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El pueblo de indios de Chumbicha

Noelia Gisela BenitezMonografía10 de Junio de 2021

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS

SEMINARIO: ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA DEL NOA: TALLER DE ANÁLISIS DE FUENTES (homenaje a Ana María Lorandi)

CUATRIMESTRE Y AÑO: 2º CUATRIMESTRE DE 2018

PROFESORA: BOIXADÓS, ROXANA

PROFESORA: RODRÍGUEZ, LORENA 

EQUIPO DOCENTE COLABORADOR: PIERINI, MARÍA VICTORIA (BECARIA DOCTORAL UBA). GARCÍA, MARISOL (adscripta graduada Sistemas Socioculturales de América II). MARINO, CECILIA (adscripta alumna Sistemas Socioculturales de América II). SAENZ CASTRO, MARCELA (adscripta alumna Sistemas Socioculturales de América II).

ALUMNA: BENITEZ, NOELIA (28.053.465)

MONOGRAFÍA: PUEBLOS DE INDIOS ENCOMENDADOS. TRANSFORMACIONES DEL PUEBLO DE INDIOS DE CHUMBICHA EN LA JURISDICCIÓN DE CATAMARCA, DURANTE EL PERÍODO COLONIAL.

El objetivo de esta monografía es indagar sobre el conjunto de transformaciones que sucedieron en el pueblo de indios de Chumbicha durante el período colonial[1] a expensas de la formación de la hacienda del mismo nombre, fundada por los encomenderos y propietarios de tierras, los Villafañe y Guzmán.

La familia Villafañe y Guzmán, prestigiosa tanto en La Rioja como en Catamarca, contaba en su haber con: títulos militares (maestre de campo), encomiendas, importantes cargos políticos (alférez real), y miembros eclesiásticos. Estos participaron a favor del Rey en el gran alzamiento de los calchaquíes y en las conversaciones con el falso Inca Pedro Bohorquez.

Miguel de Villafañe y Guzmán fue albacea de su hermano Baltazar de Villafañe y Guzmán y un testamentario de la hacienda; estos documentos producidos en el siglo XVIII nos brindan información variada sobre el contexto catamarqueño.

Este trabajo está basado en el análisis de la información contenida en dos fuentes primarias[2]: La primera contiene la sucesión de Baltazar de Villafañe y Gusmán[3], esta se ubica en el Archivo de los Tribunales de la provincia de Catamarca como causa civil, sección g, caja nº 6, departamento Capayán, juzgado de Paz, expediente nº 271, año 1759. Y la segunda fuente, es el testamento de Miguel Villafañe y Gusmán[4], hallada en el Archivo de los Tribunales de la provincia de Catamarca como causa civil, sección V, departamento Capital, juzgado de paz, expediente nº 372, año 1770.

Para abordar la información manifiesta en las fuentes, recurriremos al auxilio de una vasta producción bibliográfica sobre el Tucumán colonial y la jurisdicción de Catamarca (dicha bibliografía  integra el programa del seminario homenaje a Ana María Lorandi). Con el objeto de analizar las fuentes, seleccionamos cuatro variables de trabajo: La reconstrucción de la historia del pueblo de indios de Chumbicha[5]y de las tierras de los indios devenidas en mercedes pertenecientes a los conquistadores y sus herederos (miembros de la familia Villafañe y Gusmán). Luego analizaremos la situación de los desnaturalizados que habitan la hacienda de Chumbicha en la segunda mitad del siglo XVIII. Finalmente, el perfil del productor de las fuentes (Miguel de Villafañe y Gusmán).

Antes de comenzar el trabajo con las fuentes, repasaremos un breve resumen del contexto de la jurisdicción de la actual provincia de Catamarca, desde su fundación hasta el siglo XVIII.

En 1560 con la llegada de los españoles al espacio bautizado Tucumán colonial, habitado por los denominados diaguitas y calchaquíes[6], se inicia la resistencia de la implementación del sistema de encomienda impuesto a partir de la fundación de las ciudades (Boixadós 2011:94). Es un largo proceso de ciento treinta años, donde algunos nativos resistían y otros se rebelaban (Lorandi 1988), conocemos que coexistían jefaturas que se confederaban para combatir, pero estas, también presentaban conflictos internos  a la hora de elegir las estrategias de lucha o el modo de negociación con los españoles. Boixadós (2011), ha descrito y analizado el encuentro de Utimba y otros caciques donde se presenta una crisis de alianzas interétnicas en el contexto del proceso conocido como “el gran alzamiento diaguita” (desarrollado entre 1630 y 1643); liderado por grupos llamados “diaguitas y calchaquíes”.

El sistema de encomienda implicaba grandes ausencias en los hogares de los indios, las mujeres eran obligadas a hilar y tejer. Algunos encomenderos dispusieron trasladar a sus indios a otras de sus mercedes, o a la ciudad, con el fin de ocuparlos en los menesteres urbanos -tejidos de algodón- (Guzmán 1985: 22).

Este modo de explotación, denominado servicio personal (la única fortuna para los encomenderos del Tucumán colonial, dado que los diaguitas no disponían de excedentes para tributar), hace crisis hacia 1630 (Lorandi 1988 b:105).  

En el gran alzamiento, los diaguitas reaccionaron ante la explotación excesiva (en palabras de Lorandi, se rebelaron), practicada luego de la fundación de las ciudades de La Rioja (1591) y San Juan Bautista de la Rivera (1607). Los calchaquíes persistían en su resistencia a ser incluidos en el sistema colonial; en la rebelión de 1630 participaron ambos grupos y la mayoría de las parcialidades de filiación diaguita del Tucumán colonial  (Boixadós 2007; 2011:94).

En el marco de resistencia y rebeliones, los españoles intentaban fundar las ciudades que resultaban necesarias como camino de paso de Perú a Buenos Aires, siendo esta la mayor riqueza del Tucumán de acuerdo a los intereses de la Corona. Además, Tucumán oficiaba como zona económica subsidiaria de los grandes centros neurálgicos del sistema colonial (Lorandi 1988:139).

Con respecto a Catamarca, el proceso de fundación se desarrolló desde 1558 hasta 1683, en el período de ciento veinticinco años, contó con cinco fundaciones fallidas y traslados a raíz de la resistencia manifiesta de la población nativa[7]: Londres de la Nueva Inglaterra (1558), Londres (1562) desde el Valle de Quinmivil es trasladada al Valle del Conando, San Juan Bautista de la Rivera de Londres (1607) – segunda fundación en el Valle de Famayfil-, San Juan Bautista de la Paz (1612) en el Valle de Quinmivil, San Juan Bautista de la Rivera de Pomán (1633) en Pomán. Finalmente, en 1683 el gobernador Mendoza Mate de Luna funda San Fernando del Valle de Catamarca.

Desde inicios del siglo XVII, vecinos de Santiago del Estero, Tucumán, La Rioja y Londres, poseían establecimientos agrícolas y ganaderos, dispersos por todo el este, centro y oeste de la futura jurisdicción de Catamarca (Olmos 1957:46).

La población del Valle poseía buenas tierras para la agricultura, abundante agua para el regadío y numerosos vecinos se habían afincado en torno al Santuario de Ntra. Sra. del Valle. Los dichos vecinos solicitaron al Rey que se traslade la capital al Valle de Catamarca.

Luego de culminar las guerras calchaquíes (1665), se aceleró el proceso de las desnaturalizaciones[8] (esta práctica alcanzó toda la Gobernación del Tucumán). Quiroga y Rodríguez entienden que esta práctica (traslado de indígenas), fue una estrategia económica que favoreció la explotación agro-ganadera de los españoles que ocuparon (usurparon) los valles de los naturales (García 2018:14).

Los indígenas del sur del valle Calchaquí fueron objeto de una fragmentación étnica y familiar. Mercado y Villacorta los repartió en grupos de no más de cinco familias entre los vecinos de La Rioja y Catamarca, bajo la orden de reducirlos en chacras y estancias con el fin de evitar la cohesión social y futuras rebeliones (Lorandi 1992:150).

En el valle de Catamarca y en La Rioja se distribuyeron 350 familias de indios del sector yocavil a los vecinos y a moradores en recompensa por su participación en las guerras Calchaquíes (para beneficio de las viñas y algodonales de que abastecen la provincia)[9].

En 1702, Catamarca,  contaba con 42 encomenderos, los que tenían en su cuidado 126 indios, habiendo por lo tanto encomiendas que sólo contaban con un solo indio encomendado.

Algunos estaban organizados en pueblos de indios, sin embargo, no siempre contaban con tierras asignadas, por lo que se encontraban reducidos en las chacras de los encomenderos (de la Orden de Peracca, G. 2012: 166-170).

El poblamiento del valle central (sector donde ubicamos a Chumbicha), se efectúo entre fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, cuando  se entregaron encomiendas y mercedes de tierras  (de la Orden de Peracca, G., A. Moreno, G. Zamparella 2012)[10].

Se observa que las encomiendas fueron entregadas a unas pocas familias que generalmente moraban en distintas provincias a las de sus encomendados, no obstante, contaban con administradores (pobleros o mayordomos), que dirigían a sus indios encomendados. Este es el caso de las encomiendas (de pueblos de Catamarca), de Siján y Paganso a cargo de Baltasar de Villafañe y Guzmán quién en 1693 residía en La Rioja (de la Orden de Peracca 2012:76).

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