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Los Genios


Enviado por   •  21 de Febrero de 2014  •  815 Palabras (4 Páginas)  •  305 Visitas

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Los señores Martínez tienen tres niños: Juan, Pedro y Roberto, ya bien entrados en la edad adulta y casados. Juan es el hijo mayor, Pedro nació tres años después y Roberto tres años más tarde que el segundo. Entonces, la diferencia entre Juan y el menor es de seis años y Pedro ocupa el punto medio.

Los Martínez aún recuerdan el nacimiento de Juan. En aquel entonces vivían en un apartamento modesto y tenían año y medio de casados. El nacimiento fue todo un gran suceso. Los abuelos maternos y paternos gozaron lo indecible, pues era el primer nieto que tenían. Juan nació enfrentándose a seis adultos: unos padres por completo verdes en su papel de tales y dos parejas de abuelos sin práctica en esos menesteres, pero unos y otros llenos de ideas inmutables sobre cómo criar un niño; sobra decir que las ideas de éstos últimos provenían del solo hecho de haber sido padres. Hubo cierta rivalidad entre las dos abuelas respecto a los mejores métodos a seguir. A veces el antagonismo iba más allá de toda tolerancia. Poco a poco, Juan se fue dando cuenta de ello y lo utilizó en provecho propio. Si una abuela le negaba algo, lo sacaba de la otra, pues ésta se sentía inclinada (de un modo amable, desde luego) a oponerse a la opinión de la primera. Sin embargo, los peores problemas de Juan fueron con sus padres. Nunca sabían exactamente cómo actuar. Mamá y papá estaban aprendiendo en él a ser padres. Tenían en cuenta la menor cosa que el niño hacía. Siempre parecían estar exagerando o minimizando todo. Juan adquirió mucha práctica, pues si los padres no se dejaban manejar, por lo común, algún abuelo andaba a la vista, y Juan se mostraba orgulloso y contradictorio con los padres para que el abuelo entrara en su defensa. Juan aprendió a manejar muy bien a los adultos. Los niños eran distintos. No había ninguno en casa y los niños del barrio resultaban demasiado grandes, demasiado orgullosos o demasiado pequeños para que le interesaran. La vida era maravillosa para Juan. Papá lo llevaba a todas partes y le aseguraba que llegaría a ser famoso algún día. Lo retrataron miles de veces; incluso compraron una costosa cámara de cine. También una grabadora que Juan terminó por romper. Todos los juguetes de la casa eran suyos. A veces se sentía solitario, pero se puede hacer un compañero de juegos a cualquier oso de peluche. Es decir, se sintió solitario hasta que su hermano Pedro llegó a la casa.

Juan jamás olvidará el día en que Pedro llegó a la casa. Por aquel entonces todo le parecía un tanto confuso. Mientras mamá no estaba, su abuela y su padre habían discutido sobre su comida. Era maravilloso volver a tener a mamá en casa; incluso era mejor que antes, pues había un hermanito con quien jugar. Pero debió haberlo sabido: la primera vez que Juan vio Pedro, le gritaron y lo regañaron. Era natural que tratara de comprobar si Pedro estaba tan bien construido

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