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CIVILIZACION Y DESCOLONIZACION

nacarith121921 de Junio de 2014

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Consolidación del proceso de integración regional

CIVILIZACIÓN Y DESCOLONIZACIÓN

Por Iraida Vargas-Arenas, Mario Sanoja Obediente

Los buenos de la película quieren quitarle a los malos el petróleo,

El agua dulce y la biodiversidad.

Archivos | Caracas (Venezuela) | 29 de agosto de 2004

RESUMEN

Colonialismo y Descolonización

La autora enfoca la conferencia sobre el proceso de colonización y la persistencia del colonialismo en las formas de conducta y acción populares (lo que Quijano denomina colonialidad), y el proceso de descolonización en contextos revolucionarios. A tal efecto se analiza el papel de la colonialidad en las conciencias (habitual y reflexiva), en la construcción de identidades y el papel que juega la cultura en ello. Finaliza con un breve análisis de las formas de socialismo en las sociedades originarias, la persistencia de elementos que denominamos proto-socialistas en las formas organizativas populares (endógenas e inducidas), especialmente los consejos comunales y la creación actual de la cultura comunal necesaria para la construcción del socialismo y del futuro Estado Popular Comunitario.

A) Colonialismo

1. Colonialismo y conciencia:

Desde 1830 las elites oligárquicas han manejado un discurso denigrante del colectivo y ha predominado una mirada colonial sobre el pueblo; como consecuencia, ha existido una continuada tendencia hacia la desnacionalización integral de la economía y el Estado y el pueblo posee un débil sentido de nacionalidad y ciudadanía, falta de cohesión. En este marco, han emergido algunos proyectos separatistas.

El proceso colonial dio origen a la “colonialidad”, definida por Quijano (1992) como la existencia de una matriz cultural basada en una estructura de larga duración caracterizada por la supremacía de “lo europeo” vis a vis “lo no europeo” en todos los órdenes de la vida.

Esa estructura persiste debido a la continuidad de “la colonización del imaginario de los dominados” (Quijano 1992) y la reproducción, por parte de los sectores de poder económico y político de nuestras sociedades, de las asimetrías sociales y culturales que están presentes en la realidad contemporánea.

2. La colonialidad: conciencia habitual y los antivalores capitalistas

3. Colonialidad e Identidad social:

Aunque los procesos de identificación operan en la vida diaria, la mayoría de las veces de manera inconsciente, en contextos colonizados o neo-colonizados como sucede en Venezuela la identidad social ha sido manipulada e inducida hacia determinados contenidos culturales según los intereses del poder económico. Las investigaciones de los/as psicólogos/as sociales han determinado que la identidad social de los/as venezolanos/as y los latinoamericanos en general es negativa. Podemos decir que, para el caso de los/as venezolanos/as, los rasgos más conspicuos de su identidad social negativa (colonialidad) generados a partir de una lectura del proceso histórico nacional son: a) Nos definimos y representamos por oposición a Occidente. Para ello manejamos los siguientes estereotipos negativos: Como en el pasado no formamos clases ni Estado somos atrasados. No llegamos a formar civilizaciones. No aportamos nada a la cultura universal (Occidente). b) Nuestras conductas están condicionadas por la alteridad (desprecio hacia el “nosotros”, exaltación del “otro”): Vergüenza étnica. Somos flojos, rumberos, díscolos e indisciplinados. Ello nos viene de los indios (flojera), de los negros (insolencia, desobediencia y rebeldía), de los españoles (banalidad). Debido a nuestras “incapacidades”, consideramos como inevitable la dominación foránea.

Asimismo los psicólogos han resaltado que la “cultura nacional” posee actualmente los siguientes rasgos (a pesar de los cambios recientes): educación tecnocrática, burocracia inorgánica, imitación estética, pragmatismo inmediato, identidad social menguada y fragmentada, tecnología importada, consumismo importador, erudición memorística y acrítica, facilismo pragmático, desmemoria, auto-desprecio, vergüenza étnica y autoestima en quiebra.

Civilización y Colonialismo

El Nuevo Orden Colonial, proyecto de dominación mundial, cuya fase final ha sido iniciada por el gobierno del Sr. George Bush, secundado por el del Sr. Tony Blair, ha perfeccionado, para nuestro pesar, todos los mecanismos genocidas puestos en práctica por el capitalismo europeo en el siglo XIX. Esos mecanismos fueron diseñados para lograr el control de territorios periféricos como Latinoamérica, que se independizó en el siglo XIX y comenzó a descolonizarse hacia finales del siglo XX, o como los del África Negra, el Medio Oriente, el Sureste Asiático y el Pacífico Sur que, en la segunda mitad del siglo XX, se habían descolonizado y recuperado su independencia política.

La excusa o la justificación filosófica y ética del colonialismo, en sus primeras fases, fue la ideología del Darwinismo Social, fundamentada en la noción del Progreso y la Civilización que habían logrado su máxima expresión en los países europeos y en Norteamérica.

El término civilización fue acuñado alrededor de 1760 por los filósofos de la Ilustración, quienes sostenían que el régimen mercantil de entonces representaba la más alta condición a la cual podía esperar cualquier sociedad. Al igual como se proclama hoy para el neoliberalismo, dicho régimen era -según ellos- la única alternativa posible para el futuro de todos los pueblos. Ese concepto de civilización implica la existencia de pueblos que no están civilizados y que, por tanto, son inferiores. La misión de los pueblos superiores es, pues, salvar, educar y civilizar a los pueblos inferiores. En este sentido, ese concepto de civilización implica también una idea elitista, identificada con la existencia de jerarquías de sociedades, de clases, de culturas, de razas, asociada con la idea del progreso tecnológico, la mayor productividad y altos niveles de vida. Después de la Primera Revolución Industrial que culminó en las primeras décadas del siglo XIX, la industrialización entró en una nueva fase entre 1850 y 1860, conocida como la Segunda Revolución Industrial, caracterizada por la producción en gran escala del acero que se transmutaba en locomotoras, rieles ferroviarios y máquinas que se utilizaban para producir otras mercancías.

El ritmo del proceso de acumulación de capitales hasta el siglo XVIII, determinó la forma de la expansión colonial de las sociedades capitalistas europea y norteamericana, fundamentalmente viajes de exploración y reconocimiento de los continentes y territorios que no habían podido ser apropiados por el imperio español, desarrollo de enclaves comerciales y esclavistas particularmente en Asia, África y Oceanía, las Pequeñas Antillas y el litoral atlántico de Guayana. A partir de mediados del siglo XIX, el despegue de la Segunda Revolución Industrial determinó una segunda ola de expansión colonial por parte de potencias europeas, particularmente Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica y Alemania, así como también Estados Unidos, destinada a apropiarse de los mercados y las materias primas que existían en los continentes y territorios que no estaban bajo el control de alguna potencia o estaban débilmente protegidos por sus dueños.

Bajo la bandera del Destino Manifiesto, Estados Unidos inició la expansión hacia el oeste, considerada como una especie de misión divina llevada a cabo por un pueblo racialmente superior, escogido, los cristianos Anglo Sajones, que habían sido elegidos para conquistar la Naturaleza y llevar la civilización a los pueblos inferiores subordinados, indios o mestizos, que vivían en las provincias mexicanas de California, Nuevo México, Arizona y Tejas, en Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Hawái, Micronesia, etc. Los territorios de África, el Medio Oriente, el Sureste de Asia, Australia, Nueva Zelanda y otros pertenecientes a China y la India, bajo la misma ideología civilizadora, fueron apropiados por Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania y Portugal.

La formación de aquellos vastos imperios coloniales decimonónicos, particularmente el Británico y el Norteamericano, animada por la ideología del Darwinismo Social, se fundamentó en una interpretación de las relaciones internacionales de poder en términos de la supervivencia del más apto, idea muy influyente entre 1880 y la Primera Guerra Mundial, y revivida a partir de 1970 bajo el nombre de Socio biología. Según la Evolución Social, tanto el mundo natural como el social están gobernados por las mismas leyes inmutables de la evolución, definida ésta como un cambio unidireccional que se desarrolla a escala global. Las diferentes sociedades y razas avanzan con ritmos diferentes lo cual, según esta teoría, determina la existencia de una jerarquía de razas, sociedades y culturas que es consecuencia necesaria de la evolución social, expresada en unas razas, sociedades y culturas superiores, Europa y Estados Unidos, y otras, el resto del mundo, que son inferiores.

En Estados Unidos, la ideología del Darwinismo Social y del Destino Manifiesto fue utilizada para legitimar las jerarquías sociales y las estructuras de clase, la xenofobia contra los inmigrantes en el norte del país, las políticas racistas en el sur, las guerras imperialistas contra los indios norteamericanos y la anexión de las antiguas posesiones españolas en el Caribe y el Pacífico. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, esa misma

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