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Barrio La Cruz.

Luis CornejoEnsayo19 de Febrero de 2017

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BARRIO LA CRUZ

Esta situado en el Cerro La cruz, entre Los Rosales y El Valle.

Su nombre anterior, Cerro del Diablo, es posible que se debiera al fuerte viento que sopla, sobre todo en su cumbre.

El Padre  Santiago Machado, estando al frente de la Iglesia de la Virgen del Carmen (actualmente Parroquia de la Milagrosa) en el Prado de María, subió procesionalmente hasta la cumbre del Cerro y allí clavó la Cruz cambiando el nombre del lugar por Cerro La Cruz, de ahí que las calles que suben del Prado se llaman la Cruz y El calvario. Esto ocurrió en el año 1929, según crónica del Colegio o en 1932 el Padre Cardón.

Según testimonio de los antiguos vecinos, esta zona estaba muy poco poblada, en los años 40.

La sra. María Muro que llegó a este lugar el 20 de abril de 1946, dice que solo vivían por aquí cerca La Sra. Ciprana, en una casita de adobe, Enrique y María cerca de la cancha de bolas y Pedro García en cañicito parte más alte. Comenta que el lugar donde está ubicada el Colegio y sus alrededores estaba cubierto de grama y cariaquito. El testimonio de la Sra. Muro es corroborado por su hijo Pedro, que llegó al sector a la de edad de 16 años y ayudó a su mamá a comprar el terreno a un bolívar el metro cuadrado(m2) al Sr. Francisco Abreu que a su vez había comprado estos terrenos con anterioridad a centavo el metro cuadrado.

En la zona no había luz. En noviembre de 1948 pusieron el primer poste en el Plan

El agua la buscaban por la Dumbo, debían comprarla a un centavo las tres latas. Sanidad instalaba latrinas en las casas  y la basura la quemaban.

Algunos niños iban a la escuela de El Valle.

Por donde hay esta la zona de San Andrés, San Antonio y El Topito estaba cubierta de vegetación baja y se oían animales salvajes.

La parte alta del Triángulo, se pobló poco después, según testimonio de la Sra. Cristina Montes de Oca, que llegó a la zona en el año 1947 y dice que solo vivía por allí la Sra. Inocencia. Comenta que cargaban el agua para lavar desde donde paran los jeeps que suben por la Cruz y que se la compraban al Sr Bartolo. El agua de beber la buscaban cerca de la iglesia.

Los terrenos de esta zona pertenecían al Sr. Tomas Izaguirre. A él se le compraron.

La Sra. Elauteria de Peñaloza, llegó al lugar en 1951. Dice que vivían cerca de las familias: Montes de Oca, el Sr. Rafael Pacheco, el Sr. Suarez y el Sr.Luis Gonzalez. Comenta que iba a la Gran Colombia a cargar agua para lavar y que lavaban al día siguiente porque quedaban demasiado cansadas. Explica que la luz, el agua y las cloacas las pusieron cuando Larrazabal (1958), en el Plan de Emergencia. Por  aquí no había escuela y algunos niños iban al Prado de María.

Por el lado del Barrio Bruzual estaba el cementerio de El Valle.

Durante el gobierno de Pérez Jiménez quisieron debirrbar los ranchos del sector, la Sra. María Muro, dice con tristeza que su casita también estaba marcada y el Sr. Máximo Pérez, también tenía el mismo problema. Pintaban de amarrillo los tejados de los ranchos que iban a derribar.

Colegio Fe y Alegria

El lugar que actualmente ocupa el Colegio es el sitio en el que el Padre Santiago Machado entre 1929 y 1932 colocó un Calvario.

Al poblarse la zona, los vecinos reservaron una placita, alrededor del Calvario, para construir la Capilla.

El padre Cardón, sacerdote Belga, subió por primera vez a este Cerro en abril de 1960. Había comentado a al Sta. Eleana Gonzaléz y a Francisco Urdaneta que en algunos cerros vivían gentes.  Elena lo llevó en su carrito al pie del Cerro La Cruz y lo dejo allí. El Padre Cardón subió sólo hasta la cima y quedó gratamente impresionadopor la gente que vivía allí. Los vecinos le pidieron una misa para la Cruz de mayo. El les complació celebrando al aire libre. Se compró un rancho de madera en la cumbre, con ayuda del Alzobispado, y vino a vivir aquí junto con el Padre Enrique Decuypere que trabajaba con la Juventud Obrera Católica. Pronto compró el rancho que quedaba al lado a unos vecinos que formaban muchas peleas entre ellos por 800 bolívares.

Los vecinos querían contruir la capilla y colocar en ella la Cruz del Padre Machado que se desmoronaba. El Sr. Pastor que vivía en la escalera que baja a la Calle 18 de octubre dijo: “Padre, hay que levantar esta Cruz”.

El sr. Marximo Perez y el Sr. Eliseo Castro construtyeron la Capilla y colocaron la Cruz en una de sus paredes laterales. Esto ocurrió en el año 1962.

La Capilla era el centro del barrio tenía acceso por dos escaleras: la que viene del Plan de la Cruz y la que viene de la 18 de octubre y por un camino que iba hasta Cañicito.

El Padre Cardón en 1961 se hizo cargo de la Capilla de la Plaza Venezuela y ya no vivía constantemente aquí.

Los dos ranchos que él compró pasaron al Arzobispado y más tarde a Fe y Alegría.

Es importante señalar que el Plan de La Cruz, donde actualmente vive Edgar Marrero, la sra. Ernestina Caldera de Barrera, por ese tiempo tenían una escuelita que la Sra Julia también daba clase en su casa.

En octubre del 1960 comenzaron las Hermanitas de los Pobres María Curiel, con otras dos hermanitas que rotaban, a venir todos los domingos a las 2:00 p.m, Al cerro la Cruz a dar catecismo. El Padre Juan Cardón los iba a buscar en su carrito a la casa Madre situada en Pilita a Bucare.

El Padre José María Veláz quería findar por este sector un Colegio Fe y Alegría, por esto envió al padre Labrador a solicitar de la Madre Cristolina ( Superiora General de las Hermanitas de los Pobre) Hermanos que se hicieron cargo del mismo ya que el cerro de La Cruz pertenecía a las Hermanitas por los nexos que lo unían a su Fundador, el Padre Machado.

La hermana María Curiel nos cuenta:

Un domingo se me acercó la Madre Cristolina y me dijo que ese día dekáramos a las jóvenes y que ella sería la que subiría conmigo al Cerro. Muy sorprendido el Padre Cardón al ver a la nueva compañera, recuerdo que dijo: “ Dos superiores mayores estando en el cargo han dado catecismo, San Ignacio de Loyola y usted”.

Cuando terminamos de subir, ella se volteó y me dijo mirando desde el frente: “así mismo lo vi en el sueño, ¡igualito!”, Debo adverí que la Madre. Hasta entonces no tenía idea por donde le quedaba el Cerro La Cruz. Y es cuando ella comienza a relatarme lo que ella llamó “Sueño”, pero que algún sacerdote enterado de eso ha dicho que fue una revelación. “Soñé que viniendo con ustedes aquí, divisé la cabecita de Nuestro Padre, por lo que me abría paso entre la gente para alcanzarlo, cuando lo logré le pedí la bendición, él me señaló  con un gesto de la cara de inmenso gentío que lo apretujaba. Yo le repetí: “la bendición”, pero su respues fue repetir el gesto de la cara y me abrió los brazos como queriendo señalarme de nuevo el inmenso gentío. Entendiendo yo lo que deseaba decirme le dije: “Bendigame Nuestro Padre y eso es lo que yo deso que multipliquen para llevarlas a todo el mundo y desperté”.

Continúa ella preguntándome: “¿usted no se dio cuenta que in día de la semana, fui al desayuno muy tarde or estar atendiendo al Padre Labrador, quien venía de parte del padre Vélaz a pedirme las hermanitas que pudieran vivir en la Casa del Valle y abrieran una escuelita en un cerro que está por ahí, que es un sitio estratégico para lo malo y es mejor adelantarse y tomarlo nosotros?”. A esto ella le dijo: “Yo tengo por ahí unas Hermanas que van los domingos a dar catecismo”. En ese momento ella recuerda el sueño y siete como una inspiración aceptar aquello de acuerdo con el sueño que había tenido esa noche anterior le dice: “Dígale al Padre Vélaz, que aunque  no tenga personal ya veré de donde saco Hermanitas”.

Así fue que ya designadas nosotras: Las hermanitas Purificación (María Villar García), Dionisia (Carmen García) y esta servidora, comenzamos junto a una joven llamada Graciela, de allí del Barrio. Las aulas eran ranchos, uno del padre Cardón y otros dos más, con piso de tierra, techo de zing y alguna pared de tierra y cartón.

No había agua para satisfacer la sed, ni donde hacer las necesidades fisiológica, a media mañana se tocaba un rin de carro que servía como campana o timbre del recreo. Los muchachos se iban a sus casas unos volvían, otros no, nosotras bajábamos a casa de Máximo, donde la Sra. María, nos obsequiaba el desayuno. Generalmente era una arepita recién hecha con mantequilla y café, no recuerdo que otra cosa tomábamos, refrescos nunca, no había.

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