Virreinato
2233445510 de Septiembre de 2014
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Los habitantes originales de Chihuahua pertenecían a diferentes grupos indígenas nómadas y seminómadas como son tepehuanes, tarahumaras, guarijios, tobosos, pimas, jumiles, salineros, conchos, sumas-jumanos, chinarras, chisos, tapacolmes, entre otros. Que, a diferencia de los pobladores del sur de la Nueva España , ofrecieron violenta resistencia ante el avance de los europeos, que buscaban ocupar estos territorios para obtener riquezas, despojándolos además de sus formas de organización, cultura y religión.
En la zona noroeste, actual municipio de Casas Grandes, están las ruinas arqueológicas de Paquimé y en el municipio de Madera existen varios lugares entre los que está, también, el de "las 40 Casas" en la cueva del Garabato. Esta zona arqueológica distribuida en una superficie de 50 hectáreas, se ha considerado la más importante descubierta en el norte de la república. Se han explorado aproximadamente dos terceras partes encontrándose restos de edificios habitacionales que debieron ser de varios pisos y otros ceremoniales, con semejanza a las ruinas de las culturas desérticas Anasazi, Hohokam y Mogollón en el suroeste de los Estados Unidos.
Existen varias hipótesis sobre la identidad de los primeros pobladores de Paquimé, una de ellas señala este lugar como asiento de los aztecas en su peregrinar hacia el sur, sugiriendo que el Valle de Piedras Verdes cercano al poblado de Casas Grandes, es el famoso Valle de Aztlán. Entre los objetos de metal se encontraron pendientes que a la vez funcionan como cascabel elaborados con gran semejanza a otros descubiertos en el área mesoamericana y que cronológicamente se sitúan en el horizonte tolteca, que fue el de mayor desarrollo en lo que se refiere a metalurgia. El 5 de marzo de 1999, la UNESCO declaró a Paquimé "Patrimonio de la Humanidad " como parte del proyecto "Camino Real" que le presentó el gobierno del estado de Chihuahua.
Conquista:
El virrey Luis de Velasco otorgó al expedicionario Francisco de Ibarra el nombramiento de gobernador y capitán general de las tierras y gente que pusiera bajo el dominio de España, en julio de 1562, surgiendo así el reino de la Nueva Vizcaya , que comprendía los actuales estados de Chihuahua, Durango, parte de Coahuila y Nuevo México, bajo jurisdicción de la Audiencia de Guadalajara en sus asuntos judiciales. Esta jurisdicción cesó sobre el estado de Chihuahua, el 14 de septiembre de 1823.
Rodrigo de Río de Loza, integrante de la expedición de Ibarra, siguiendo instrucciones del propio gobernador procedió, en1567, a poblar la zona conocida desde entonces como de los "conchos". Fundó la villa de Santa Bárbara, en razón de la plata que encontraron en las sierras de los alrededores, culminando con ello la fase de exploraciones encabezadas por Ibarra, que se realizaron sin participación económica de la Corona que se limitó a autorizarlas y a formalizar el surgimiento de la nueva provincia.
Esta empresa, realmente privada, tuvo varias repercusiones. Una de ellas fue la apertura de la ruta que aún en nuestros días es decisiva, pues une al estado con Durango, Zacatecas y la ciudad de México.
Santa Bárbara está en una parte del territorio de los tepehuanes, indígenas que practicaban la agricultura y, quizá, el grupo más agresivo del área que mantenía constantes conflictos con tarahumaras y dominaba a los acaxees, a quienes cobraban tributos de maíz y frijol. Con una compleja vida ritual y ceremonial, los tepehuanes practicaban la poligamia y, al parecer, el canibalismo.
Hay indicios de que este grupo huyó poco después de la fundación de Santa Bárbara.
Hacia el norte de este asentamiento español, cerca de los ríos que más tarde serían llamados Conchos, San Pedro y Florido, los conchos habitaban en pequeños grupos dedicados principalmente a la recolección, la caza, la pesca y la agricultura, y se extendían hasta la confluencia de los ríos que se llamarían Bravo y Conchos y hasta un punto no muy lejano de las ruinas de Paquimé, sobre los ríos que se llamarían Santa María y El Carmen., fundándose, en esta ruta, las misiones de San Buenaventura de Atotonilco (actual villa López) y San Francisco de Conchos.
Al sur de Santa Bárbara, por el camino a Durango, estaba la frontera entre los tepehuanes con los tobosos y los salineros. Se conoce poca información sobre su forma básica de subsistencia, pero los datos de que se dispone marcan un gran contraste entre ellos y los tarahumaras y tepehuanes, cuya agricultura estaba más consolidada.
Hacia el noroeste, el macizo montañoso que se conocería como Sierra Madre Occidental, se hallaba el territorio de los tarahumaras, grupo sedentario y agrícola, también dedicado a la recolección y la cacería, aunque cambiaban residencia para aprovechar los recursos de los dos medios naturales principales: las serranías y las barrancas. Esta etnia carecía de estructura política centralizada, aunque en tiempos de guerra se agrupaban varias rancherías.
Antes de la llegada de los españoles, los tarahumaras sostenían repetidos enfrentamientos con sus vecinos tepehuanes y con otros grupos, como los tubares, témoris, chínipas y guazaparis, pero también se establecían alianzas que, a veces, se reforzaban con vínculos matrimoniales entre grupos distintos.
En la zona oeste del estado, la llegada de los conquistadores se manifestó en la sierra de Chínipas, explorada desde 1588 por órdenes del capitán Bartolomé Mondragón, alcalde mayor de Sinaloa. Por esta vía llegaron españoles hasta la ranchería de Cuiteco, en 1601, Fue en la segunda decena del siglo XVII, cuando los jesuitas iniciaron la evangelización en la región de Chínipas.
En 1640, el inusitado auge de las minas de Parral, se refleja en el crecimiento poblacional que para 1683 ya sumaba 6,000 españoles en la región.
En 1658 el minero español Francisco Molina descubre la primera veta de San Francisco del Oro y en la última década del siglo XVII se descubrieron las de Urique y Cusihuiriachi.
Colonización:
La población autóctona no aceptó pacíficamente el asentamiento de los españoles en su territorio y durante los siglos XVII y XVIII protagonizaron innumerables levantamientos armados, originando la resolución de la Corona de construir resguardos militares (presidios) en Paso del Norte en 1683, en San Francisco de Conchos en 1685 y el de Janos en 1686, además de otros en años posteriores. La villa de Aguilar fue fundada en julio de 1649 por el gobernador de Nueva Vizcaya, Diego Guajardo y Fajardo, en el fértil valle del Papigochi, Esta villa militar fue destruida por los tarahumaras, el 3 de marzo de 1652, durante la rebelión que encabezó don Gabriel Teporame y que sofocó el propio gobernador Guajardo con la captura de este cabecilla y su condena a la horca el 4 de marzo de 1653.
A este proceso de colonización se sumó la participación de los misioneros franciscanos desde 1554, y de los jesuitas desde el siglo XVII, quienes implantaron nuevas formas de organización social y religiosa, capacitando a los indígenas para las labores de minería y de las haciendas, además de enseñarles el español. La zona de influencia de estos misioneros estaba bien definida, no por división geográfica sino basada en un criterio cultural. A los franciscanos les correspondía atender a los indios conchos y los grupos del desierto de la porción este y los jesuitas se encargaban de tarahumaras, tepehuanes y otros grupos del suroriente.
En 1574, la ocupación española de Santa Bárbara ganó fuerza con la creación de un convento franciscano en San Bartolomé (actual Valle de Allende), zona fértil regada por un río que más tarde llevaría el nombre del pueblo. Algunos vecinos de Santa Bárbara recibieron ahí, tierra y agua para sembrar trigo y frutales. El fundador Fray Alonso de Oliva, había empezado a trabajar con los conchos por lo menos desde 1595 y con ellos viviría casi veinticinco años, intentando su asentamiento fijo en la misión.
Los jesuitas fundaron su primera misión en San Pablo (actual Balleza) en 1611. Su fundador el padre Joan Font llegó a Santa Bárbara en 1604. Hacia 1760, las misiones jesuitas entre los tarahumaras estaban organizadas en dos provincias que comprendían 73 pueblos organizados en 28 partidos: la de la Tarahumara Alta que incluía solamente tarahumaras a excepción de Tutuaca que también tenía pimas; y la de Chínipas que tenía tarahumaras, pimas, tubares, guarijíos, entre otros grupos.
En 1659 los franciscanos fundaron la misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Paso del Río del Norte, y en 1660 la de Casas Grandes, con el tiempo las dos ganarían fama por la cantidad y calidad de sus producciones agrícolas. Entre 1660 y 1668 nacieron las misiones de Bachíniva, Namiquipa, Babonoyava y Santa Isabel. En los años de 1674 y 1676 los jesuitas fundaron las misiones de San Bernabé, Carichí, Nonoava, Coyachi y Cerro Prieto y repoblaron las misiones del Papigochi y Chínipas., en esta época también se abrió a la explotación económica de los europeos la zona de la Bavícora que fue aprovechada por las misiones jesuitas.
Las misiones pronto adquirieron gran importancia, no sólo como centros de evangelización sino también como lugares de reclutamiento de mano de obra para los estancieros y mineros españoles. Para algunos sectores del gobierno, esta práctica ofrecía la ventaja de disminuir las cacerías de indios y mejorar la convivencia entre indígenas y españoles.
A pesar de que la explotación minera de Santa Bárbara y, en 1591, de las cercanas minas de San Juan y de Todos Santos, no ofrecía la riqueza que los españoles esperaban, los indios de México y Michoacán
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