Asesinos Seriales Mexicanos
7 de Febrero de 2015
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A continuación se expondrá de manera cronológica la aparición de los asesinos seriales que se han presentado en México, también se tomará en cuenta ciertos asesinos que por vivir cerca de la frontera de Estados Unidos llegaron a cometer homicidios en ambos países, pero a la hora de su captura y seguimiento del caso, fueron realizados por las instituciones de seguridad americanas. Se realizará un desarrollo analítico de sus características generales, así como sus antecedentes, modo de operar y cualquier tipo de declaración realizada antes o después de su momento de la detención. Para lograr una reseña acerca de los asesinos seriales que se han presentando en México se ha utilizado información fue recopilada de diferentes fuentes localizadas en las obras de Norma Lazo (2007), Robert M. Buffington (2001) y en Schechter y Everitt (1997).
Francisco Guerrero
Sobrenombre
Francisco Guerrero (otras versiones lo llaman Antonio Prida) “El Chalequero”.
Características
El primer asesino serial del se tiene registro en México, fue Francisco Guerrero, alias “el Chalequero”, quien fue un despiadado sujeto que motivado por un deseo sexual, mataba a mujeres luego de violarlas. En la Ciudad de México, en el Siglo XIX, “el Chalequero” era un criminal que actuaba por los rumbos del río Consulado.
El significado de su apodo tenía dos teorías, una era por los chalecos que este sujeto portaba, pues se refiere que este hombre vestía elegantemente cuando salía a la calle. La segunda establece que Francisco Guerrero, luego de que violaba a sus víctimas “a chaleco” (a la fuerza) las asesinaba con su cuchillo.
Modus operandi
Motivado por un deseo sexual, mataba a mujeres luego de violarlas. El modus operandi de Guerrero era sencillo, abordaba a las mujeres y les proponía sin más rodeos un encuentro sexual, posteriormente, dependiendo de la disposición de cada víctima para satisfacer los deseos del homicida, Guerrero las violaba, apuñalaba y degollaba tirando sus restos en los alrededores de río Consulado.
A diferencia de otros criminales históricos, “El Chalequero” nunca trató de ocultar su verdadera identidad.
Número de víctimas y crímenes
El asesino actuó impunemente durante siete años sin que la policía le pudiera detener y pese a que frecuentemente aparecían mujeres degolladas por el rumbo del río Consulado, las autoridades no tenían pista del autor, cometió alrededor de más de 20 homicidios que se le pudieron comprobar.
Detención
El 13 de junio de 1888, tras varios años de burlar a la justicia, y mientras en Londres Jack el destripador conmocionaba al mundo, Francisco Guerrero fue finalmente arrestado y condenado a muerte en México, sin embargo, el Presidente Díaz cambió la sentencia a sólo 20 años en la prisión de San Juan de Ulúa quedando en libertad en 1904.
Fue nuevamente arrestado el 13 de junio 1908, exactamente 20 años después de la primera aprensión, por el asesinato y decapitación de una anciana, características típicas en los crímenes de “El Chalequero”. Fue sentenciado a muerte en septiembre de ese año pero falleció en 1910 mientras esperaba su ejecución en la horca. Se dijo que fue víctima de tuberculosis.
Gregorio Cárdenas
“Y entonaba el pueblo: Te he de ver trasplantada en el huerto de mi casa”
(Canción popular dedicada a Goyo Cárdenas)
Sobrenombre
“El estrangulador de Tacuba”
Lugar de nacimiento
Ciudad de México, en 1915
Su infancia
De niño, Goyo sostuvo una relación enfermiza con su madre, Vicenta Hernández, una mujer dominante que lo reprimió hasta su adolescencia. Pese a ello, el altísimo coeficiente intelectual de Goyo hizo que fuese un estudiante destacado. La encefalitis que de niño padeció causó, sin embargo, un daño neurológico irreversible; a raíz de su enfermedad, Goyo padeció de enuresis y empezó a dar muestras de crueldad hacia los animales: se ensañaba torturando pollitos y conejos.
Su adolescencia
A sus veintisiete años, Goyo estudiaba ciencias químicas; era un alumno tímido y esmirriado, que utilizaba gruesos lentes. Pero eso no le impidió obtener una beca de PEMEX, que le permitió continuar sus estudios. Independizado de la sombra de su progenitora, Goyo rentó una casa en la calle Mar del Norte Nº 20, en Tacuba, cerca del centro histórico de la Ciudad de México.
Modus operandi
Todo comenzaba al momento de sentir la necesidad de entablar cierto grado de empatía que culminaría con encuentros sexuales esporádicos como se vio reflejado en su primer asesinato y se pudiera deducir como el fin del segundo y tercer homicidio, esta dinámica mencionada iniciaba en las calles donde abordaba a sus víctimas que en caso de acceder a sus intenciones buscaría culminar dentro de su domicilio ubicado en Tacuba.
Ya con la futura víctima internada en su domicilio su finalidad era satisfacer sus deseos pero el detonante para convertirse en asesino eran sus repentinos ataques de agresividad reflejados con el estrangulamiento de las dos primeras mujeres muertas por su deseo, aunque sólo pudo lograr tener sexo con la primera y la otra haya buscado romper con su negociación al percatarse de situaciones que pudieron ser extrañas para su persona o su variante al estrangulamiento que fueron las lesiones contusas ocasionadas a la tercer víctima dentro de su auto al recibir una negativa a sus sentimientos.
A pesar de que la última mujer no muriera en condiciones semejantes a las dos primeras, ni tuviera una moralidad desviada considerándose como parasociales por el trabajo que desempeñaban (prostitución) sí fue enterrada junto a las demás con lo que complementaba su ciclo de criminodinámica al tratar de esconder o desaparecer la principal evidencia de sus delitos cometidos.
Detención
8 de septiembre de 1942
Exámenes que le hayan aplicado
- En el Manicomio General de la Castañeda, donde recibió un tratamiento de electrochoques que permitió desaparecer rápidamente el estado confusional que padecía, le inyectaron pentotal sódico para determinar si realmente estaba loco o sólo fingía.
- Múltiples exploraciones hechas por Alfonso Quiroz Cuarón y el doctor Gómez Robleda.
- Quiroz Cuarón escribiría un libro, El caso de un estrangulador, considerado una obra maestra de la criminalística. Determinó que la encefalitis causó el daño cerebral que convirtió a Goyo en multihomicida.
- Durante su estancia en prisión fue sometido a 40 peritajes.
- A finales de 1943, algo más de un año después de haber cometido los delitos, el sujeto era seguramente el hombre más estudiado de México (Quiroz Cuarón).
- Una vez declaró: “A mí me examinaron como 48 o 50 médicos… unos señalaron esquizofrenia, otros una psicopatía, otros diferentes tipos de epilepsias, otros debilidad mental a nivel profundo. Otros, paranoia. Sí, cómo no”.
Declaraciones
El subjefe del Servicio Secreto, Simón Estrada Iglesias, lo interrogó sobre la desaparición de Graciela Arias. Como respuesta, Goyo le mostró unos pedazos de gis y le dijo que eran pastillas “para volverse invisible”. El investigador recrudeció su interrogatorio y, finalmente, Goyo se derrumbó: confesó que había matado a la chica y que la había enterrado en el patio de su casa.
En su cuarto de estudio, los investigadores hallaron un Diario, escrito de puño y letra de Goyo que decía:
“El 2 de septiembre se consumó la muerte de Gracielita. Yo tengo la culpa de ello, yo la maté, he tenido que echarme la responsabilidad que me corresponde, así como las de otras personas desconocidas para mí. Ocultaba los cadáveres de las víctimas porque en cada caso tenía la conciencia de haber cometido un delito”.
Pidió entonces una máquina de escribir e hizo él mismo su declaración, la cual parecía una obra policíaca: describía en detalle los asesinatos, pero echaba mano de recursos novelescos y de la jerga periodística de nota roja.
Cárdenas decía que había enloquecido por el exceso de trabajo y estudio, pero que en un par de años había vuelto a la normalidad. Pidió su traslado al área penal, que se le negó durante 14 años.
Detalles del caso
El 25 de diciembre de 1947, cinco años después de entrar al manicomio de Castañeda, Goyo se fugó con otro interno y partió rumbo a Oaxaca; veinte días después fue reaprendido y alegó que no había escapado, sino que se había ido de vacaciones y se entregó con la condición de que se le pusiera con los demás presos; lo logró, con la ayuda de Alfonso Quiroz Cuarón.
Su vida en prisión
Quiroz Cuarón lo ayudó a que estudiara derecho, se convirtió en litigante, realizaba historietas dibujadas por él mismo donde contaba crímenes famosos, e incluso escribió varios libros, entre ellos Celda 16, Pabellón de locos, Una mente turbulenta y Adiós a Lecumberri.
Goyo tocaba el piano que su madre le había regalado, escuchaba ópera, leía poesía, dirigió una revista y comenzó a pintar cuadros. En el penal se casó y tuvo hijos, a quienes mantenía con las ganancias de una tienda de abarrotes que puso dentro de la cárcel.
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