Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés)
ERASMOJM16 de Enero de 2013
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El Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) fue firmado en 2005 por Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, entrando en vigor en 2006.
Es un acuerdo sui generis en por lo menos dos aspectos. Primero, es el primer Tratado de Libre Comercio (TLC) tri-continental. Segundo, el mismo vincula a cuatro economías pequeñas y abiertas con bajos niveles de comercio entre sí. Esto pone de relieve que una de las motivaciones más comunes de los países para negociar acuerdos comerciales, la eliminación de barreras arancelarias en sus principales mercados de exportación (o los más protegidos), no fue un factor clave en la decisión de negociar el TPP.
El interés por el TPP se ha multiplicado desde noviembre de 2009, cuando el presidente Barack Obama anunció que Estados Unidos (EE.UU.) negociaría con los países del TPP “con el objetivo de forjar un acuerdo regional que cuente con una amplia base de miembros y los altos estándares dignos de un acuerdo comercial del siglo 21″. Las negociaciones para ampliar el TPP se iniciaron en marzo de 2010, y desde entonces han habido siete rondas de negociación. A este proceso se incorporaron también Australia, Perú, Vietnam y (desde octubre de 2010) Malasia, llevando el número de participantes a nueve, todos ellos miembros del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC). Otros países de Asia y de América han expresado interés en eventualmente incorporarse a las negociaciones.
1. Principales características del TPP
El TPP estableció un área de libre comercio sin exclusiones de productos (excepto unos cuantos para Brunei). Incluye además capítulos sobre comercio de servicios, compras públicas, propiedad intelectual, política de competencia y solución de controversias, entre otras materias, así como un Acuerdo de Cooperación Ambiental y un Memorando de Entendimiento sobre Cooperación Laboral. Los temas de inversiones y servicios financieros inicialmente no fueron incluidos. Sin embargo, en 2008 se iniciaron negociaciones al respecto, las que posteriormente se incorporaron a las actuales negociaciones de ampliación.
El TPP busca establecer una asociación estratégica que trascienda lo comercial, incorporando también los ámbitos económico, financiero, científico, tecnológico y de cooperación. Su otra característica destacada es que tiene la meta explícita de apoyar el proceso para alcanzar el libre comercio de bienes, servicios e inversiones dentro del APEC en 2020, según lo acordado por los líderes de este foro en 1994 en Bogor, Indonesia (las llamadas Metas de Bogor). Para ello, el preámbulo del TPP afirma el compromiso de los países miembros para promover la adhesión de otras economías al acuerdo. Asimismo, el artículo 20.6 establece que tanto miembros como no miembros del APEC pueden unirse al TPP.
En los últimos años, han surgido en Asia diversas iniciativas orientadas a lograr una convergencia entre la compleja red de acuerdos comerciales preferenciales que se están desarrollando en esa región. La más conocida de estas iniciativas es el mecanismo “ASEAN + 3″, en el marco del cual se viene estudiando desde 2002 la posibilidad de establecer un Área de Libre Comercio de Asia Oriental (EAFTA, por sus siglas en inglés) que comprenda a los 10 miembros de la ASEAN más China, Japón y Corea. Aunque la materialización del EAFTA no resulta probable en el corto plazo, la posibilidad de que surja una arquitectura regional que “divida a Asia-Pacífico por el medio” es vista con gran preocupación en EE.UU. Según varios analistas estadounidenses, la creación de un bloque exclusivamente asiático, promovido y liderado por China, dejaría a EE.UU. en una situación desventajosa en la región más dinámica de la economía global, y debilitaría los fuertes vínculos de seguridad que ha mantenido con Asia Oriental desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En este contexto, las autoridades de EE.UU. consideran que la expansión gradual del TPP puede ayudar a construir una “comunidad transpacífica” que contrarreste las tendencias centrípetas que se observan en Asia Oriental.
En definitiva, el TPP ha sido caracterizado por sus miembros, y por EE.UU., como un “acuerdo de alta calidad” que podría servir de modelo para la construcción gradual de un espacio transpacífico de libre comercio. Es en esta visión estratégica que reside su importancia, no en su limitado valor comercial actual. Sin embargo, esa “alta calidad” se debe en gran medida a las importantes similitudes entre los miembros actuales. Los nuevos cinco participantes son mucho más diversos en varias dimensiones, incluyendo sus niveles de ingreso per cápita. Esto significa que incluso mantener el mismo “nivel de calidad” del actual TPP será un desafío enorme.
2. Oportunidades y riesgos para los países de América Latina
Además de Chile y Perú, el universo de potenciales miembros del TPP en América Latina podría, teóricamente, incluir a los otros nueve países de la región con costas en el Océano Pacífico: Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Panamá
La importancia de Asia como socio comercial varía ampliamente entre estos países. En un extremo están Chile y Perú, importantes exportadores de productos básicos, principalmente mineros, a Asia. En el otro extremo están México y la mayoría de los países centroamericanos, excepto Costa Rica, cuyas exportaciones, mayoritariamente de productos manufacturados, están fuertemente orientadas hacia el mercado estadounidense. Para estos países, Asia es un destino de exportación marginal y además un competidor. Así por ejemplo, en 2010 el grupo de la ASEAN+3 abarcó el 46% de las exportaciones totales chilenas, un cuarto de las peruanas, un 13% de las costarricenses, un 9% de las colombianas y un 5% o menos para los otros siete países. La dispersión es mucho menor en las importaciones, con una participación del grupo ASEAN+3 que fluctuó entre 8% (Honduras) y 31% (Chile y México).
Consistentes con su orientación exportadora a Asia, Chile y Perú son los países de América Latina con el mayor número de acuerdos de libre comercio con esa región. Chile tiene acuerdos vigentes con China, Japón, Corea y todos los miembros del TPP, excepto Malasia (con el que suscribió uno a fines de 2010) y Vietnam (con el que recientemente concluyó negociaciones para un acuerdo bilateral). Perú tiene acuerdos de libre comercio vigentes con China, EE.UU., Chile y Singapur, y ha firmado recientemente sendos acuerdos con Corea y Japón. Así, el TPP en su configuración actual ofrece a ambos países muy poco acceso a nuevos mercados.
Dichas ganancias también serían pequeñas para los demás países de la costa pacífica latinoamericana si éstos se unieran al TPP, debido a que casi todos ellos ya tienen acuerdos de libre comercio con los EE.UU. (su principal mercado de exportación) y exportan relativamente poco a Asia.
Dado lo anterior, el atractivo del TPP desde un punto de vista de acceso al mercado depende de la incorporación de nuevos miembros (principalmente asiáticos). Al respecto, Corea y Japón han expresado su interés en este proceso. Si el TLC entre Estados Unidos y Corea es aprobado por el Congreso de los EE.UU. en 2011, Corea podría unirse a las negociaciones del TPP en algún momento de 2012. El gobierno de Japón, por su parte, había afirmado que en junio de 2011 tomaría una decisión sobre su ingreso al TPP. Sin embargo, tras el terremoto y tsunami que afectó al país en marzo pasado, la decisión fue postergada para finales de este año. Además, recientes informes de prensa sugieren que la voluntad del gobierno japonés de confrontar a su influyente sector agrícola - algo que EE.UU. considera indispensable para la participación japonesa en el TPP - se ha reducido últimamente. Aun así, ni con la incorporación de Japón y Corea al TPP las ganancias en acceso al mercado para Chile y Perú se incrementarían substancialmente ya que ambos cuentan, o tendrán pronto, acuerdos comerciales vigentes con esos países.
Es claro que las ganancias potenciales del TPP no se limitan a la eliminación de aranceles. Éste ofrece también, al menos teóricamente, la posibilidad de establecer un conjunto único de disposiciones rectoras del comercio entre sus miembros, contribuyendo así a reducir los costos de transacción derivados de los más de quince acuerdos que actualmente los vinculan. Un claro ejemplo son las reglas de origen (RO). Un acuerdo entre los nueve países en principio permitiría contar con un conjunto armonizado de RO en lugar de la actual multiplicidad de regímenes, simplificando las decisiones empresariales de producción.
Un TPP ampliado también podría aumentar la gama de insumos extranjeros que los productores de cada país miembro podrían incorporar a sus exportaciones, sin por ello perder acceso a las preferencias arancelarias. Ello sería factible si los insumos originarios de cualquier miembro del TPP fuesen tratados como originarios del país exportador del bien final, un concepto conocido como acumulación de origen.
La medida en que estos y otros potenciales beneficios efectivamente se materialicen dependerá en gran medida de la relación entre un TPP ampliado y los acuerdos existentes entre sus miembros. Sin embargo, tras más de un año de negociaciones, las decisiones sobre este tema han sido reiteradamente postergadas. Por ejemplo, EE.UU. ha presentado bilateralmente sus ofertas de acceso al mercado, y sólo a aquellos países con los que no tiene TLC en vigor. Los EE.UU. todavía no han planteado su visión sobre cómo los miembros del TPP se moverían desde ese contexto a un esquema plurilateral.
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