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Cambios en el sistema internacional y en la mayoría de los países de américa latina entre principios del siglo xx, y el fatídico año 1930


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2012  •  Trabajos  •  1.087 Palabras (5 Páginas)  •  911 Visitas

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La situación y las proyecciones del intelectual en sus relaciones con la política y los movimientos opositores comienzan a perfilarse más nítidamente en la etapa de transición, que se ubica entre el "período clásico" de formación y el período de la crisis estructural permanente; es decir, entre los principios del siglo XX y el año fatídico de 1930. Dicho etapa se configura por la convergencia de modificaciones en el sistema internacional y en los principales países latinoamericanos.

En el primer orden de factores debe incluirse: la Segunda Revolución Industrial y Científico-Tecnológica; el ascenso del capital monopolista y de la nueva fase de imperialismo; el replanteo del equilibrio de fuerzas entre las grandes potencias; entre Europa y el resto del mundo; la Primera Guerra Mundial; la Revolución Rusa; la primera crisis colonial.

Las modificaciones internacionales inciden de muy diversas maneras sobre América Latina, y entrelazan sus efectos con cambios producidos en el despliegue del camino/estilo de desarrollo que se adopta durante el siglo anterior. El centro internacional se desplaza desde Gran Bretaña y Europa hacia Estados Unidos, en términos de comercio, inversiones, influencia cultural, diplomática y política. La estructura social se diversifica. Las economías primario-exportadoras han experimentado cierto crecimiento bajo el influjo del comercio exterior y las inversiones extranjeras. Progresa la división social y regional del trabajo, la urbanización, la industrialización primaria. Las clases medias se desarrollan, dando lugar a una cohexistencia de sectores tradicionales y nuevos relativamente diferenciados entre sí. Las masas populares urbanas aumentan en número y peso específico, aunque con alto grado de heterogeneidad interna.

Un movimiento obrero organizado en sindicalismo de élites militantes, se afilia a distintas variedades de los movimientos socialistas y anarquistas, a las que luego se agrega el impacto interno de la Revolución Rusa, el surgimiento de Partidos Comunistas, el prestigio y predominio del modelo leninista de "partido de vanguardia" y su legitimación del papel dirigente exclusivo del intelectual revolucionario en la dirección de las masas, para la destrucción del sistema y la construcción de un nuevo Estado.

Este sindicalismo obrero combina reivindicaciones económicas con proyectos más o menos radicales de transformación social y política. Su presión coincide con la de las capas medias, para la emergencia de organizaciones defensivas y ofensivas, económicas, sociales, culturales, de expresiones políticas estructuradas como los partidos socialistas y los radicales de capas medias y populares. El aumento de la importancia e influencia del sindicalismo obrero, de sus expresiones políticas encuentra dos tipos de respuesta por parte del Estado, combinadas a veces por gobiernos conservadores y sobre todo por radicales: represión (encarcelamiento, deportación, masacre) y legislación, que controlan el potencia¡ social y político de los trabajadores urbanos y rurales.

La alianza expresa o tácita entre las capas medias y los grupos populares se basa en la convergencia de intereses respecto al avance en el desarrollo, la participación política, la distribución del ingreso, la legitimación de oportunidades y beneficios sociales. Las capas medias pueden ofrecer al movimiento obrero y a las capas populares elementos que necesitan: intelectuales, dirigentes, cuadros, ideólogos, organizadores, medios de difusión; reciben de ellos votos y amplia base de maniobra. Entre capas medias y grupos populares la relación es asimétrica. Las capas medias cuentan con una superioridad frente a los grupos obreros y populares, en términos de poder económico, influencia social, nivel cultural y organizativo, disponibilidad de partidos políticos nacionales. Pueden así aprovechar la presión del sindicalismo obrero como base de maniobra e instrumento de negociación en sus relaciones y conflictos con las élites oligárquicas tradicionales.

La presión de capas medias y populares en favor de una participación ampliada se refleja en los cambios del clima cultural e Ideológico. El camino/estilo tradicional de desarrollo dependiente y desigual exhibe sus inconvenientes y límites; la confianza sobre el gran futuro predestinado es reemplazada por la incertidumbre. Las capas medias y populares se predisponen más a la crítica, la impugnación, y las ejercen. Grupos de jóvenes intelectuales, menos dependientes que sus predecesores, reaniman y reorganizan la vida cultural. Pasan de la literatura a la crítica social y política, contra el cosmopolitismo, el materialismo, el escepticismo, la educación dogmática, la asfixia cultural, la opresión, la corrupción política; contra las élites oligárquicas, dirigentes y dominantes, a quienes se responsabiliza por aquellos males. La Guerra de 1914-1918 y la Revolución Rusa revelan la quiebra del orden capitalista y de la ideología burguesa liberal; sugieren la necesidad y la posibilidad de grandes cambios. Las ideologías emergentes, aunque por lo general imprecisas en la acción, incluyen como componentes básicos: el nacionalismo, vagas metas de crecimiento económico, cambio y justicia sociales, consenso e integración nacionales, ampliación de la participación política, renovación intitucional, intervención del Estado, reforma de la educación superior.

El equilibrio de poder y el sistema político varían considerablemente. Las capas medias demandan una participación ampliada, primordialmente para sí mismas y, de modo en parte real y en parte simbólico-manipulatorio, también para las capas populares. El estilo tradicional de dominación se debilita. La ampliación de la democracia formal va acompañada por cierto énfasis nacionalista, algún progreso en la modernización, un reformismo gradualista compatible con el orden tradicional. La nueva constelación ideológica y el cambio en el equilibrio político se reflejan en el movimiento de la Reforma Universitaria, en la emergencia de movimientos ideológicos, políticos, de gobiernos radicales en los que las capas medias tienen ingerencia considerable En el caso del battlismo en Uruguay, del yrigoyenismo en Argentina; del alessandrismo en Chile; de la Revolución Mexicana; del tenentismo y los orígenes del varguismo en Brasil; de la fundación y avance del aprismo peruano.

La Reforma Universitaria, iniciada en Córdoba (Argentina) en junio de 1918, representa una reacción contra la esclerosis del sistema educativo y la rigidez sociopolítica del régimen elitista-oligárquico. Las aspiraciones del movimiento universitario encuentran fundamento ideológico, a la vez, en "las enseñanzas del "novecentismo", la "nueva sensibilidad", la "ruptura de las generaciones"... (Aníbal Ponce); también en aspiraciones de anticlericalismo, antimilitarismo, democracia política, progreso social. El movimiento reformista extiende y mejora las posibilidades educativas, culturales y políticas de las capas medias urbanas, aunque finalmente es desvirtuado por los movimientos de cooptación de las élites oligárquicas, y por las limitaciones y falencias de sus dirigentes. No deja, sin embargo, de ser fuente de posibilidades, canal de aspiraciones y realizaciones para los miembros del nuevo estrato de intelectuales; particularmente, para su desempeño político, en circulación más o menos rápida entre la oposición, el Establishment y el gobierno. Las proyecciones de la Reforma Universitaria se extienden además a otros países de América Latina, a nuevas tendencias políticas que se desarrollan a partir de sus orígenes; v.gr. el aprismo peruano.

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