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Neopopulismo y género en Ecuador

calu2609Monografía19 de Octubre de 2015

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Neopopulismo radical, democracia y género

El caso de Rafael Correa en Ecuador

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Seminario América Contemporánea

Magister Historia de América y Chile

Universidad Adolfo Ibáñez

Profesor: Marcelo Mella Polanco

Alumna: Carmen Luz Guzmán O.

Julio, 2014.


  1. INTRODUCCION

La tercera ola democratizadora en América Latina trajo de vuelta al populismo que se creía superado, experimentando un nuevo auge a fines del siglo pasado e inicios del siglo XXI. En el presente artículo me enfocaré principalmente en los neopopulismos llamados “radicales” (De la Torre, 2007), representados por los gobiernos liderados por Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador. De estos neopopulismos se puede decir que tienen un alto apoyo popular y los cientistas políticos ofrecen argumentos que destacan sus puntos fuertes y no sólo sus desventajas en relación a la democracia participativa. Se aprecian como aspectos positivos el fortalecimiento del Estado, ya que tiende a crear más políticas públicas, fomentaría el empoderamiento y aliviaría la pobreza (Gratius, 2007). Su aspecto negativo, estaría dado por su carácter excluyente y polarizante, creando Estados basados en el clientelismo, siendo poco compatibles con Estados democráticos de derecho. El surgimiento de estos liderazgos neopopulistas respondería a una crisis de la democracia y del Estado, cuyas consecuencias son el debilitamiento de la primera y el fortalecimiento del segundo (Gratius, 2007). La relación entre populismo y democracia es tensa y contradictoria. Freidenberg (2007) advierte sobre los peligros del líder populista, quien en sus aspectos negativos puede conducir a una dictadura personalista o a un régimen que limita los derechos políticos de esos mismos ciudadanos, la tendencia a la polarización y confrontación que genera su estilo, supone el riesgo de resolverse con la ruptura de la democracia.

En todas las formas de populismo la relación líder-seguidor es fundamental. Uno de los aspectos de esta relación sobre los que se ha investigado menos es el estudio del seguidor (Abad, 2011). Por este motivo, me interesé en la relación que se establece entre el liderazgo neopopulista, la democracia y las mujeres, uno de los grupos más relevantes en las políticas y discurso de los líderes populistas, desde la primera ola populista de la primera mitad del siglo pasado, hasta los gobiernos neopopulistas radicales mencionados, quienes se muestran muy proclives a promover políticas públicas con perspectiva de género y a incorporar a mujeres en sus gabinetes (Luna; Roza; Vega, 2008), lo que podría deberse a una búsqueda de legitimidad en el ejercicio del poder, ya que los votantes tienen una imagen positiva de las mujeres, considerándolas más honestas y menos corruptas que los hombres (Luna, et al, 2008, p. 19). He escogido al Presidente Rafael Correa para el análisis de caso, ya que es una figura representativa del liderazgo neopopulista radical, que dice encarnar los valores del pueblo, considerándose el delegado para implementar la voluntad de éste, para lo cual establece una relación ambigua con las instituciones que regulan la convivencia democrática. El populismo ecuatoriano, se presenta como anti-individualista, colectivista y antiliberal en términos políticos; ha generado la idea de que incorpora a los individuos a través del respeto de derechos concretos o de mitos y símbolos que mejoran su credibilidad en el sistema (Freidenberg, 2007; De la Torre, 2012).

Por otra parte, en relación a la democracia, se considera que América Latina continua viviendo un profundo proceso de consolidación de sus democracias. Así como los regímenes neopopulistas van en alza en la región, también la democracia como sistema ha aumentado su apoyo en los países que han sufrido fuertes cambios, tales como Bolivia y Ecuador, en donde el indicador de apoyo a la democracia aumentó en 11 puntos, durante el primer año de gobierno de Rafael Correa (2007).  Por otra parte, este indicador disminuye en países como Chile, en donde no hay ningún proceso de reforma (2007), sino sólo crecimiento económico. Como señala Zovatto (2007), la región ya no es homogénea y hace falta especificar de qué país se habla, si bien, en ese mismo año, alrededor de 77% de la región da muestras de una apreciación alta y media sobre la democracia.

Finalmente, en consideración a lo expuesto anteriormente, respecto de la relación entre democracia, neopopulismo y género, el presente artículo pretende aportar conocimiento que permita acercarse a responder la siguiente pregunta que me planteo, a decir, ¿Se fortalece o debilita la valoración y confianza en la democracia, en las mujeres latinoamericanas que viven en países con gobiernos de liderazgo neopopulista radical? Como una incursión preliminar al tema, y como he reiterado, en esta oportunidad sólo me enfocaré en el caso ecuatoriano. Para tales efectos analizaré datos de la encuesta anual Latinobarómetro para Ecuador, en el periodo que abarca los dos primeros mandatos de Rafael Correa (hasta el año 2011 en que están disponibles los datos de la encuesta). En esta encuesta me centraré en los datos que aporta la dimensión Democracia, particularmente aquellas preguntas relativas a: a) actitudes ante la democracia en general (apoyo y satisfacción),  b) confianza en las personas e instituciones (en el Gobierno y en Congreso y Partidos Políticos) c) evaluación del Gobierno (aprobación de la gestión del Presidente).

Para finalizar, quiero aclara que no tengo la pretensión de ofrecer un análisis completo del estudio de caso seleccionado, sino más bien contribuir con información e ideas, al amplio debate sobre el complejo fenómeno del neopopulismo latinoamericano y su relación con la democracia y género.

  1. POPULISMO, NEOPOPULISMO Y GENERO

La tercera ola democratizadora en América Latina trajo de vuelta al populismo que se creía superado, experimentando un nuevo auge a inicios del siglo XXI. En opinión de Gratius (2007) el populismo es un fenómeno principalmente sudamericano. Como antecedentes, señala que la región tuvo tres “olas populistas”: la vertiente nacional-populista de los años cuarenta, el neopopulismo de los años noventa y, los actuales populismos de izquierda, iniciados por el Presidente venezolano Hugo Chávez.

El populismo sudamericano sería consecuencia de tres factores: 1) una cultura política de redes clientelares donde las políticas sociales no son un derecho de los ciudadanos sino un favor a cambio de apoyo político, 2) Estados débiles y vulnerables ante los vaivenes de la coyuntura internacional, 3) gobiernos elitistas que no han creado una verdadera democracia representativa e inclusiva. (Gratius, 2007, p.2). Para De la Torre (2012), los discursos, comportamientos y políticas de otros populistas como Abdalá Bucaram y Rafael Correa en Ecuador, de Evo Morales en Bolivia, y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, son más afines con la idea del populismo clásico que con el neopopulismo asociado a la democracia delegativa.

2.1 Definición de neopopulismo

En función de la característica que cada autor enfatice, el neopopulismo se ha definido como ‘estrategia política’, ‘sistema organizativo’, ‘cultura política’, o ‘ideología’, por tanto, uno de los principales problemas a la hora de trabajar con este concepto es la ambigüedad y diversidad del término (Abad 2011). Abad encontró que las definiciones de neopopulismo contenían a las de populismo clásico, siendo la definición de Freidenberg (2007) la más clara para apreciar el vínculo entre el líder y sus seguidores; ésta autora definió populismo como un estilo de liderazgo con cinco elementos diferenciadores, a decir: 1) Relación directa líder-seguidor; 2) Líder personalista, paternalista y carismático, que no reconoce intermediaciones; 3) Líder que habla en nombre del pueblo y potencia la oposición de éste con “los otros”; 4) Líder que está en contra de las instituciones de la democracia representativa, aunque las utilice como vehículos para acceder al poder; 5) Los seguidores creen que el líder tiene cualidades extraordinarias y que a través de intercambios clientelares podrán mejorar su situación personal. A dicha definición, Abad encontró que  debían agregarse dos elementos, propios de los populismos del siglo XXI, siendo estos: 6) uso intensivo de medios de comunicación (“telepopulismo”) y 7) la relación ambigua y conflictiva con la democracia (“democracia-autoritarismo”). Estos últimos elementos centrales son especialmente representativos de los neopopulismos llamados “radicales”: Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia y Correa en Ecuador.

2.2 Neopopulismo radical y democracia

Muchos líderes populistas – Chávez, Correa y Morales– pretenden crear otro tipo de democracia que ellos llaman “radical”, opuesta a la democracia representativa liberal, la que consideran no dio facilidades de participación sino que benefició sólo a la oligarquía. Así, Gratius (2007, p.4) considera que “los populistas no son anti-políticos, sino anti-sistémicos que oponen su “democracia popular” a la “democracia elitista”. Todos ellos pretenden trasladar la democracia de las instituciones a las calles y/o a los espacios mediáticos directos.”

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