LA POLÍTICA Y SU INFLUENCIA EN LA CORTE SUPREMA

LA POLÍTICA Y SU INFLUENCIA EN LA CORTE SUPREMA

“Los presidentes nombran magistrados cuyas opiniones generales sobre la Constitución concuerdan con las suyas en los asuntos que más les importa”

En esta segunda parte del Libro ¿Por qué la Constitución importa? se aborda un tema importante acerca de los factores que influyen en el nominación de los magistrados de la Corte Suprema de Estados Unidos por parte del Presidente. Cabe aclarar que la Corte Suprema de los Estados Unidos de América es el tribunal de mayor rango existente en ese país y es la cabeza del Poder Judicial, posee la facultad de revisión judicial y de declarar inconstitucionales las leyes federales o estatales y actos del poder ejecutivo federal y estatales. Como regla general, el Presidente nombra a una persona que comparta sus ideales políticos- judiciales, y a la vez los de su grupo de electores.

A partir de la forma como se nombran los magistrados de la Corte Suprema y la función que estos desempeñan, se generan diferentes opiniones. Por un lado encontramos a Alexander Hamilton y por otro a Alexander Bickel. Hamilton da a entender que la Corte Suprema no posee fuerza ni voluntad, sino simplemente buen juicio, si los electores de los políticos no están de acuerdo con las razones de la Corte, sus decisiones no tendrán efecto. Por otro lado, Bickel describe lo que hace la Corte Suprema con la frase “dificultad contra mayoritaria”, y es con base a este argumento daré mi opinión.

La dificultad contra mayoritaria, como la ha llamado Bickel, se funda en el hecho, en apariencia constatable, de una grave carencia de fundamento democrático que pueda sostener y avalar la actuación del Poder Judicial como controlador de la constitucionalidad de los actos de los otros poderes. El argumento a la introducción de este mecanismo de control dentro de un sistema democrático se apoya en cuatro dificultades básicas:

1. El nombramiento de los jueces se hace libremente por otros poderes, en este caso el Presidente.

2. La duración de los cargos judiciales no tienen fecha de vencimiento, es de por vida o hasta presentar una renuncia, lo que no concuerda con los ideales democráticos.

3. Como controlador de los actos de los restantes poderes a la luz de la Constitución, parece convertirse en un peso excesivo a la vez no controlable por los poderes que si encarnan la voluntad popular.

4. En consecuencia, la función de los jueces no garantizaría el proceso democrático que instaura la Constitución pues, no representando al pueblo y siendo, en principio inamovibles en sus cargos, no podrían decidir en favor de los interese de aquel.

Conociendo ya las dificultades expuestas anteriormente, surgen preguntas como estas: ¿Puede

...