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La República Conservadora


Enviado por   •  15 de Octubre de 2014  •  2.954 Palabras (12 Páginas)  •  311 Visitas

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La República Conservadora

A fines del siglo XIX, se desbordan los problemas sociales y políticos, agravados por una situación internacional adversa para Colombia, en la mira del expansionismo de los Estados Unidos, orquestado por el Presidente Teodoro Roosevelt. El radicalismo liberal, excluido del poder por la alianza de liberales independientes y conservadores del Partido Nacional, imbatibles en las urnas, no se resigna al ostracismo y espera su hora de apelar a las armas. A su vez, la corte que rodea el gobierno de Manuel Antonio Sanclemente, del sector nacionalista y sacado del olvido de su retiro en Buga por don Miguel Antonio Caro, sopesa las eventuales ventajas de la guerra. El Presidente Sanclemente, limitado por los años y su salud precaria, no resiste la altura de Bogotá, el ejerce el poder desde las aldeas de Tame, Villeta y Anapoima, de 1898 al 31 de julio de 1900, cuando es depuesto. Así coinciden, en cierta forma, el gobierno y la oposición liberal en el supuesto de que saldrán fortalecidos de la fratricida Guerra de los Mil Días que estalla en 1899, de la cual, según personajes insospechables como Baldomero Sanín Cano, nadie en sus cabales podía ignorar que ponía en peligro la integridad nacional.

La insurrección la acaudillan los generales Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera, Gabriel Vargas Santos y Foción Soto, en compañía de varias docenas de generales mas valientes que conocedores de los secretos del arte de la guerra, los que rara vez logran ponerse de acuerdo, sospechan unos de otros, rivalizan de continuo en cuanto a la estrategia militar y por el favor de las masas. La mística partidista es grande, mas al grueso de los combatientes los enrolan bajo presión.

Presidentes de La República Conservadora

1900-1904

La honda división conservadora entre nacionalistas e históricos que agobia el gobierno del Presidente Manuel Antonio Sanclemente, propicia el golpe de Estado en plena guerra, lo derroca y reduce a prisión, dando origen al gobierno ilegitimo del vicepresidente José Manuel Marroquín. La impericia financiera marca el manejo económico durante el gobierno del rico hacendado sabanero, cuya gestión se ahoga en las intrigas de campanario, las emisiones clandestinas, el déficit, el gasto desbordado por la guerra, la incapacidad de pago y la especulación de los pasteleros.

Contrasta el papel de los caudillos liberales al estilo de Uribe y Herrera, quienes afincan su influjo en la espada y las arengas, con el poder de los letrados conservadores de la época, ligados a la Iglesia Católica. La mentalidad romántica radical considera que la insurrección consigue el cambio y el progreso. Mientras la sociedad conservadora sigue los principios rígidos del Papa León XIII, de moderación y quietismo en unos casos o de cambio gradual dentro del orden. Se trata de una sociedad paternalista y un tanto monacal en la que “el varón -al decir de monseñor Rafael M. Carrasquilla -es el príncipe de la familia”.

El general Rafael Reyes asume el compromiso de levantar la moral de un pueblo frustrado por la guerra, la miseria generalizada y el dolor de sufrir el despojo por la fuerza de Panamá. El rencor prevalece en ambos bandos. Reina el desencanto de la guerra, por la destrucción y males que trajo, poca tinta corre sobre un conflicto en el cual Colombia salió mal parada, así unos pocos se enriquecieran haciendo jugosos negocios. Reyes proclama el respeto de las ideas y los principios. “Menos politiquería y más administración” es su lema. Su destino es devolverle a la Nación la cordura y la dignidad. Proclama que no gobernará como jefe de ningún partido, procura encarnar el sentir nacional y se convierte en centro de gravedad del sistema en apuros, el cual parece sostener sobre sus anchas espaldas. Está por el fin de las guerras civiles, la profesionalización de la carrera militar, por lo que contrata dos misiones chilenas para la Escuela Militar y la Naval. Se crea el primer laboratorio universitario de Química, favorece la medicina y carreras como el comercio. Para consolidar su proyecto convivente hace generales a los oficiales revolucionarios e incorpora al estamento castrense elementos de todas las tendencias políticas. Medidas patrióticas que no todos entienden y que suscitan el rencor de las extremas irreductibles de ambos partidos. Consigue que se apruebe la Ley de minorías, que le da un tercio de escaños en todas las legislaturas al liberalismo. Lo que no le impide tomar medidas draconianas contra los que se oponen a sus proyectos.

Reyes, en mensaje al Congreso, define la herencia que recibe: “Al emprender la tarea de reorganizar todas las ramas del servicio público que os consta se encuentran en estado caótico debido a la última guerra civil y a las grandes perturbaciones causadas por el papel moneda, he tropezado con graves inconvenientes que entre otros muchos son: insuficiencia de rentas públicas para atender los gastos de los servicios de la Nación… Los servicios nacional, departamental y municipal, se encuentran en ruina y desorden absolutos, hasta el punto que nuestras vías de comunicación están en peor estado quizás que en el tiempo colonial.” El papel moneda pierde su valor día a día, se carece de fondos para sostener el aparato judicial, educativo y militar. El país languidece en la miseria y la postración espiritual.

Reyes toma medidas, extraordinarias para la época, como la reforma monetaria que equipara la moneda devaluada por el suelo al dólar o su valor oro, crea el Banco Central, con capital mixto, que salva al gobierno y da tan buenos resultados que consigue recuperar el crédito externo y cancelar cumplidamente la cuantiosa deuda. Las dos ferrerías que sobrevivieron la guerra civil, la de La Pradera y Amagá, las mantiene con contratos oficiales. Sistema que emplea para fomentar varias industrias. Sostiene que el progreso nos traerá como consecuencia lógica la libertad.

Luís Ospina Vásquez señala que “para explicar la marcha de la política económica de este periodo son casi tan importantes las ideas de Reyes, como lo son para el anterior las de Núñez. El proteccionismo de Reyes llevaba al plano de la eficacia el sistema proteccionista esbozado por Núñez; y como en el caso de Núñez, el fundamento último de esa política no era propia o principalmente económica. El fomento de las empresas fabriles era un elemento importante en la reorientación que Reyes, y el grupo que lo rodeaba, quería dar a la vida política y social del país. Se trataba de encontrar la manera de atenuar la pugna política, que lo había hecho invisible”. En suma evitar que el país se politizara nuevamente y se desataran los sangrientos genocidios en cadena.

Con Reyes se inicia

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