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Argentina En La Primera Guerra Mundial


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2013  •  3.246 Palabras (13 Páginas)  •  408 Visitas

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ARGENTINA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: NEUTRALIDAD, TRANSICION POLÍTICA Y CONTINUISMO ECONÓMICO

Ricardo Weinmann

La puesta a prueba del modelo agroexportador. Bloqueo y neutralidad formal

Para las naciones beligerantes europeas, Argentina era únicamente tenida en cuenta dentro de la estrategia de la guerra económica. Los objetivos de ésta eran la extensión de sus intereses económicos y comerciales en dichos países a costa de los de sus rivales, y el aseguramiento de la provisión de materias primas y alimentos por parte de éstos, a la par que lograr la interrupción de la misma a sus enemigos. Inglaterra, gracias al dominio de los mares, fue la que tomó la iniciativa.

Inglaterra tenía la ventaja de poseer puertos, en los cuales podía entrar y salir libremente, mientras Alemania quedaba limitada a la ayuda que le suministraban sus “etapas” en tierra firme. En el cono sur, las etapas más importantes eran Buenos Aires a cargo del agregado naval para Argentina, el capitán Moller. A su vez, Inglaterra adoptó una serie de medidas que restringieron los derechos de los navíos neutrales pues intentó impedir la única posibilidad que tenía Alemania de proseguir su comercio mediante el uso de barcos neutrales. Además decretó la inspección de buques neutrales que transportasen mercaderías hacia un puerto neutral, con lo que se veía afectado no sólo el comercio de los países neutrales con los países de Europa central sino también con otros neutrales.

Con la implantación de las listas negras se completó el círculo que cortó casi absolutamente en las potencias centrales el comercio con los neutrales hacia el comienzo de 1917. En las listas negras figuraban todas las firmas y personas, alemanas o no, sospechosas de mantener relaciones comerciales con firmas o personas alemanas o que tuvieran tratos comerciales con ellas, sin importar dónde residieran, lo que implicaba que empresas o individuos residentes en países neutrales cayeran bajo los efectos de las listas. A las listas británicas siguieron las francesas, italianas y tras su entrada a la guerra, las de EUU. Otras medidas que también afectaban a los neutrales eran el control impuesto a la correspondencia por Inglaterra, y el racionamiento de las entregas de carbón de ésta a los neutrales, que en el caso de Argentina dependía casi exclusivamente de ellas.

El comercio alemán ya casi se había paralizado desde el comienzo de la guerra. En el puerto de Bs As había alrededor de una docena de vapores alemanes internados que lo único que podían hacer era apoyar a los acorazados de esa nacionalidad proveyéndoles de carbón, víveres y noticias. Esto, sin embargo, se vio dificultado por la actitud de los gobiernos sudamericanos. El argentino, además de no permitir cargas más carbón que el necesario para llegar al siguiente puerto, dictó una serie de decretos del Ministerio de Marina que prohibían el uso de códigos secretos en las transmisiones telegráficas internacionales y el uso de las estaciones de radio de los barcos de países beligerantes en aguas jurisdiccionales argentinas.

A GB le interesaba que Argentina mantuviera su neutralidad, ya que era una de sus fuentes principales de productos primarios, los que quería reservar para el consumo de los aliados. Durante el gobierno de Victorino de la Plaza, la neutralidad argentina para el autor fue una “neutralidad formal” ya que de hecho se favoreció a los aliados.

Argentina no protestó contra la invasión de Bélgica, como lo habían hecho los EEUU y Brasil, y desautorizó al embajador Naón a emprender una acción conjunta a EEUU destinada a detener la deportación de ciudadanos belgas. Contra las listas negras británicas protestó, pero tan solo después de las presiones que en tal sentido ejercieron diversas instituciones, como la Bolsa de Comercio, la UIA, Zeballos, Pingu, etc.

La forma en que fue encarada la neutralidad por de la Plaza y su ministro de RREE, Murature, aparece claramente delineada en el caso del vapor “Presidente Mitre”. Los gobiernos británico y francés se consideraban facultados a detener y conducir a los puertos los buques que llevarán mercaderías cuyo destino, propiedad u origen se presumiera enemigo. Así fue capturado el vapor “Presidente Mitre”. Éste pertenecía a la Línea Nacional del Sur, firma subsidiaria de la Compañía de Navegación a Vapor Hamburgo Sudamericana y realizaba navegación de cabotaje entre Bs As y los puertos de la costa patagónica desde hacía 8 años, estaba legalmente inscripto como barco argentino, igual su capitán y la mayoría de la tripulación. Fue detenido por un acorazado inglés cuyo capitán anunció que el barco había sido capturado y pasaba a ser inglés. Murature dirigió una nota a GB anunciando que el barco tenía matrícula argentina y solicitó, no creyendo en un agravio intencional, que se dejen sin efecto las medidas de fuerza adoptadas. El gobierno de GB notificó que, a pesar de considerar que el apresamiento del vapor estaba justificado por su condición de enemigo, estaba dispuesto a devolver el barco si el gobierno la acepta sin prejuzgar la cuestión general y abandona todo reclamo por daños morales o materiales. El gobierno argentino aceptó, por lo que no recibió ningún tipo de reparaciones y GB se reservó el derecho de volver a intervenir en el futuro.

La forma en que se resolvió el incidente no sólo recibió las críticas de Zeballos, sino también las de los radicales. En Arg, tanto aliadófilos como germanófilos expresaron sus opiniones en artículos y en discursos. Un aliadófilo relevante era Rodolfo Rivarola y para el autor la lista de estos era tan grande que según el embajador yanqui Stimson, habría que incluir en ella a todo el gabinete de V. de la Plaza. Pero esto no debe engañar, ya que importantes figuras de la élite fueron germanófilas. La más destacada de ellas era la de Zeballos. Los germanófilos enumeraban los aportes hechos por Alemania en los planos cultural y científico, demostraban lo civilizado que era su sistema político y social y atacaban la política expansiva británica. Entre éstos se encontraban representados los conservadores reformistas, aunque la mayoría de ellos era aliadófila. La explicación de que la mayoría de la élite fuese partidaria de la Entente debe encontrarse en que la influencia de la cultura francesa era avasalladora.

Mientras se desarrollaba la discusión entre aliadófilos y germanófilos, se estaba librando una batalla entre GB y Alemania en dos frentes fundamentalmente: la vida económica interna y el comercio exterior argentinos. En el primer frente, los ingleses quisieron desplazar a los alemanes de los sectores económicos en que se habían hecho fuertes. En

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