La Filosofia Sao

Sword Art Online Volumen 3: Fairy Dance

Capitulo 3.1

Un ave cantaba una canción que llenaba la mañana mientras estaba posado en la mesa blanca.

Su mano derecha junto a sus dedos extendidos silenciosamente tocaron suavemente las plumas de jade del ave, causando instantáneamente que este emprendiera el vuelo sin hacer ruido. El pájaro dibujo un arco volando, y aleteo lejos en la dirección donde el sol brillaba.

Levantándose de su silla, ella dio unos pasos hacia adelante como si quisiera seguir al pájaro. Pero, al instante, una red brillante y dorada apareció, bloqueando su camino. El pájaro siguió volando a través de las brechas en libertad. Más y más alto, más y más lejos, se iba alejando a ningún lado.

Asuna se detuvo y miró como el ave se hacía más y más pequeño hasta que se mezclo con los colores del cielo. Poco a poco volvió a su silla y se sentó.

La mesa y las sillas, construidas de mármol puro de color blanco, eran frías y duras. Al lado de la mesa y las sillas estaba una cama de lujo del mismo color blanco. El mobiliario era la única cosa en esta “sala”, si es que se podía llamar así…

El suelo estaba cubierto de azulejos que brillaban también de color blanco. El caminar de un lado para otro tomaba unos veinte pasos, además esta sala a pesar de ser redonda estaba rodeada por paredes formadas por una red de oro brillante. Los barrotes de la jaula se distinguían lo suficientemente amplios como para que Asuna pasara a través de ellos, sin embargo el sistema hacía imposible el poder escapar.

Las barras de oro entrecruzadas se extendían hacia arriba, inclinándose para formar una cúpula. Un anillo enorme se extendía desde la parte superior de la cúpula, y una gruesa rama de un árbol se enroscaba a través de él para soportar toda la estructura. Esa era una rama que se extendía hacia el cielo y era parte de un enorme árbol.

En otras palabras, esta extraña habitación era en realidad una jaula. Era una jaula de pájaro de una escala inimaginable, pero era una donde incluso los pájaros eran libres de ir y venir. La única persona que enfrentaba las dificultades de un prisionero era Asuna. Por lo tanto, esto debería ser llamado una prisión.

La habitación era lujosa, elegante y hermosa, sin embargo era una prisión muy fría en un árbol.

Cerca de sesenta días habían pasado desde que Asuna había despertado en este lugar. Bueno, eso ni siquiera es un número fiable. No había nada con que escribir en este lugar. Los días también parecen ser mucho más cortos que veinticuatro horas. Aun así, su reloj interno hacia que se despertara sin importar si era de día o de noche.

Después de despertar, ella se preguntaba cuántos días habían pasado, pero últimamente ni siquiera podía estar

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