ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Asesinos Seriales Mexicanos


Enviado por   •  7 de Febrero de 2015  •  7.329 Palabras (30 Páginas)  •  638 Visitas

Página 1 de 30

A continuación se expondrá de manera cronológica la aparición de los asesinos seriales que se han presentado en México, también se tomará en cuenta ciertos asesinos que por vivir cerca de la frontera de Estados Unidos llegaron a cometer homicidios en ambos países, pero a la hora de su captura y seguimiento del caso, fueron realizados por las instituciones de seguridad americanas. Se realizará un desarrollo analítico de sus características generales, así como sus antecedentes, modo de operar y cualquier tipo de declaración realizada antes o después de su momento de la detención. Para lograr una reseña acerca de los asesinos seriales que se han presentando en México se ha utilizado información fue recopilada de diferentes fuentes localizadas en las obras de Norma Lazo (2007), Robert M. Buffington (2001) y en Schechter y Everitt (1997).

Francisco Guerrero

Sobrenombre

Francisco Guerrero (otras versiones lo llaman Antonio Prida) “El Chalequero”.

Características

El primer asesino serial del se tiene registro en México, fue Francisco Guerrero, alias “el Chalequero”, quien fue un despiadado sujeto que motivado por un deseo sexual, mataba a mujeres luego de violarlas. En la Ciudad de México, en el Siglo XIX, “el Chalequero” era un criminal que actuaba por los rumbos del río Consulado.

El significado de su apodo tenía dos teorías, una era por los chalecos que este sujeto portaba, pues se refiere que este hombre vestía elegantemente cuando salía a la calle. La segunda establece que Francisco Guerrero, luego de que violaba a sus víctimas “a chaleco” (a la fuerza) las asesinaba con su cuchillo.

Modus operandi

Motivado por un deseo sexual, mataba a mujeres luego de violarlas. El modus operandi de Guerrero era sencillo, abordaba a las mujeres y les proponía sin más rodeos un encuentro sexual, posteriormente, dependiendo de la disposición de cada víctima para satisfacer los deseos del homicida, Guerrero las violaba, apuñalaba y degollaba tirando sus restos en los alrededores de río Consulado.

A diferencia de otros criminales históricos, “El Chalequero” nunca trató de ocultar su verdadera identidad.

Número de víctimas y crímenes

El asesino actuó impunemente durante siete años sin que la policía le pudiera detener y pese a que frecuentemente aparecían mujeres degolladas por el rumbo del río Consulado, las autoridades no tenían pista del autor, cometió alrededor de más de 20 homicidios que se le pudieron comprobar.

Detención

El 13 de junio de 1888, tras varios años de burlar a la justicia, y mientras en Londres Jack el destripador conmocionaba al mundo, Francisco Guerrero fue finalmente arrestado y condenado a muerte en México, sin embargo, el Presidente Díaz cambió la sentencia a sólo 20 años en la prisión de San Juan de Ulúa quedando en libertad en 1904.

Fue nuevamente arrestado el 13 de junio 1908, exactamente 20 años después de la primera aprensión, por el asesinato y decapitación de una anciana, características típicas en los crímenes de “El Chalequero”. Fue sentenciado a muerte en septiembre de ese año pero falleció en 1910 mientras esperaba su ejecución en la horca. Se dijo que fue víctima de tuberculosis.

Gregorio Cárdenas

“Y entonaba el pueblo: Te he de ver trasplantada en el huerto de mi casa”

(Canción popular dedicada a Goyo Cárdenas)

Sobrenombre

“El estrangulador de Tacuba”

Lugar de nacimiento

Ciudad de México, en 1915

Su infancia

De niño, Goyo sostuvo una relación enfermiza con su madre, Vicenta Hernández, una mujer dominante que lo reprimió hasta su adolescencia. Pese a ello, el altísimo coeficiente intelectual de Goyo hizo que fuese un estudiante destacado. La encefalitis que de niño padeció causó, sin embargo, un daño neurológico irreversible; a raíz de su enfermedad, Goyo padeció de enuresis y empezó a dar muestras de crueldad hacia los animales: se ensañaba torturando pollitos y conejos.

Su adolescencia

A sus veintisiete años, Goyo estudiaba ciencias químicas; era un alumno tímido y esmirriado, que utilizaba gruesos lentes. Pero eso no le impidió obtener una beca de PEMEX, que le permitió continuar sus estudios. Independizado de la sombra de su progenitora, Goyo rentó una casa en la calle Mar del Norte Nº 20, en Tacuba, cerca del centro histórico de la Ciudad de México.

Modus operandi

Todo comenzaba al momento de sentir la necesidad de entablar cierto grado de empatía que culminaría con encuentros sexuales esporádicos como se vio reflejado en su primer asesinato y se pudiera deducir como el fin del segundo y tercer homicidio, esta dinámica mencionada iniciaba en las calles donde abordaba a sus víctimas que en caso de acceder a sus intenciones buscaría culminar dentro de su domicilio ubicado en Tacuba.

Ya con la futura víctima internada en su domicilio su finalidad era satisfacer sus deseos pero el detonante para convertirse en asesino eran sus repentinos ataques de agresividad reflejados con el estrangulamiento de las dos primeras mujeres muertas por su deseo, aunque sólo pudo lograr tener sexo con la primera y la otra haya buscado romper con su negociación al percatarse de situaciones que pudieron ser extrañas para su persona o su variante al estrangulamiento que fueron las lesiones contusas ocasionadas a la tercer víctima dentro de su auto al recibir una negativa a sus sentimientos.

A pesar de que la última mujer no muriera en condiciones semejantes a las dos primeras, ni tuviera una moralidad desviada considerándose como parasociales por el trabajo que desempeñaban (prostitución) sí fue enterrada junto a las demás con lo que complementaba su ciclo de criminodinámica al tratar de esconder o desaparecer la principal evidencia de sus delitos cometidos.

Detención

8 de septiembre de 1942

Exámenes que le hayan aplicado

- En el Manicomio General de la Castañeda, donde recibió un tratamiento de electrochoques que permitió desaparecer rápidamente el estado confusional que padecía, le inyectaron pentotal sódico para determinar si realmente estaba loco o sólo fingía.

- Múltiples exploraciones hechas por Alfonso Quiroz Cuarón y el doctor Gómez Robleda.

- Quiroz Cuarón escribiría un libro, El caso de un estrangulador, considerado una obra maestra de la criminalística. Determinó que la encefalitis causó el daño cerebral que convirtió a Goyo en multihomicida.

- Durante su estancia en prisión fue sometido a 40 peritajes.

- A finales de 1943, algo más de un año después de haber cometido los delitos, el sujeto era seguramente el hombre más estudiado de México (Quiroz Cuarón).

- Una vez declaró: “A mí me examinaron como 48 o 50 médicos… unos señalaron esquizofrenia, otros una psicopatía, otros diferentes tipos de epilepsias, otros debilidad mental a nivel profundo. Otros, paranoia. Sí, cómo no”.

Declaraciones

El subjefe del Servicio Secreto, Simón Estrada Iglesias, lo interrogó sobre la desaparición de Graciela Arias. Como respuesta, Goyo le mostró unos pedazos de gis y le dijo que eran pastillas “para volverse invisible”. El investigador recrudeció su interrogatorio y, finalmente, Goyo se derrumbó: confesó que había matado a la chica y que la había enterrado en el patio de su casa.

En su cuarto de estudio, los investigadores hallaron un Diario, escrito de puño y letra de Goyo que decía:

“El 2 de septiembre se consumó la muerte de Gracielita. Yo tengo la culpa de ello, yo la maté, he tenido que echarme la responsabilidad que me corresponde, así como las de otras personas desconocidas para mí. Ocultaba los cadáveres de las víctimas porque en cada caso tenía la conciencia de haber cometido un delito”.

Pidió entonces una máquina de escribir e hizo él mismo su declaración, la cual parecía una obra policíaca: describía en detalle los asesinatos, pero echaba mano de recursos novelescos y de la jerga periodística de nota roja.

Cárdenas decía que había enloquecido por el exceso de trabajo y estudio, pero que en un par de años había vuelto a la normalidad. Pidió su traslado al área penal, que se le negó durante 14 años.

Detalles del caso

El 25 de diciembre de 1947, cinco años después de entrar al manicomio de Castañeda, Goyo se fugó con otro interno y partió rumbo a Oaxaca; veinte días después fue reaprendido y alegó que no había escapado, sino que se había ido de vacaciones y se entregó con la condición de que se le pusiera con los demás presos; lo logró, con la ayuda de Alfonso Quiroz Cuarón.

Su vida en prisión

Quiroz Cuarón lo ayudó a que estudiara derecho, se convirtió en litigante, realizaba historietas dibujadas por él mismo donde contaba crímenes famosos, e incluso escribió varios libros, entre ellos Celda 16, Pabellón de locos, Una mente turbulenta y Adiós a Lecumberri.

Goyo tocaba el piano que su madre le había regalado, escuchaba ópera, leía poesía, dirigió una revista y comenzó a pintar cuadros. En el penal se casó y tuvo hijos, a quienes mantenía con las ganancias de una tienda de abarrotes que puso dentro de la cárcel.

Su salida de prisión

En 8 de septiembre de 1976, cuando salió de prisión, Cárdenas instaló un despacho legal cerca de Lecumberri, en la calle del mismo nombre, y siguió allí incluso después de que la cárcel desapareciera y se convirtiera en el Archivo General de la Nación.

- La familia de Goyo apeló al entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, quien, al determinar que Goyo era “una celebridad”, terminó por absolver “El estrangulador de Tacuba” abandonó la cárcel.

- A principios de los ochenta, Goyo Cárdenas fue convocado a una reunión plenaria del Congreso de la Unión y homenajeado y ovacionado de pie por los diputados y senadores. Aun ahora se acusa a los congresistas de haber cometido un acto infame: ¿cómo olvidar que reconocían a un asesino serial? Pero se alegó que si el ideal de un sistema judicial es la rehabilitación de los reos, Cárdenas es un ejemplo claro de que es posible.

Fecha de muerte

Goyo Cárdenas murió el 2 de agosto de 1999 a los 82 años de edad y se convirtió de esa manera en el asesino serial más surrealista de la Historia. El pueblo le hizo canciones, hubo estampitas con su imagen y fue idolatrado por la gente, que aún recuerda su nombre y obras.

Las Poquianchis

Nombres y sobrenombres

Delfina, María de Jesús, María Luisa y Carmen González Valenzuela. “Las Poquianchis o las hermanas diabólicas”.

Originarias

Las Poquianchis eran originarias de El Salto de Juanacatlán, Jalisco, donde se iniciaron en el negocio de la prostitución y fundaron su primera casa de citas.

Uno de los casos más conocidos y antiguos dentro de estos en México, es el de Las Poquianchis. Iniciando sus actividades delictivas en 1958 en San Francisco de Rincón, Guanajuato. A finales de los años cincuentas, en el estado de Guanajuato, se descubrió que las hermanas Delfina y María de Jesús González -dueñas de un burdel ubicado en el rancho El Ángel, cerca de la ciudad de León- torturaban a menores de edad y las obligaban a prostituirse.

Las Poquianchis manejaban dos burdeles en esas zonas, uno en San Francisco y otro en León. Existe una versión que dice que el primer prostíbulo que tuvieron pertenecía anteriormente a un homosexual al cual precisamente le apodaban El Poquianchi, de ahí que a Carmen, Delfina, María Luisa y María de Jesús, las cuatro hermanas, se les conociera por ese mismo apodo. Se cree también que a las hermanas González Valenzuela les fue puesto el mote de Las Poquianchis dada la forma voluminosa de sus caderas.

Modus operandi

Reclutaban prostitutas mediante anuncios en el periódico para sus prostíbulos en las ciudades de León y San Francisco, pero si las chicas no complacían a los clientes, las mataban. Algunas veces, inclusive, asesinaban también a los clientes que se presentaban en el local con mucho dinero. Cuando una de las jóvenes que trabajaban para las “Hermanas Diabólicas” logró escapar del encierro, la madre de ésta dio aviso a las autoridades. La policía rescató a doce mujeres, quienes se encontraban en pésimas condiciones de salud e higiene. Muchas de las mujeres declararon a las autoridades que habían sido secuestradas, las mantenían encerradas y que nunca las dejaban salir de las casas de citas, eran golpeadas de forma casi diaria. Si alguna de ellas quedaba embarazada, les quitaban a sus hijos, quienes eran asesinados y enterrados de forma clandestina.

Las víctimas narraron a los judiciales cómo algunas de sus compañeras fueron golpeadas y torturadas por sus patronas e incluso varias fueron asesinadas y enterradas dentro del mismo predio dónde eran explotadas.

Según el relato de las rescatadas, Las Poquianchis también asesinaban a aquellas prostitutas que “ya no les servían” a quienes sepultaban vivas en un panteón clandestino ubicado en el poblado de Los Ángeles, de San Francisco del Rincón. Este “trabajo” era realizado por el capitán del Ejército, Hermenegildo Zúñiga Maldonado, conocido como El Capitán Águila Negra, quien fue amante de Delfina y protector de las lenonas.

En las investigaciones llevadas a cabo durante el mes de enero de 1964 en el mencionado rancho de Loma de San Ángel fueron hallados los cuerpos de 11 hombres, 80 mujeres y una cantidad no determinada de fetos.

Detención

Su carrera delictiva terminó en 1964, durante el mes de enero, en el mencionado rancho de Loma de San Ángel, cuando una de las muchachas secuestradas, Catalina Ortega logró escapar encontrándose con su madre. Después, juntas acudieron a la policía, judiciales y policías acudieron al lugar, rescatando a 12 mujeres en estado deplorable, sucias, enfermas y desnutridas. La investigación que siguió develó una historia de horror, cadáveres enterrados de mujeres, hombres y fetos fueron descubiertos, la cifra oscila entre 30 y 90 muertes.

Las hermanas González Valenzuela sufrieron diferentes castigos. Delfina y María Luisa fueron sentenciadas a 40 años de prisión (la pena máxima en México) y se les trasladó a la cárcel de Irapuato, Guanajuato. Estando ahí, Delfina murió a causa de un accidente y falleció tras una larga agonía. María de Jesús cumplió su condena y salió libre, pero no se ha vuelto a saber de ella y Carmen murió de cáncer.

Declaraciones

Según el relato de las hermanas González Valenzuela, las técnicas que usaban para instalar un prostíbulo primero consistía en hacer amistad con las autoridades para estar protegidas. En muchas ocasiones, se hicieron amantes y proporcionaron dinero a funcionarios locales para asegurar que su negocio no fuera cerrado.

Ya instaladas en sus cabarets, Las Poquianchis contrataban personas que recorrieran la República para buscar adolescentes de entre 13 y 15 años de edad, para que por medio del engaño de contratarlas como sirvientas y la extorsión las condujeran a sus negocios, donde una vez que entraban eran mantenidas en cautiverio para prostituirlas.

Juan Vallejo Corona

Sobrenombre

“El asesino del machete”

Lugar de nacimiento

Nace en el año de 1934 y desde joven migró a California, a la ciudad de Yuba City donde se establece.

Entorno familiar

Corona era un pacífico hombre, se casó y formó una familia de cuatro hijas. Era un devoto religioso que no faltaba un solo domingo a la iglesia, con paso del tiempo se convirtió en contratista de mano de obra. Su labor era altamente apreciada entre los granjeros del lugar a quienes proporcionaba mano de obra barata, generalmente mexicanos emigrantes que como él, perseguían un mejor nivel de vida.

Sus ingresos rondaban los $20,000 dólares al año y no había quejas de que abusara de los trabajadores temporales a quienes contrataba.

Modus operandi

Pero el 19 de Mayo de 1971 un granjero japonés de la zona, sale a pasear por sus huertos de durazno y nota que alguien ha excavado entre dos árboles un hoyo de dimensiones semejantes a las de una tumba.

Los oficiales se encontraron con el cadáver de un hombre blanco y delgado. En vida aquel sujeto se llamaba Kenneth Whiteacre y había sido apuñalado en el pecho, fuertemente golpeado en la cabeza y con varias laceraciones profundas detrás del cráneo. En sus ropas se pudo hallar un pasquín de pornografía gay lo que hizo suponer que se trataba de un homosexual.

El 24 de Mayo, mientras operaban un tractor en un rancho vecino los trabajadores tuvieron que parar al encontrar partes de la tierra colapsadas. De nuevo fue llamada la policía y encontraron el cuerpo de Charles Fleming otro vagabundo del lugar. Esta vez las autoridades actuaron con mayor cautela y la búsqueda de más cuerpos se intensificó sin encontrar nada, hasta que un oficial descubrió un pequeño camino entre la vegetación que los condujo a una enorme tumba colectiva.

Al excavar encontraron otro cadáver, un hombre con las mismas heridas de muerte, golpes en la cabeza y laceraciones producidas por lo que parecía ser un machete. El sujeto enterrado era un granjero indigente. Siguieron apareciendo cuerpos uno tras otro en diferentes grados de descomposición de tal modo que se pudo establecer hasta la cronología de las muertes. Algunos de ellos difícilmente podían mantenerse completos. Tuvieron que ser colocados dentro de bolsas de plástico para su posterior identificación. Indudablemente era esta fosa colectiva el producto de un solo criminal puesto que todos los cuerpos presentaban signos de un mismo ritual de muerte.

Las víctimas aparecían con evidentes signos de asalto sexual, con los calzones a los tobillos y los genitales expuestos. La mayoría habían sido trabajadores emigrantes y/o vagabundos, asesinados con arma punzocortante y golpes a la cabeza. Algunos habían incluso recibido un tiro.

Detención

El 26 de mayo de 1971, la policía fue con una orden de cateo a la casa de Juan Corona y en ella se encontraron dos cuchillos con manchas de sangre, al igual un machete, una pistola y ropa manchadas con sangre. También se encontró una agenda en donde venía la mayoría de los nombres de las víctimas que se habían encontrado, la agenda tenía como título de referencia La lista de la muerte.

El juicio contra Juan Corona fue sumamente largo y tedioso. El procedimiento se tornó en una lucha de intereses entre los abogados de la defensa y los de la parte acusadora, en este caso del Estado de California. Las principales disputas giraron en torno a la evidencia forense, su complicada y fallida recopilación. Ningún especialista de los que pasaron a rendir testimonio en la corte pudo asegurar al 100% que los cuchillos y el machete de Corona estaban conectados con los cadáveres encontrados. En cuanto a la sangre, igual ningún especialista pudo establecer de manera convincente que hubiera conexión entre las muestras de los muertos y las manchas y gotas encontradas en los efectos personales y la propiedad del acusado. Luego estuvo el hecho de que nadie pudo concluir que Juan Corona fuera homosexual, este hecho hubiera resultado crucial dada la evidencia de que los crímenes tenían una motivación sexual. El abogado defensor nunca llevó ningún testigo clave al estrado y aunque no lo nombró explícitamente basó gran parte de su estrategia en sugerir, que había sido el hermano de Juan, es decir Natividad Corona, el verdadero responsable de la matanza.

Para complicar más el juicio resulta que se le acusó a Corona por los 25 crímenes, multiplicando así en costos monterarios y de tiempo las diligencias respectivas. Finalmente ambas partes dieron por agotados su trabajo y el jurado decidió que Juan Corona era culpable de 25 homicidios y en consecuencia el juez recetó 25 cadenas perpetuas con derecho a libertad condicional.

En cuanto Corona, no lo pasó bien en la cárcel los primeros años, puesto que fue atacado por 4 internos quienes lo cocieron a puñaladas, casi muriendo y perdiendo un ojo tras el ataque. Se recuperó y a la fecha continúa purgando sentencia en la prisión estatal de Corcoran en California. Padece de demencia senil y su salud no es buena.

El Culto Narcosatánico de Matamoros, Tamaulipas

“Consideraba que los rituales eran Inútiles si las víctimas no morían gritando” (Constanzo)

Nombres y sobrenombres

Adolfo de Jesús Constanzo, “El Padrino” y Sara María Alderte Villarreal, “La Madrina”.

Originarios

Adolfo de Jesús Constanzo, nació el día primero de noviembre de 1962 en Miami Florida, Estados Unidos. Su viuda madre de nombre Delia Aurora González del Valle fue inmigrante cubana, tuvo a Adolfo a los 15 años y tendría eventualmente tres hijos de diferentes padres. Ella emigró a San Juan de Puerto Rico, después de que su primer esposo muriera y volvió a casarse allí.

Sara María Alderete Villarreal, nació el domingo 6 de septiembre de 1964, en Matamoros, Tamaulipas. Realizó gran parte de sus estudios en la ciudad de Bronwsville Texas.

Entorno familiar

Constanzo fue bautizado como católico y sirvió como monaguillo; pero también fue influenciado por su madre en el culto denominado “Palo Mayombe” una religión santanera ampliamente arraigada en Haití y otras partes de Sudamérica. La familia regresó a Miami en 1972, y su padrastro murió al poco tiempo dejando a la familia con algo de dinero, su madre pronto volvió a casarse y su nuevo padrastro se vio involucrado en el ocultismo y el tráfico de drogas.

La madre de Adolfo se encargó de llenarle la cabeza de historias extravagante, era aficionada con los asuntos relativos a la brujería. Su obsesión la hacía convencerse de que su hijo era un elegido, con tan sólo seis meses de vida, empeñada en su idea lo llevó a fuera bendecido por un sacerdote haitiano del culto.

Su juventud

A partir de ahí, la infancia y la juventud de Adolfo, que fueron duras, giraban en entorno al oscuro mundo de la secta, donde junto con su madre asaltaban cementerios para obtener aderezos para el caldero de los sacerdotes, Adolfo y su progenitora fueron arrestados en varias ocasiones por vandalismo, robos y otros delitos menores. Con el paso de los años Constanzo se convirtió en un hombre atractivo, seductor, dotado para el engaño y la manipulación, también era homosexual pero eso no le impedía tener relaciones sexuales con mujeres.

Era tan eficaz a la hora de embaucar a los clientes que él y su madre atendían, que pronto se dio cuenta de los resorte psicológicos que debería emplear en cada caso, así inexorablemente, los mafiosos artistas, policías e incluso políticos no sólo comenzaron a pagar grandes sumas por los servicios sino que extendió su fama.

El éxito definitivo le llegó cuando hizo su primera gran predicción al pronosticar el atentado contra el presidente Ronald Reagan en 1981.

En 1983, Constanzo decidió entregarse al lado oscuro del Palo Mayombe y vendió su alma y servicios a Kadiempembe, el equivalente a Satán Cristo, tras hacer que durante la ceremonia, los símbolos del mal se le fuesen grabados en el cuerpo con un cuchillo, se sintió todo poderoso.

Después Constanzo se traslada a la ciudad de México subsistiendo como lector de tarot, ahí recluto a dos jóvenes Martín Quintana Ramírez y Omar Orea Ochoa, para que fungieran como sirvientes, amantes y discípulos. Se convirtió en el líder de un culto hecho y derecho, que tenía a jefes de narcos, músicos y policías a su mando.

Tras ello, la secta se desplazó a la ciudad de Matamoros, fronteriza con los Estados Unidos. Allá conoció a Sara Aldrete, una atractiva mujer que fue inmediatamente subyugada por el brujo hasta convertirse en su sacerdotisa y amante.

Adolfo entró en contacto con el clan de los Hernández. Convenció a su jefe, Elio Hernández, de que el gran Kadiempembe no sólo les protegería contra todo mal, sino que además se encargaría de multiplicar las ganancias. El precio convenido fue nada menos que un cincuenta por ciento del negocio. Hecho el acuerdo, el Padrino Constanzo y la Madrina Aldrete se instalaron en el rancho Santa Elena, cercano a Matamoros, donde desarrollaron sus actividades. Habría poco sexo entre ellos, pues el gran gurú prefería los servicios de Quintana y Orea.

Las cosas, no obstante, fueron viento en popa. Constanzo y los Hernández eran capaces de introducir nada menos que una tonelada de marihuana por semana en los Estados Unidos. La contrapartida de los enormes beneficios era obvia: Los ritos requeridos por la protección del Palo Mayombe eran cada vez más frecuentes, salvajes y espantosos. Alimentar el puchero de Constanzo se hacía cada vez más complicado y a ello se añadía el problema de que los lugareños a los que habitualmente se sacrificaba no parecían gritar lo suficiente para satisfacer al temible Kadiempembe.

Modus operandi

El culto establecido en Matamoros, en la región fronteriza de México, vendía drogas, desplegaba ceremonias ocultas para protección, sortilegio que facilite un negocio, entre otras; para fines de 1987, secuestraba y asesinaba personas para usarlos en sacrificios humanos. Estas víctimas cayeron junto con los rivales del culto y de las drogas.

Los jóvenes incautos, o quizás no tanto, comenzaron a interesarse por las actividades de los “narcosatánicos”, y se unieron a la comunidad. Adolfo les aseguró que no tendrían que preocuparse más del dinero, ni de la moral imperante. Se convertirían en seres invulnerables, invisibles y poderosos, si seguían sus indicaciones.

Para ello, tenían que consumir un brebaje caliente que estaba compuesto por diversos ingredientes secretos. Entre ellos, el cerebro de una persona, varias extremidades amputadas, sangre humana, alcohol y otras substancias.

Para conseguirlas, no dudaban en secuestrar a turistas, vecinos de ambas partes de la frontera y ejecutarlos en asesinatos rituales.

En ocasiones, era Sara la que ejecutaba personalmente al incauto. Le colgaban de una soga, de manera que pudiera agarrarse con las manos, luchando para sobrevivir. Mientras se afanaba por respirar, bajaban la soga hasta un caldero con agua hirviendo, Sara le cortaba el miembro viril y los pezones con unas tijeras. La agonía duraba varias horas e incluso, en alguna ocasión, le abría el pecho con un gran cuchillo y todavía vivo, le arrancaba parte del corazón de un mordisco, mientras el pobre infeliz, todavía consciente y forzado a verlo todo, gritaba de puro dolor.

El nueve de abril de 1989, la policía mexicana detiene en un rutinario control, la camioneta que conducía David Serna Valdez, de 22 años, a la altura del kilómetro 39 en la carretera de Matamoros a Reynosa en el rancho de Santa Elena.

En ella se encuentran restos de marihuana y una pistola del calibre 38, por lo que el joven conductor es detenido. Tras unas horas de interrogatorio confiesa su pertenencia a una secta de “magia negra” que utiliza el rancho para realizar sus sacrificios rituales con seres humanos, además del narcotráfico.

Estas sorprendentes confesiones obligan a la policía a registrar el rancho, hallando allí otros ciento diez kilos de marihuana y algo mucho más macabro: un caldero de hierro de hedor pestilente que contiene sangre seca, un cerebro humano, colillas de cigarros, 40 botellas vacías de aguardiente, machetes, ajos y una tortuga asada. Alrededor de la casa, una fosa común con doce cadáveres descuartizados, a los que se había extirpado el corazón y el cerebro en algún extraño ritual.

Los detenidos revelaron además la existencia de otra sede del grupo en otras ciudades del país, en dónde se fueron descubriendo más delegaciones y sucediendo una serie de detenciones.

A partir de ese momento, más de trescientos policías participan activamente en la búsqueda de Constanzo y sus seguidores más próximos: Sara Aldrete, Álvaro de León Valdez, Omar Francisco Orea, y Martín Quintana, quienes emprenden una huida por todo México durante tres semanas.

Detención

El 7 de mayo de 1989, son descubiertos por algunos agentes de la policía judicial que se hallaban registrando la zona, y sintiéndose acorralados, los cómplices del Padrino comienzan a dispararles desde una ventana del edificio en la calle Río Sena de la Ciudad de México.

Dentro, se encontraban Constanzo y los demás, quienes habían hecho un pacto de suicidio mutuo si no lograban deshacerse de los policías.

Viendo la gran cantidad de agentes que les rodeaban y ganaban terreno a cada paso, desesperado, ordena a su compañero Valdez que le dispare con una ametralladora que le tiende, y Quintana, fiel con su líder decide de suicidarse con él. Ambos se meten en un armario ordenando disparar a Valdez.

A la llamada Madrina se le acusó de ser copartícipe en la muerte de 15 personas, cuyos cadáveres fueron encontrados en el rancho Santa Elena, ubicado en Matamoros, Tamaulipas. Los cuerpos presentaban huellas de sacrificios satánicos, por lo que se les empezó a denominar narcosatánicos.

Terminan capturados Sara María Aldrete Villarreal, “La Madrina”; Álvaro de León Valdez y Omar Francisco Orea y poco después se conoce que también en la Ciudad de México practicaban sus rituales diabólicos. En sus declaraciones señalan a infinidad de “artistas” y hasta políticos adeptos a los actos de brujería, destacando que contaban con un séquito de 12 sacerdotes para dirigir la secta en todo el país.

Ángel Maturino Reséndiz

Sobrenombre

El Asesino de las vías del tren

Lugar de nacimiento

México, 01 de Agosto de 1959

Entorno familiar

La infancia de Reséndiz no se caracterizó por la unidad familiar ni por un ambiente de solidez y valores. Al parecer, no vivió con su madre sino con otra familia y su vida era en las calles, expuesto a una vida pendenciera y fuera de conducta. Según su madre, pudo ser incluso atacado sexualmente por los homosexuales de Puebla. A los 16 años ya estaba cruzando ilegalmente la frontera a los Estados Unidos.

Modus operandi

Viajaba ilegalmente en trenes de carga por todo el país, entraba a la casa de sus víctimas, donde violaba a las mujeres y las mataba a golpes y mataba a los hombres acuchillándolos, después permanecía varios días en las casas comiendo y durmiendo, para después escapar. Era sospechoso de crímenes cometidos en varios estados de la Unión Americana y en Ciudad Juárez, México.

Cuando la víctima llegaba era brutalmente atacada con cualquier objeto u herramienta que estuviera a mano. Los oficiales de policía consideraban a este sujeto como extremadamente peligroso por la variedad de objetos que usaba para matar a sus victimas. Ya fuera un martillo o una roca, cualquier cosa le era útil. A pesar de que el hombre no era de gran complexión física, para las víctimas fue como si los hubiera atacado un gigante por la furia y malignidad del ataque sufrido.

Sus homicidios

Las víctimas nunca fueron de características específicas, siguiendo el patrón del criminal desorganizado que ataca basado en la oportunidad del momento. Atacó tanto a jóvenes parejas universitarias como a adultos mayores de más de 80 años. A algunas de ellas las violó antes de asesinarlas aunque no era el objetivo primario en él, sin embargo, si se daba la oportunidad de violar y hacer más daño lo hacia sin mayores miramientos. Era consumidor de alcohol y drogas, robaba para continuar con sus vicios y varias veces tomó los vehículos de las víctimas para transportarse. De hecho, así fue como se le pudo conectar con varios crímenes, por las huellas dactilares y los restos de sangre que transportaba de un sitio a otro. Sus homicidios se presentaron alrededor de 1985 hasta 1999.

Detención

Drew Carter, un joven agente de Texas, entró en contacto con la familia de Resédiz, quien tiene varios familiares esparcidos por Estados Unidos. Fue la hermana quien negoció un trato con Carter con el objetivo de mantener a salvo a su hermano. Se dice la hermana deseaba que el FBI no matara a su hermano y, a la vez, ya había cazarrecompensas merodeando la frontera. El trato consistía en proteger la vida de Reséndiz y de aplicarle una prueba psicológica. En ningún momento se negoció la no pena capital, ni el posible resultado de un juicio. Lo curioso del asunto es que todos sabían que Texas es uno de los lugares donde más ejecuciones son efectuadas por crímenes como estos. Prácticamente estaba asegurada la pena capital.

El mexicano Ángel Maturino Reséndiz fue ejecutado el 27 de Junio del 2006 con inyección letal en la cámara de la muerte del estado de Texas por uno de los 15 asesinatos a los que se fue vinculado.

Juana Barraza Samperio

Sobrenombre

La mata viejitas

Originaria

Nació en la ciudad de Puebla en 1954

Entorno familar

Antes de cumplir 15 años vivió una traumática existencia. Su madre era una alcohólica que la separó de bebé de su padre natural. Descubrió que su tutor no era su padre y a los 12 años fue regalada a un extraño que abusó sexualmente de ella.

Vida personal

Después, un hijo suyo murió en un asalto y fracasó en el mundo de la lucha libre, donde cambió el traje y la máscara por la venta de palomitas a los espectadores del cuadrilátero.

Empezó con robos. Bajo engaños y con disfraz de enfermera o trabajadora social, ganó la confianza de sus presas, a las que atacó en arranques de odio.

Gabriel Barrón explicó que preparaba sus crímenes de manera “metódica y calculadora” pero al ejecutarlos y en el tiempo que estaba en el domicilio de las víctimas “la euforia y desorganización ocuparon su mente”.

Barrón intentó establecer cual de los seis momentos más traumáticos de la infancia de Juana Barraza desencadenó sus impulsos homicidas, aunque asegura que ella no podrá alegar alteración emocional, porque siempre estuvo ubicada en tiempo y espacio para cometer sus crímenes.

Sus homicidios

El primer asesinato atribuido a la mata viejitas fue cometido a fines de los años 90 aún cuando la serie de asesinatos comenzó presuntamente el 17 de noviembre de 2003. Se ha estimado que el número total de sus víctimas oscila entre 42 y 48.

El 31 de Marzo del 2008 el juez 67 de lo penal, con sede en Santa Martha Acatiltla dictó sentencia en contra, al otorgarle 759 años y 17 días de prisión por 17 homicidios y 12 robos cometidos en agravio de personas de la tercera edad. Si continúa viva a la edad de 100 años, podrá disponer de su libertad en el 2056.

Todas las víctimas de la asesina eran mujeres adultas mayores (“ancianas”), quienes en su mayoría vivían solas. Las muertes eran provocadas por golpes, heridas de armas punzo cortantes o estrangulación, con robos materiales a las víctimas inmediatamente después de ser asesinadas. En casos aislados, se encontró evidencia de abuso sexual en las víctimas.

Modus operandi

En el transcurso de las actividades criminales de la mata viejitas, las autoridades policíacas fueron duramente criticadas por los medios de comunicación puesto que, todavía a finales del 2005, asumían un “sensacionalismo mediático” respecto a un asesino en serie.

Asimismo, se criticó el hecho de que el asesino era buscado, tal vez inútilmente, entre las prostitutas y travestis de la Ciudad de México. De hecho, durante la cacería de la asesina, Bernardo Bátiz, entonces Procurador de Justicia de la Ciudad de México, había indicado que “el Mata viejitas” era “brillantemente listo” (creyéndose hasta ese momento que se trataba de un hombre y no de una mujer), que cometía sus crímenes después de un corto período durante el cual se ganaba la confianza de sus víctimas. Los oficiales que investigaban el modus operandi del asesino sospecharon que él o la “mata viejitas” se presentaba ante sus víctimas como trabajador social del gobierno (enfermera), ofreciendo programas de beneficencia para personas de la tercera edad. La búsqueda de la asesina fue complicada debido al cúmulo de evidencias contradictorias. En un punto de la investigación, la policía conjeturó que eran dos asesinos los que podrían estar implicados. También se puso singular atención en la extraña coincidencia de que por lo menos tres de las víctimas del asesino poseían una copia de una pintura del siglo XVIII, Niño en Chaleco Rojo, del artista francés Jean-Baptiste Greuze. Interesantemente, antes de la captura de la presunta asesina, las autoridades mexicanas divulgaban declaraciones de testigos que señalaban que el asesino usaba ropa de mujer para acceder a los apartamentos de las víctimas.

En uno de los casos, uno de los testigos observó a una “mujer grande con una blusa roja” salir del hogar de una de las mujeres asesinadas. Ello fue interesante para los criminólogos, forenses y detectives puesto que había grandes paralelos entre la mataviejitas y el monstruo de Montmartre. Bajo ese contexto, se atribuyó al asesino (presumiblemente varón) la posibilidad de una doble personalidad. Otra observación interesante, hecha por los investigadores, fue la extraña coincidencia de que algunas de las víctimas de la asesina en serie eran de origen español.

Detención

El mayor avance en el caso ocurrió el 25 de enero de 2006 cuando se arrestó a una persona sospechosa huyendo del hogar de la última de las víctimas atribuidas a la asesina. La víctima, Ana María de los Reyes Alfaro, de 82 años de edad, residente de la colonia Moctezuma primera sección en la ciudad de México, había sido estrangulada con un estetoscopio, siendo varias veces apuñalada con un cuchillo ranger militar.

Para sorpresa de muchos que aseguraban que el asesino era hombre, la persona detenida fue Juana Barraza Samperio, de 48 años en ese entonces. En pruebas preliminares, Barraza se asemejaba bastante a un modelo de arcilla que describía las características faciales del asesino: Persona de cabello tupido, teñido de color rubio y rostro de facciones duras. Al ser detenida portaba un estetoscopio, formas de solicitud de pensión para adultos mayores y una tarjeta que la identificaba como trabajadora social.

Preliminarmente, la policía de la ciudad de México aseguró que las huellas digitales de Barraza habían sido encontradas en la escena de por lo menos diez homicidios. Se dice que, al momento de ser capturada, la presunta asesina confesó haber asesinado a la anciana, Ana María de los Reyes Alfaro y a otras tres mujeres, pero negó estar implicada en el resto de los asesinatos.

Ella comentó a los reporteros que había visitado la casa de Ana María de los Reyes Alfaro en búsqueda de trabajo como lavandera. “Ustedes sabrán por qué lo hice cuando lo lean de mi declaración ministerial” finalizó Barraza.

Raúl Osiel Marroquín

Sobrenombre

El “sádico” Marroquín Reyes. Responsable de al menos seis secuestros y el homicidio de cuatro de sus víctimas, a quienes asesinó con el apoyo de su cómplice de nombre Juan Enrique Madrid Manuel.

Originario

Tampico, Tamaulipas

Modus operandi

Consistía en contactar hombres jóvenes en cafés y centros nocturnos, principalmente en la Zona Rosa de la Ciudad de México. Entablaba amistad, ya ganada su confianza los invitaba a un hotel, ahí determinaba si contaban con recursos económicos, si no los tenían eran liberados.

Los que disponían de recursos económicos eran llevados con engaños a su departamento para someterlos, ultrajarlos y finalmente asesinarlos. Sus cautiverios duraban entre cinco y siete días en el departamento que se usaba como casa de seguridad, donde además los torturaba para posteriormente ahorcarlos con una soga hasta privarlos de su vida. Después, Marroquín Reyes abandonaba los cuerpos dentro de maletas negras en la vía pública.

El patrón de conducta de quien empezó siendo un secuestrador y después un asesino serial, se identificó con la utilización de cinchos de plástico blanco para sujetar manos y pies de las víctima, así como la colocación de una cinta negra en el cuello. Además, sustraía las identificaciones de las víctimas, documentos que conservaba y portaba al momento de su detención como presea de sus crímenes. Destaca que a una de las víctimas le arrancó la piel de la frente con una navaja, para realizarle una figura de estrella.

Secuestros y Homicidios

Un empleado de una televisora, estudiante de 20 años de edad, cuyo cadáver se encontró el día 27 de octubre y fue abandonado en el metro Chabacano; un empleado también joven de 28 años de edad, el cual conoció en un restaurante en el perímetro de la Zona Rosa y quien fue abandonado maniatado de pies y manos en las calles de Amazonas; dos empleados jóvenes cuyos cuerpos fueron encontrados en torno a la colonia Asturias y un empleado de restaurante el cual secuestró y posteriormente fue liberado en torno al metro la Viga.

Detención

Durante la detención a Raúl Osiel Marroquín le fueron asegurados los siguientes objetos: tres tarjetas bancarias donde realizaba operaciones para el pago de rescates, un teléfono celular, dos credenciales. Las víctimas fueron objeto de suplantación por esta persona, posteriormente fueron asesinadas.

José Luis Calva Zepeda

Sobrenombre

“El Poeta Caníbal” o “El caníbal del Guerrero”

Lugar de nacimiento

Ciudad de México, 20 de junio de 1969.

Entorno familiar

A los dos años, su padre murió en circunstancias trágicas. Desde entonces, José Luis fue maltratado psicológicamente por su madre. En 1976, un episodio de abuso sexual lo marcó. Al poco tiempo escapó de su casa y vivió mucho tiempo en la calle, entre los niños que utilizaban drogas y se prostituían por unas cuantas monedas. Calva Zepeda aprendió muy pronto a odiar y despreciar a las mujeres. Con el advenimiento de la adolescencia y el descubrimiento de su bisexualidad, la mezcla entre atracción y desprecio hizo crisis en su psique.

Calva Zepeda consiguió estudiar hasta la educación media superior. Cuando finalmente se casó, procreó a dos hijas. Su matrimonio duró siete años, al término de los cuáles el divorcio se hizo necesario. Solo de nuevo, Calva Zepeda se refugió en la escritura: realizaba poemas y cuentos que reflejaban sus estados anímicos y en los que comunicaba su retorcida visión del mundo.

Modus operandi

En sus primeras declaraciones se confesó admirador de Hannibal Lecter y del Marqués de Sade. Seducía mujeres vulnerables y madres solteras, ante las que se presentaba como escritor y autor de más de 800 poesías, diez novelas y ocho obras de teatro. En su apartamento se encontró el borrador de una novela que estaba escribiendo y que llevaba por título Instintos caníbales o 12 días, un texto sobre la antropofagia, el sexo y el sadomasoquismo. En la portada aparecía una foto suya distorsionada luciendo una máscara como la de Hannibal en El silencio de los inocentes. Por las características de las víctimas asesinadas se encontró que tenían amputaciones, los investigadores vincularon al Caníbal del Guerrero con varios asesinatos, entre ellos los dos más reconocidos: el de una prostituta apodada La Jarocha cuyo cuerpo había sido hallado en abril de 2007 y el de Verónica Consuelo Martínez con quien mantuvo una relación sentimental, su cadáver apareció en abril de 2004 en el municipio de Chimalhuacán. Ambos cadáveres estaban descuartizados y les faltaban varias partes del cuerpo, por lo que no se puede descartar que Calva Zepeda también se las comiera.

Detención

El mexicano fue sorprendido por las autoridades en su casa mientras guisaba trozos de su novia de 32 años y de dos menores que previamente había descuartizado en su casa.

La policía mexicana investigaba desde el pasado 5 de octubre la desaparición de Alejandra Galeana Garavito, de 32 años. Alertados por las denuncias de los vecinos de un inmueble situado en el número 198 de la calle Mosqueta, en la céntrica Colonia Guerrero de México DF, que afirmaban que el apartamento 17, ubicado en el 4º piso, emanaba un olor nauseabundo. Posteriormente, varios efectivos se personaron allí el 8 de octubre. Cuando el agente Omar Barrera franqueó la puerta no encontró a nadie, sólo una ventana abierta. Al verse sorprendido, su ocupante, José Luis Calva Zepeda, había huido arrojándose al vacío. En la cocina una olla bullía puesta al fuego. Cuando Barrera se acercó a apagarlo, movido por la curiosidad, tomó un cazo y removió el espeso caldo. Del fondo sacó un trozo de brazo humano. En un plato, sobre una mesa, se encontraba una rodaja de limón y un tenedor con restos de carne frita, que más tarde se determinó que procedía de un antebrazo humano. Tras inspeccionar el apartamento, los agentes encontraron el torso de Alejandra en un armario, una pierna, una mano y la piel de un brazo en el frigorífico y los huesos de su antebrazo, con señales de haber sido cocinados y dentro de una caja de cereales, en el cubo de la basura.

José Luis Calva Zepeda tuvo que presentar declaración en el Hospital de Xoco, puesto que al ser sorprendido por los agentes de la autoridad se tiró por la ventana, sufriendo una conmoción cerebral leve. Calva Zepeda murió el 11 de diciembre de 2007 tras presuntamente suicidarse en una celda de la cárcel usando un cinturón.

Conclusión

Lamentablemente el tener un conocimiento pleno del asesino en serie, puede llegar a ser una misión interminable para los expertos en el estudio de éste tipo de comportamiento. La determinación correcta de los factores bio-psico-sociales puede llegar a ser una tarea muy demandante, aunado a eso, se encuentra la misma alteración creada por la sociedad, los patrones culturales que rodean la visión y el trato que se le da a los homicidas por parte de los medios de comunicación.

México no está ausente de éste tipo de comportamiento errático, la demostración de que en el país sí se ha encontrado éste tipo de conducta anormal, es un signo de alerta, el cual posiblemente haga que el descubrimiento de homicidios seriales se continúe propagando debido a la industrialización que se le da a éste fenómeno y que en México, a pesar de los asesinos seriales que se han podido identificar y detener, también se encuentra presente la cifra negra de estos delitos debido al mal seguimiento que se le da por parte de las autoridades, homicidios que llegan a clasificarse fuera de lo normal. Con esto se demuestra la necesidad de mejorar el sistema judicial con una mayor profesionalización y aparte el inculcar la especialización de crear una policía científica dedicada a la perfilación de los homicidas que se lleguen a presentar para encontrar algún tipo de patrón o conducta anormal.

...

Descargar como  txt (46.2 Kb)  
Leer 29 páginas más »
txt