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Liberales Y Conservadores

lizbethSC19 de Marzo de 2013

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EL LIBERALISMO HISPANOAMERICANO EN EL SIGLO XIX.-

Después de una larga disputa sobre la historia e identidad del pensamiento filosófico hispanoamericano, es necesario reconocer, en primer lugar, que éste ha surgido dentro de los confines y en el contexto una cultura específica, es decir, la europea occidental, expresada particularmente por España y Portugal. En segundo lugar, este pensamiento ha sido la manifestación de una sociedad elitista, fuertemente estratificada, donde han sido los intelectuales y políticos quienes han recibido las influencias de las distintas corrientes y han formulado su propia lectura, a partir de su específica realidad americana (Bethel, 1).

Como lo expresa Leopoldo Zea: “el latinoamericano se ha servido de ideas que le eran relativamente ajenas para enfrentarse a su realidad: la ilustración, el eclecticismo, el liberalismo, el positivismo y, en los últimos años, el marxismo, el historicismo y el existencialismo. En cada uno de estos casos, ... ha estado en la mente del latinoamericano la idea central de hacer de su América un mundo a la altura del llamado mundo occidental” (El Pensamiento Latinoamericano).

En este sentido, el liberalismo se configuró en la región, como una corriente aglutinadora que sentó las bases e inspiró, en un primer momento, a los movimientos independentistas y, posteriormente, a los programas y teorías que sirvieron para la instauración y consolidación de los gobiernos, así como para la reorganización social, necesaria con posterioridad al desquebrajamientodel orden colonial (Bethel, 2).

Sin embargo, como se verá más adelante, si bien la independencia fue una gesta con aspiraciones libertarias, no por ello dejó de ser un movimiento oficialista y superficial, alejado de los verdaderos intereses de las mayorías, ni logró superar esa dramática realidad de una dependencia más profunda y significativa en que se encontraban los pueblos americanos, es decir, la dependencia mental.

Esta dependencia de carácter cultural, internalizada en el ser americano, impidió que el afán por hacer de estos países, naciones organizadas, democrática y liberalmente, se concretara. La adopción de técnicas modernas de convivencia, implicaba la renuncia a un pasado – reflejado en el catolicismo y la escolástica – el cual seguía tan vivo y presente como antes de la Independencia, por lo que se conservaron las formas despóticas de poder, una sociedad estamental y la pervivencia de grupos privilegiados (cfr. Bethel, 29-30).

Lo anterior, aunado a la ligazón con Europa y los intereses económicos del naciente sistema capitalista internacional, condicionaron el desarrollo de los países latinoamericanos en los cincuenta años posteriores a la Independencia, configurándolos como meras economías agroexportadoras, proveedoras de materias primas para la creciente actividad industrial del Viejo Continente (Bethel 1).

Por ello es que este sistema, reflejado en el liberalismo, entró nuevamente en crisis, pues “la violencia era la forma de sucesión de los gobernantes en Hispanoamérica. A éstos no preocupa ya otra cosa que mantenerse en el poder, por el poder. A nadie parecía importarle ya el futuro de las sociedades hispanoamericanas, lo único que parecía importar era la forma de ocupar el lugar de mando, dejado por el anterior gobernante”

En todo caso, el liberalismo catapultó a las sociedades latinoamericanas de las postrimerías del siglo XIX al sistema económico mundial, basados en el principio de la libre empresa individual, mediante la instauración de un sistema de instituciones republicanas, constitucionales y representativas, con regímenes de derecho, que superaron el oscurantismo de la sociedad colonial y dan paso a modernos criterios seculares en la educación y la organización civil, así como al surgimiento de los modernos centros urbanos y cosmopolitas.

Desde esta perspectiva, el liberalismo se convierte en un mito unificador contra el orden colonial y constituye la emancipación espiritual de América.

Como veremos, el liberalismo enfrentó sus propias contradicciones, para dar paso a nuevas formas de pensamiento latinoamericano, como será el positivismo, el marxismo, el socialismo y la filosofía de la liberación.

APROXIMACIÓN A LA NOCIÓN DE LIBERALISMO HISPANOAMERICANO

Así como el tránsito de la filosofía latinoamericana del siglo XVIII al XIX estuvo marcado por la pugna entre la escolástica y el positivismo, así también el conservadurismo y el liberalismo constituyeron las ideologías que agruparon a los distintos movimientos políticos y sociales de ese mismo período.

Ahora bien, esta interacción entre filosofía, política y economía que suele denominarse como liberalismo, ha sido múltiple y diversa, al mismo tiempo que muchas otras doctrinas han ido identificándose con esta corriente de pensamiento: individualismo, racionalismo, universalismo o utilitarismo. Por otra parte, no es menos cierto que al ubicarse dentro de los “ismos”, el pensamiento liberal ha adoptado una connotación ideológica, en el sentido de pretender constituir “una doctrina articulada que comprende una visión general del mundo, a partir de la cual se construyen modelos teóricos que pretenden interpretar la realidad, y un cierto modelo prescriptivo, desde donde se señalan ciertas opciones de valor y se enmarcan criterios relacionados con el deber ser o con la posibilidad de un cierto modo de ser del mundo” (MichealangeloBóvero,

Aunque sea difícil catalogar a las distintas vertientes del liberalismo e incluso hayan profundas diferencias entre los fundamentos de unas y otras, lo cierto es que su denominador común se encuentra, por un lado, en su noción del ser humano como un ser libre y, por el otro, en su teoría de la limitación del poder público del Estado, las cuales en conjunto dieron lugar a la búsqueda de garantías, por medio de las distintas Cartas o Declaraciones, más o menos eficaces que se han dictado en el transcurso de la historia.

En el mismo sentido, en Hispanoamérica el liberalismo no siempre mantuvo una sola identidad, sino más bien se trató de una corriente que agrupó una diversidad de tendencias históricas, que algunos identifican más bien como un “conglomerado liberal” (Biagini, citado por Acosta, 343)

CARACTERÍSTICAS DEL LIBERALISMO HISPANOAMERICANO

El liberalismo hispanoamericano mantuvo rasgos propios, que a pesar de las profundas diferencias entre sus cultivadores y de las distintas realidades a las que se aplicó, permiten diferenciarlo de otras corrientes filosóficas. Entre sus notas específicas se encuentra su individualismo, igualitarismo, universalismo y meliorismo.

Asimismo, la actitud liberal encarna una preeminencia de las virtudes de la razón, la creencia en el orden como fuente de bienestar y una confianza en el progreso ilimitado de la humanidad.

Sin embargo, las características políticas más importantes y que modificaron la semblanza institucional del continente radican en su republicanismo, constitucionalismo, secularismo y en su aspiración hacia la unidad hispanoamericana, como se verá a continuación.

- REPUBLICANISMO:

Frente al Viejo Mundo, los americanos liberales ondeaban la bandera del republicanismo. Así, pues, en el centro del espíritu del Nuevo Mundo, que inspira a sus instituciones libres y las esperanzas del nuevo hombre, se hallaba la República.

La República, entendida como una forma de limitar el poder absoluto, así como una distribución de funciones y competencias, con un conjunto de pesos y contrapesos, que pusiera fin a las formas despóticas del ejercicio del poder, era un rasgo que enfrentaba a los liberales con los conservadores.

Lastarria y Bilbao son el ejemplo de la ruptura con la mentalidad feudal de España y en la apuesta a nuevas formas republicanas de organización política.

Incluso, Lastarria llega a sostener que la idea de una raza latina en Europa y América era sólo una idea napoleónica, cuya finalidad estribaba en restaurar el absolutismo en el Nuevo Mundo, imputándoles a los descendientes latinos la incapacidad de gobernarse por otras formas políticas.

- CONSTITUCIONALISMO:

Se ha llegado a sostener que “un elemento significativo de la herencia liberal de América

Latina era el entusiasmo por los sistemas constitucionales... entendido básicamente como un código de leyes escritas y concebidas racionalmente para distribuir el poder político de manera eficaz y garantizar la libertad individual” (Bethel, 6)

El constitucionalismo liberal tiene por finalidad primordial limitar la autoridad por medio de la instauración de barreras jurídicas contra el “despotismo” que se asociaba al régimen colonial.

La noción de este constitucionalismo tiene su fuente en la Ilustración, específicamente en la teoría de los derechos naturales del hombre, por un lado, y en el utilitarismo, por el otro, las cuales si bien son doctrinas opuestas entre sí, ambas reconocían el valor del individuo como ente autónomo.

Posteriormente, esta noción del derecho como sinónimo de legalismo, fue abandonada por considerarse abstracta y de discutible aplicación universal, por lo que se renuncia al constitucionalismo clásico, a partir de las ideas de Savigny relativas al método comparativo e histórico del derecho. Así, Alberdi consideró que el derecho no debía considerarse como una colección de leyes escritas,

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