Vulnerabilidad en el campo social y el trabajo

Héctor Antonio Jiménez Rodas – 2016172 – PE5CM – Filosofía

Palabras e ideas clave del texto:

Vulnerabilidad

Falta de vulnerabilidad

Identidad definida

Presión social

Autonomía

Dignidad humana

Moral

La vulnerabilidad en el campo humano y social

El primer paso para analizar más a fondo la palabra vulnerabilidad recomendaría que fuera conocer el origen de esta palabra, así pues, podremos tener una idea de la definición de la misma; es necesario también mencionar que proviene del latín, se compone de tres partes que por ende da la definición como “la cualidad que tiene alguien para ser herido”. El concepto puede ser aplicado a una persona o un grupo social según su capacidad para prevenir y resistir. La vulnerabilidad es una característica de lo humano que es evidente desde un punto de vista antropológico, pero que conforme al tiempo las tradiciones culturales más cercanas a la defensa de la persona, la autonomía y la independencia, se ha encargado de dejar la vulnerabilidad de la persona en segundo plano, o incluso de aparatarla de algo inferior. Luego tenemos que la vulnerabilidad en cuanto al daño del ser humano es considerada la misma raíz o base de los comportamientos morales, al menos de aquellos en que el énfasis se sitúa en la protección y el cuidado, más que en reclamar sus derechos. También actualmente se puede observar que la vulnerabilidad no solo se asocia con el ser humano, sino que también llega a afectar tanto en las condiciones del medio ambiental o social en que su vida se desarrolla, dando lugar a que una cultura se “impregne” en el individuo haciendo que no tenga una identidad propia definida, sino una identidad por “presión social”. Ser vulnerable implica fragilidad, una situación de amenaza o posibilidad de sufrir algún daño tanto físico como emocionalmente, la vulnerabilidad también puede entenderse como poder ser persuadido o tentado, poder ser receptor y no invencible, no tener absoluto control de las situaciones por las que el individuo pase, no estar en una posición de poder dentro de su vida. Todos estos sentidos hacen referencia a una palabra en común: “el daño”, no solo físico sino también moral. Hablando de un daño moral, es el causado por una situación de maldad, una injusticia, un desprecio, o cualquier otra forma de daño que afecte a nuestra “identidad” como personas. La vida y lo que en ella hay es preciosamente precaria, de ahí su enorme valor. Pero también su fragilidad. La muerte es una de las amenazas que nos hace más vulnerables, puesto que es el límite absoluto para las posibilidades, el fin de los proyectos y las esperanzas. Y la consciencia de dicha amenaza nos hace doblemente vulnerables, por conocer nuestra finitud. El ser humano que puede ser herido, por ser frágil y que queda no sólo lastimado, sino también marcado por la cicatriz, recuerdo del dolor, es víctima de su propia condición mortal. A esto ya se agrega lo que es la “dignidad humana”. Se conoce la moral como virtud que se prueba en la acción. Hablando de autonomía nos referimos al reclamo de nuestros derechos u obligaciones. Sin embargo, la autonomía es una tarea, algo que debemos ganar, pues por ser vulnerables nuestro objetivo es la búsqueda de esa autonomía. La enfermedad que nos limita y nos detiene, el dolor que nos inclina, la ausencia, y el vacío en sus muchas facetas, el sentimiento de impotencia, son manifestaciones de nuestra vulnerabilidad. El ser humano es, por lo tanto, vulnerable y frágil por su misma condición corporal y mortal, pero también por su capacidad de sentir y pensar, de ser con otros dentro de una cultura impuesta, y desarrollar una consciencia moral. La vulnerabilidad no solo hace referencia a lo personal sino también a la historia del individuo en relación con otros, al daño derivado de la relación con otros, lo que es llamado vulnerabilidad social, que no permite la búsqueda de una identidad definida como propia persona que cada uno es.

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