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La idea del crecimiento de los minerales en el seno de la tierra explica que las minas se dejaran en reposo tras un período de explotación activa esperando que los minerales volvieran a reproducirse


Enviado por   •  17 de Octubre de 2016  •  Apuntes  •  764 Palabras (4 Páginas)  •  218 Visitas

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La idea del crecimiento de los minerales en el seno de la tierra explica que las minas se dejaran en reposo tras un período de explotación activa esperando que los minerales volvieran a reproducirse. «La mina matriz de la Tierra exigía tiempo para engendrar de nuevo». Plinio (Hist. Nat., XXXIV, 49) escribía que las minas de galena en España «renacían» al cabo de algún tiempo. Indicaciones sinúlares se encuentran en Estrabón (Geographie, V, 2) y Barba, autor español del siglo XVII, las recoge también: una mina agotada es capaz de rehacer sus yacimientos, a condición de ser convenientemente cerrada y puesta en reposo durante 10 ó 15 años. Pues, añade Barba, «aquellos que piensan que los metales han sido creados al principio del mundo se equivocan groseramente, los metales crecen en las mínas [ ... }»9 • Todos estos procesos de generación que tenían lugar en la Madre-Tierra se tomaban como resultado de una unión sexual entre ésta y las potencias celestes a las que normalmente se les asignaba el atributo de la masculinidad. El maridaje entre el Cielo y la Tierra se consideraba, pues, el origen de ios animales, plantas o minerales generados por esta última, e incluso no faltan mitos y leyendas que atribuyen también al hombre este origen10. La mitología de la fecundidad de la agricultura del arado y de la metalurgia se inscribe ya bajo el dominio del dios fuerte, del macho fecundador de la MadreTierra, del dios del cielo que clavaba en la tierra su hacha o su martillo originando el rayo y el trueno. De ahí el carácter mágico asignado primero al hacha de piedra y después al martillo del herrero, que no hacía sino imitar simbólicamente el gesto del dios fuerte. Las prácticas agrícolas nacieron como ritos tendentes a propiciar este maridaje originario y, con ello, los frutos obtenidos 11 • El arado comenzó siendo un instrumento en estas prácticas rituales de culto a la fertilidad: tirado por un buey que se consideraba símbolo celeste y guiado por un sacerdote, penetraba en las entrañas de la Madre-Tierra asegurando su fecundidad; la siembra misma y el abonado constituían otros tantos ritos para propiciar la fertilidad vegetal junto con la participación sexual del hombre, estando las prácticas orgiásticas abundantemente relacionadas con la agricultura en la historia de las religiones12. Y posiblemente también pudo obedecer a la intención de facilitar esa unión sexual entre el cielo y la tierra, y la consiguiente fertilización de esta última, la idea de recubrir de hierro -ese mineral de origen celeste (el hierro de los meteoritos fue el primero en utilizarse)--la punta del arado que iba a penetrar en la Madre-tierra. Igualmente se atribuía a la influencia celeste la producción de los minerales en el seno de la tierra: el oro crece por la influencia del Sol, la plata por la de la Luna, el cobre gracias a la de Venus, el hierro a la de Marte, el plomo a la de Saturno ... La consideración antes indicada del reino mineral reflejo de esta forma de ver las cosas, de esta no distinción entre lo orgánico y lo inorgánico, aparece recogida tanto en el primer tratado de explotaciones mineras que se conoce, publicado en 1505 (el Bergbüchlein de Calbus Fribergius) como en el más importante tratado de tecnología química y minería anterior a 1700 (De re metalíca. Acc. eiusd. de animantibus subterraneis de Agrícola -nombre latino de Georg Bauer- publicado en 1556). El primero resume las teorías de los filones existentes y apunta que los metales se generan por exhalaciones compuestas de azufre y de mercurio que vienen de las profundidades de la tierra emanando por las grietas, donde son transformadas en minerales por la influencia generadora de los astros y, en el caso de los aluviones, purificadas por el flujo de las aguas13 • Asimismo, en la obra de Agrícola se recoge la idea de que los metales se engendran por un principio húmedo y un principio té- rreo, que actúan conjuntamente en las profundidades subterráneas libres de las impurezas que puedan perturbar su engendramiento, dependiendo la calidad de éste del receptáculo y de la temperatura a la que tenga lugar. Agrícola, médico de profesión, se preocupó también de las propiedades curativas de los minerales, campo éste en el que se arrastraban desde antiguo numerosas creencias que se mantuvieron durante el siglo XVII. Así, en 1644 el joyero Boecio de Boot clasificó las piedras preciosas con arreglo a su acción medicinal, según fuera ésta benéfica o nociva14 y, todavía en 1669, Roben de Berquen exponía las virtudes específicas de las distintas piedras 15

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