Nelson Reed casualmente pronunciaba que si “un país es feliz, es porque carece de historia”

Introducción:

Nelson Reed casualmente pronunciaba que si “un país es feliz, es porque carece de historia”, planteando esta oración se puede decir entonces que ¿Yucatán era feliz?  Y ciertamente para una parte de su población (la elite, se podría decir que esta aseveración se cumplía), debido a su rápida acumulación de riqueza, entre 1895 y 1990, en Yucatán se exportaba mas de 73 millones de pesos en fibra, esto trajo consigo que Yucatán se convirtiera en el estado más rico en la época del porfiriato, volviendo a esta que la gente decente podría abrirse paso confiadamente delante de meseros, las lecciones francesas se pusieron de moda en los mejores círculos locales, siendo que una vez al año un equipo de modistas parisienses tomaban acto de vestir a las meridenses, siendo más específicos esto era debido a la alta   producción henequenera  en Mérida, siendo el indicador más importante el avance logrado en la red de comunicación y transportes de la región, que para 1890, hacían a Mérida tener las líneas ferroviarias más extensas de toda la república , conteniendo más de 800 kilómetro cuadrados de vías de anchura estándar constituyendo estas, las principales líneas de distribución de Yucatán, aunque a esto se le sumaba la basta polarización que existía en todo el estado, al estar los pueblos de Yucatán, ruralmente aislados a los centros económicos y entre sí, trayendo importantes consecuencias negativas para la movilización revolucionaria dentro de la región.  

Cuerpo (parte del ensayo)

La elite poblacional de Yucatán, las cuales  tenían la conservación progresiva del capital eran un número de familias cada vez menor, mejor denominada “la casta divina” encargadas del máximo rendimiento de la producción henequenera de Yucatán, estas compendian poco más de 1000 haciendas dedicadas exclusivamente al cultivo de la fibra del henequén, aunque se estima que para el año 1915 estas unidades agroindustriales se dividían tan solo entre 300 y 400 familias, siendo la burguesía de Yucatán dominada a su vez por un grupo de 20 a 30  familias que producían un 50% de la fibra y lograban dominar desde un 80% hasta un 905 de toda la fibra que se cultivaba en el estado, dentro de la propia oligarquía yucateca, el poder  se generaba en el seno d una poderosa familia  política ¨los Molina” esta era dirigida por el “modernizador de Yucatán Olegario Molina, denominado así debido a la acción de que al ser los cultivadores de henequén  tan ricos, no sabían en que otra acción invertir su dinero más que en remodelar Mérida hasta que sus fundadores no la reconocieran , creando también con esta remodelación, el puerto de progreso, construido con la finalidad de sustituir el insalubre puerto de Sisal , trayendo consigo la disminución del índice de fiebre amarilla y malaria , combinando así con la flamante reconstrucción de “la ciudad blanca”. Para el año 191, así el 98% de la producción del estado de Yucatán estaba ligada a la producción de la fibra del henequén, el famosamente denominado “oro verde”; a fines de 1890 Molina y Montes (yerno y mano derecha de Olegario molina) advirtieron que los medios necesarios para la comercialización del henequén, no era solo su producción, sino más bien su movilización,  por ello a finales del Porfiriato Olegario Molina no era solo el mayor terrateniente, sino también el mayor productor de henequén, siendo Yucatán la única área agrícola de plantación mexicana que había originado la producción comercial de exportaciones antes del desarrollo de la concentración monopolística norteamericana. Aunque los pequeños productores se volvieron dependientes de la negociación de nuevos créditos y se quedaron virtualmente sin poder para determinar un precio justo para sus productos, esto viene dado por “ el infame contrato de 1902” donde se especifica el pacto entre Olegario Molina y la compañía Harvester, donde se estipula que el primero usaría todos los esfuerzos que estuvieran a su alcance para deprimir el precio de la fibra de asisal y que pagarían solo los precios que de  tiempo en tiempo dicte la compañía.

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