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Descripción de los indios del pueblo de Cacota de Surata año de 1690


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  6.492 Palabras (26 Páginas)  •  240 Visitas

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Los caciques e indios del pueblo de Cacota de Surata jurisdicción de Pamplona: sobre el real de las minas de las vetas de la Montuosa.

The caciques and Indians of the town of Cacota of Surat, jurisdiction of Pamplona: about in the real mine of veins of the Montuosa.

El segundo eje de la investigación se ocupará de la mano de obra utilizada en las minas. Para esta categoría de análisis es de prioridad entender el contexto demográfico de los indígenas tributarios y no tributarios tantos en las minas, encomiendas y resguardos como de la población libre y esclava.  Un reciente estudio de Kalmanovitz[1] considera el poblamiento total del Nuevo Reino de Granada a principios del siglo XVI en seis millones aproximado, sufriendo una dramática caída comienzo del XVII a menos de un millón, tendencia que se mantiene hasta mediados del XVIII[2].  Otras investigaciones consideran que el poblamiento indígena se debe considerar en 850000 habitantes a principios del siglo XVI[3], digito muy criticado por la historiografía colombiana que considera que la documentación de que dispone no más permite atribuir a esta población una cifra superior a un millón de habitantes[4].  Ni en el bajo, ni en el magdalena central ni en el alto magdalena hubo pueblos que por su cultura, su economía, forma de poblamiento o cualquiera otro de los factores sociales que condicionan el número y densidad de una población pudieran haber tenido una población semejante lo cual da para hablar e investigar estos factores de tal manera que se tenga un dato aproximado más fiable.

Por otro lado, aproximada en los tres primeros decenios de la conquista de los territorios de la zona central de Colombia los naturales de Tunja, de 232.407 disminuyeron a 168.444 entre 1537-1564. Al cabo de un siglo exactamente en 1636, solo quedaban en ese sector 44.691 habitantes, menos de un quinto de la población original[5]. En el caso de otras poblaciones altas de Colombia como Vélez, Santa Fe y Pamplona, las perdidas guardarían similares proporciones[6]. Sin embargo, esto no impidió que “zonas próximas de Mariquita y Pamplona atrajeron la atención de encomenderos de Tunja y Santa Fe quienes colocaron allí parte de sus indios”[7]. Es así que, a partir del sistema de explotación de indígenas por medio de la mita, las conducciones y el duro sistema de tributación impuestos por encomenderos, eclesiásticos y funcionarios reales terminaron por diezmar gran parte de la población aborigen.

La provincia de Pamplona seria fundada en estas condiciones. Explorado este territorio por primera vez por Ambrosio de Alfinger en 1532, continuamente por Hernán Pérez de Quesada en 1539 y finalmente en el año de 1549 por los capitanes Pedro de Orsúa  y Ortún de Velasco, futuros fundadores y señores de la provincia de Pamplona quienes establecieron los primeros asentamientos y, por su puesto, acapararon los mejores enseres y tierras en beneficio de la estructura de la encomienda[8].

Pamplona fue administrada en primera instancia por Don Pedro de Ursúa gracias a su parentesco con el visitador general licenciado don Diez de Armendáriz, que a pesar de las Leyes Nuevas de 1542 que lo limitaban en sus juegos de conveniencia, desde un comienzo se apoyaría en la implementación de la mano dura sobre los indígenas en relación con la explotación minera y agrícola, sirviéndole para la edificación de los asentamientos y solares de los principales. En 1551 Pedro Ursúa vende sus propiedades de encomienda (a pesar de ser ilegal) y deja Pamplona para unirse a la empresa de conquista de los Muzos. No obstante, esto beneficiaria a Ortún de Velasco, el cual siendo maestre de campo y lugarteniente de Ursúa, sería la persona más conveniente para desempeñarse en el cargo de doctrina, abastecimiento, manutención y expansión de dicha provincia. Tan bueno fue su desempeño en el cargo que lograría para el año de 1555 el título de ciudad a Pamplona del mismísimo Rey Carlos V.[9]

En ese orden de ideas, se erigió la población de la provincia de Pamplona, descrita a nivel documental por las siete visitas realizadas por diferentes funcionarios reales en el transcurso de 100 años. La primera de estas se hace en 1559 por don Cristóbal Bueno describiendo 62 poblaciones con sus respectivos capitanes de donde se hizo el conteo de 31.855 indios[10]. Un año después don Tomas López destacaría en su descripción una gran enfermedad que asolo en menos de 9 meses una gran parte de la población de indígenas que según las observaciones de German Colmenares abría disminuido en relación con la anterior a un 35% tratándose esta de 18 pueblos, cuyos habitantes equivalen al 18% del total. Para 1601-1602 en las diligencias de visita hechas por don Beltrán de Guevara se conservan los autos que describen los 55 pueblos que habían sobrevivido desde la primera visita. Para 1589 don Alonso de Montalvo visitó para contabilizar las parcialidades que existiesen en el pueblo de Zulia, en Iscalá y en Lucamari. Llegado el año de 1623 don Villabona de Zubiaurre creo 10 doctrinas de las cuales se tiene certeza de 5.386 indígenas y 1.205 tributarios faltando las doctrinas de Cúcuta, Chinácota, Cérvita, Gucaca y Mogotocoro[11].

Sin embargo, lo interesante es que hay un gran vacío de población a nivel de las minas de las Vetas y las Montuosas que se resolverá con la llegada de Don Rodrigo Zapata en 1653 en donde “habían en Vetas 314 indios útiles […] con 431 familias. En la Montuosa había 197 (con 62 agregados) y 297 familiares. Así, el total aumenta en 1.239 almas”[12] con los cual se totaliza haciendo un recuento a nivel cronológico de espacio-tiempo desde 1559 a 1623.

Por otro lado, los aportes de Gamboa[13] han precisado más sobre la población indígena, en la medida que permite encontrar patrones de trabajo minero para los primeros años de “10 a 50 individuos, dependiendo del tamaño del pueblo […] en 1559 se contaron unos 1600 trabajadores en las minas, sin tener en cuenta sus mujeres e hijos”[14], a pesar de que esta población estaba protegida por las Leyes Nuevas de 1549 que dictaban que bajo ningún motivo o circunstancia los “indios” podían ser usados en labores de extracción mineral por su alto valor poblacional, significativo para los españoles en la manutención del modelo de servidumbre y desarrollo de la encomienda. Era tanto su importancia que este tipo de trabajo había de ser permitido a partir de 1568, pero solo bajo la premisa de que los indígenas estuvieran de acuerdo con este modelo y a cambio se les otorgara un salario que súplase todas sus necesidades.

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