Virreinato

Después de consumida la toma de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, a los primeros pueblos que salieron a evangelizar los frailes franciscanos fueron Cuautitlán y Tepotzotlán.

En el año 1524 se inició la construcción de un convento en Cuautitlán, mientras que en Tepotzotlán, únicamente se construyó una humilde ermita de “visita”. Según Motolinía salieron a evangelizar estos pueblos porque en la capital había mucho ruido; también porque en ellos estaban los descendientes de Moctezuma que, por respeto a éste, habían heredado dichas cabeceras.

Hernán Cortés al igual que Diego de Velázquez en Cuba, comenzó a repartir tierras e indios entre los conquistadores, como premio al valor y arrojo demostrados en la conquista de estas nuevas tierras.

El Rey Carlos V, al conocer esta forma de explotación, la desaprobó, comunicándoselo a Diego de Velázquez en 1518, y al capitán General de la Nueva España, Hernán Cortés en 1523, en el sentido de no dar en encomienda las tierras conquistadas. La argumentación de Carlos V estriba en el hecho de que por haber sometido a duros trabajos y malos tratos a los indios, estos habían enfermado y muerto, quedando la isla casi desierta. Cortés haciendo caso omiso de la disposición del Rey fechada el 26 de julio de 1523, publicó, en 1524, la ordenanza que hablaba del repartimiento de tierras e indios. Apoyado en esta nueva disposición dada por él, dio a Don Alonso de Ávila su primer tesorero, en encomienda a Cuautitlán, Zumpango, Xaltocan y tres cabeceras más, con sus respectivos pobladores. Más tarde Don Alonso de Ávila fue designado Procurador en el reino de Castilla.

Siendo estos acontecimientos, los primeros registrados en las regiones donde se comenzó la evangelización por medio de los Franciscanos y que data de los primeros actos políticos que se desarrollaron durante el inicio del virreinato.

Desarrollo.

Las sociedades mesoamericanas estaban divididas en clases sociales. Había una marcada diferencia entre los nobles ricos y los pobres, que eran la inmensa mayoría.

La clase social más alta estaba formada por la nobleza, que incluía a los sacerdotes y a los militares de alto rango, le seguían en la escala social los funcionarios del gobierno, después los comerciantes y artesanos y por último el pueblo, que estaba formado por cierto tipo de clanes.

Al consumarse la guerra de conquista se enfrentaron dos mundos totalmente diferentes: el indígena y el español.

El indígena era el mundo conquistado, el mundo que había perdido la guerra y tenia que someterse al dominio español.

Los españoles eran los conquistadores; a ellos tocaba organizar una nueva sociedad de acuerdo con sus ideas y costumbres.

La primera idea de los conquistadores fue la de tomar todas las riquezas que pudieran regresar a la madre patria. Pero las riquezas no estaban a la mano, y los españoles tuvieron que permanecer en esta nueva tierra por más tiempo del que hubieran querido. Por el que trataron de crear un mundo idéntico al que habían dejado y que añoraban.

Estos conquistadores provenían de una España absolutista, donde los nobles eran privilegiados y los siervos casi esclavos. Así recrearon en la Nueva España ese mundo donde el español representaba a la nobleza y el indio a la servidumbre.

Como sucedió en casi todas las colonias americanas, el gobierno peninsular trató de evitar la competencia en las exportaciones e importaciones mediantes la imposición de medidas que restringían el comercio de la colonia.

El desajuste de la economía colonial repercutió a su vez en la organización social de la Nueva España. El desigual reparto de una riqueza constantemente sujeta a fuertes exacciones dio lugar a la estratificación de clases sociales agudamente diferenciadas entre si.

La mayor parte de las instituciones políticas novohispanas, al ser dependientes de la corona fueron muy semejantes a las de la Península, pero nunca idénticas, ya que tuvieron que adaptarse a las peculiaridades de las tierras americanas y sus habitantes.

España organizo la ocupación, explotación y administración de las nuevas tierras a través del Consejo de indias. Los territorios conquistados se organizaron en virreinatos, gobernados por un representante del monarca español, el virrey. La explotación colonial se realizó mediante las encomiendas, por las que los indígenas entraban al servicio de un colono encomendado, debiendo trabajar para él y entregarle tributos. Aunque el encomendado debía de encargarse de su protección y de su conversión al cristianismo, el sistema dio pie a todo tipo de abusos, que no corrigieron las Leyes de Indias, promulgadas en tiempos de los reyes católicos.

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