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Ana Frank


Enviado por   •  9 de Agosto de 2013  •  2.486 Palabras (10 Páginas)  •  297 Visitas

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Annelies Marie Frank (Ana Frank), una niña judía alemana, conocida por su diario, que en su cumpleaños número 13 en 1942, le regalo su padre Otto Frank, en el cual, en la primera página escribió:

“Espero contártelo todo como hasta ahora no he podido hacerlo con nadie; espero también, que serás para mí un gran sostén”.

Y sí que fue una gran ayuda para ella, pero al leer del diario de Ana Frank, uno se da cuenta de que no estamos leyendo sobre la Segunda Guerra Mundial, sino sobre varios temas controvertidos como: la religión, la sexualidad, la política, los cambios de la niñez a la adolescencia y hasta de la vida misma, aparte también del legado histórico que representa el diario en sí.

Durante casi dos años y medio de encierro en el “Anexo”, como solía decirle Ana al refugio secreto del edificio donde trabajaba su padre, en el cual no solo compartía todo con su familia sino también con otra familia, los Van Daan.

Para poder soportar esto, la lectura, la escritura y el estudio fueron para Ana una gran ayuda, ya que en la situación en la que se encontraba y siendo como era ella (energética, coqueta, llena de vida, madura para su edad y una gran pensadora), el hecho de estar encerrada e incomunicada con el mundo exterior, teniendo que reprimir sus ideas y actitudes (cosa que iba en contra de ella) con tal de no molestar a alguien, decidió pasar las tardes escribiendo en su diario, aprendiendo idiomas, leyendo sobre la mitología griega ( tema favorito de Ana), tomando clases de taquigrafía, y es así como Ana pudo soportar esto de estar en el Anexo.

Ana y su Familia gozaban de una posición económica buena, en el cual tanto como ella y su hermana mayor Margot, tenían acceso a una educación de calidad, lo único que les impedía disfrutar de su estatus económico era las dictaciones de los alemanes, el cual Ana las describe de la siguiente manera:

“Los judíos obligados a llevar la estrella, a ceder sus bicicletas. Prohibición a los judíos para trasportarse en tranvía o conducir un auto. Obligación de comprar sus cosas únicamente en “los negocios judíos”, y de 3 a 5 de la tarde únicamente. Prohibición para los judíos de salir después de las 8 de la noche, o de permanecer en casa de sus amigos. Prohibido practicar cualquier deporte… Prohibido frecuentar a los cristianos. Obligación de asistir únicamente a escuelas judías…”

Desde que empezó la persecución de los judíos en 1933, año en que la familia Frank llega a Holanda, el gobierno de Hitler, dio leyes cuyo fin era reducir a los judíos, separarlos de los alemanes y privarlos de sus derechos civiles, de sus trabajos, relaciones y principalmente de sus bienes, y no solo eso. Hasta que finalmente, se inició la persecución y matanza de judíos que después se convertiría en el Holocausto.

En la noche del 9 de noviembre de 1938, en Alemania y Austria se llevó a cabo un acto de protesta en contra de los judíos, conocida como la “Noche de los cristales rotos”. Ese día, ciudadanos alemanes salieron a las calles dañando negocios judíos, y humillaron a sus perseguidos de mil formas, como haciéndolos limpiar las banquetas mientras se mofaban de ellos. La policía arrestó a unos 30.000 judíos, quienes fueron llevados a los nacientes campos de concentración. Además de todo, se les hizo pagar una multa para reparar los daños que se habían causado, para lo cual les fueron embargados joyas y otros objetos de valor.

Mientras tanto Ana se fue adaptando a la situación: no más colegio, no más tranvía, no más libertad. Es natural - y absolutamente comprensible - Cuando no tienes el control de una situación en tus manos, lo mejor es aprovechar al máximo lo que tienes, y hacerlo sin angustias, porque al final sabes que al final eso no resolverá las cosas. Eso es exactamente lo que hizo Ana.

La poca libertad que tenía se perdió cuando su hermana mayor Margot recibió una citación de la SS el 5 de julio. Una citación de la Waffen SS, la cual estaba directamente relacionada con un campo de concentración, así que el padre de Ana y Margot, Otto Frank, se encargó de adelantar los preparativos para fingir una huida - planeada para el 16 de julio - e irse a refugiar al Anexo. Al siguiente día los Frank salieron de su casa para instalarse en el edificio donde trabajaba Otto. El lugar ya estaba listo para recibirlos. Es aquí donde inician todos los cambios de que se mencionan en el diario de Ana.

Cuando ella se entera que los Van Daan van a refugiarse con ellos, los días tranquilos para Ana se terminan, ya que acabo de una semana de haber convivio con ellos se da cuenta de que ni el hijo y ni el matrimonio son de su agrado. Los primeros días en el anexo son una aventura; Ana no piensa mucho en lo que representa el estar ahí, escondiéndose de los Alemanes, muchos menos se preocupa por lo que pueda pasar, pero con el tiempo, empieza a ponerse irritable y nerviosa, siempre hay algo que la hace enojar, y casi siempre son los señores Van Daan y en especial su Madre.

Ahí es cuando Ana se da cuenta sobre los sentimientos que le tiene a cada uno de sus padres. Su padre le inspira confianza y un enorme cariño, lo admira mucho por su actitud siempre optimista, es el único miembro de la familia aparte de la abuela que ya había fallecido, quien realmente ama, sin embargo, ni siquiera con el establece el lazo de confianza e intimidad que tanto buscaba y se da cuenta que realmente está sola en el mundo.

Con su madre las cosas son muy diferentes, para Ana, ella siempre la está regañando y corrigiendo, además de hacer bromas de mal gusto para ella. La mayoría del tiempo, siempre escribe sobre el rechazo que ha sufrido por parte de su madre, que siempre la tiene que comprar con Margot o Peter Van Daan. Es difícil para ella saber que no siente lo que debería de sentir hacia su madre, pero sin embargo lo acepta, ya que sentimientos son sentimientos y no se cambian de la noche a la mañana.

En cierto punto, puede ser comprensible el sentimiento de Ana, como se dice los amigos se pueden escoger pero a la familia no, y hay veces que te ves obligado a tener cariño o respeto a una persona por el simple hecho de que tiene un lazo sanguíneo contigo.

Después de tres meses de convivir tan cerca con todos los miembros del Anexo, las discusiones y roces se hacen más constantes. Las condiciones en las que se vivía en el Anexo, la coexistencia de las dos familias, tan distintas entre sí; pasando las veinticuatro horas del día en el mismo lugar, sin aire fresco ni luz solar, sin actividad física y casi sin privacidad, es causa de que la personalidad se deje ver tal y como es.

En medio de esto, Ana se dio a la tarea de meditar, pensar, reflexionar, y analizar su vida y lo que había hecho con ella hasta ese momento.

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