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Arquitectura y la revolución industrial


Enviado por   •  15 de Octubre de 2019  •  Tareas  •  8.472 Palabras (34 Páginas)  •  334 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA

FACULTAD DE ARQUITECTURA[pic 1][pic 2]

TEORÍA Y DISEÑO DEL SIGLO XIX

CONTROLES DE LECTURA: 

  • CAPÍTULO LA SOCIEDAD INDUSTRIAL, TEMA: MORALIDAD Y ARQUITECTURA, Y DEL CAPÍTULO EL TIEMPO EN LA MÁQUINA TEMA: ARTS AND CRAFTS Y ART NOUVEAU Y SECESIÓN DE LA BIBLIOGRAFÍA DEL HISTORIA DE LA ARQUITECTURA DE JONATHAN GLANCEY.
  • EL MOVIMIENTO, CÓMO LA MODERNIDAD APRENDIÓ A CAMINAR
  • PARÍS LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES Y LA BURGUESÍA
  • BRUSELAS
  • VÍDEO “ART NOUVEAU - HISTORIA DE LA ARQUITECTURA”

M. EN ARQ. AMALIA EDWIGES COSÍO CABANILLAS

MENDOZA OSUNA DAMARIS GPE.

GRUPO 4 TERCER SEMESTRE

21 DE OCTUBRE DE 2018, CULIACÁN, SIN.

LA SOCIEDAD INDUSTRIAL: MORALIDAD Y ARQUITECTURA

DETRACTORES DE LA INDUSTRIALIZACIÓN

Aunque las construcciones eran sólidas y estaban bien equipadas con los nuevos avances en calefacción, iluminación y desagües, en su mayor parte se convertía en una arquitectura decadente.

Los estilos arquitectónicos habían evolucionado de una manera más o menos natural según los avances o las necesidades que iban surgiendo: el descubrimiento de nuevas tecnologías, la utilización de los materiales disponibles, el deseo de permanencia o de ir hacia delante pero nunca hacia atrás. Los arquitectos del renacimiento estudiaban el pasado pero para utilizarlo con nuevos fines.

A partir de mediados del siglo XIX, los arquitectos y sus clientes no solo miraban hacia el pasado, sino que intentaban recrearlo. Tenían los medios tecnológicos y económicos para hacerlo. Tenían una imaginación portentosa y el resultado fue un torrente de engañosos disparates, que a pesar de todo resultaban bastante entretenidos.

En la actualidad queda bien decir que todos los estilos arquitectónicos de cualquier periodo son igualmente válidos y no deben juzgarse retrospectivamente; pero se trata de una afirmación cobarde y excesivamente académica. Las cosas no solo se juzgan intelectualmente, sino también por lo que se siente al verlas. Esto es lo que hacían John Ruskin (1819 – 1900) y William Morris (1834 – 1896). No era suficiente con “hacer” cosas, la sociedad necesitaba pensar sobre lo que hacía y por qué.

El neogótico

Tanto Ruskin como Morris estudiaron en Oxford y los dos detestaban la industrialización y todo lo que ella conllevaba. La locomotora de vapor, la gran amiga de Pugin, era la mayor enemiga de estos dos orgullosos artistas y escritores.

Pugin había sugerido que existía una relación directa entre arquitectura y moralidad; para él, la arquitectura griega y la romana eran detestables porque eran paganas e Inglaterra era un país cristiano. Más aun, la mayor parte de la arquitectura de su época era inmoral porque era deshonesta, pues comprimía sus funciones en edificios que debían ser templos y no casas, bancos, ayuntamientos o estaciones de ferrocarril; y era corrupta porque muchas veces la decoración era gratuita y vacía.

El legado victoriano

El legado de Morris y Ruskin fue enorme. Los dos críticos influyeron no sólo en el pensamiento y en la obra de los arquitectos, diseñadores y artesanos del movimiento Arts and Crafts, sino también en los arquitectos que construían viviendas sociales para los obreros industriales por toda Europa, así como en algunos de los mejores y más radicales arquitectos del siglo XX, y en especial en Le Corbusier. En el siglo XIX la arquitectura perdió su inocencia. Hasta el punto donde faltaba naturalidad que ni si quiera los manieristas italianos del siglo XVI en su mejor momento podía comparársele. Era momento de pararse y preguntarse qué era lo realmente importante; cómo podía la arquitectura servir a la sociedad y qué podían hacer los arquitectos para ayudar a mejorarla. Eran preguntas que, a veces inteligentemente y otras de forma desastrosa, los arquitectos intentaron responder a lo largo del siglo XX. Ruskin y Morris fueron quienes las plantearon, pero lo cierto es que nadie h encontrado todavía las respuestas.

EL TIEMPO DE LA MAQUINA: ARTS AND CRAFTS

UN ESTILO TÍPICAMENTE BRITÁNICO

El estilo de Charles Francis Annesley Voysey (1857 – 1941) pertenece al espíritu de una época y a una manera de construir que se hallan fuertemente ligados a unas firmes creencias sostenidas de forma caliente y apasionada, y eso es algo que se percibe en Perrycroft (1893 – 1895), en Colwall, Herefordshire, una casa de estilo Arts and Crafts diseñada y construida por Voysey. La casa es extraña, pero está claro que esto no se debe a una intensa reacción contra el carácter anticuado y remilgado de la mayoría de los diseños victorianos de la última época. Posee na planta abierta, el interior es muy luminoso y toda la casa inspira una sensación de armonía y comodidad a través de pura solidez de estructura y de los soberbios detalles realizados a mano: los cerrojos de barra de las ventanas, los pomos de las puertas, chimeneas. No posee ninguna decoración gratuita y resulta sumamente fácil vivir en ella y volver a casa después de un día duro de trabajo.

Aunque se ve claramente que es obra de una mente muy especial, de la sensación de que pertenece al espectacular paisaje que la rodea. Fue el primer encargo importante de Voysey y no cabe duda de que el cliente se debió de sentir muy orgulloso de su casa.

Voysey era muy noble y religioso, y se diseñaba su propia ropa. Escribió un ensayo titulado “Individuality” (1915) y, además de un ser fascinante, era un gran admirador de Pugin (no le gustaba el socialismo estridente de Morris) y se dedicaba también a diseñar muebles, telas y papeles pintados.

 FORMAS DE CONSTRUCCIÓN TRADICIONALES

Animados por Ruskin y Morris, los arquitectos del movimiento inglés Arts and Crafts odiaban la era de las maquinas, así como la utilización de estructuras de metal y de hormigón armado, tan diferentes a su visión pseudomedieval de la arquitectura. Deseaban que los edificios ingleses fuesen construidos por honestos artesanos también ingleses, descendientes de los que habían construido las catedrales más importantes del país. Todo tenía que hacerse a mano, solo se podían utilizar materiales de la zona y las formas de construcción debían expresarse con honestidad. Se trataba de un nuevo estilo para un nuevo tipo de cliente: mecenas acomodados de clase media, versados en l poesía de Tennyson y aficionados a la pintura de los prerrafaelistas. Para ellos, las casas Arts and Crafts ofrecían una vía de escape de la dura realidad de la Inglaterra industrial. Sin embargo, no se trataba de un estilo concreto. Las casas blancas de Voysey eran muy diferentes, por ejemplo, de las de E. S. Prior (1852 – 1932), construidas con materiales extraídos de los mismos terrenos donde se edificaban y que llevaban los postulados Arts and Crafts hasta el extremo. The Barn (1896 – 1897), en Exmouth, Devon, y Home Place (1904 – 1906), en Holt, Norfolk, son los principales ejemplos de este estilo suyo, tan personal y excéntrico.

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