suposición de que el valor procede de la cambiabilidad, y de que sólo puede ser relativo a otros valores. La plausibilidad de esta suposición procede de la confusión en el uso de una sencilla palabra.
De todas las palabras de uso vulgar que hay en el idioma inglés, la palabra thing (cosa) es la más amplia. Incluye cuanto puede ser objeto del pensamiento, un átomo o un universo; un hecho o una quimera; lo que viene a la conciencia a través de los sentidos y lo que puebla y construye nuestros sueños; lo que el análisis no puede separar más y lo que no tiene más coherencia que un hábito verbal o un error. Pero algunas veces olvidamos esta comprensibilidad de la palabra o no la tenemos bastante presente en el pensamiento y usamos frases como «todas las cosas» o «cualquier cosa», cuando realmente sólo tenemos en el pensamiento cosas de una clase determinada.
Cuando nosotros deseamos probar la proposición de que el valor es una relación de cambiabilidad entre cosas valuables, usualmente procedemos a hacer un experimento mental con unas pocas cosas valuables, porque sería imposible hacerlo con todas y fastidioso el intentarlo. Las cosas escogidas para este experimento suelen ser, como el examen y la observación muestran y como es evidente en los escritos de los economistas, las conocidas más generalmente y las más comúnmente cambiadas, trocando lo particular en general cuando es menester, por medio de la fórmula, expresa o implícita, «y otras cosas
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