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Colonización De América


Enviado por   •  12 de Junio de 2012  •  1.571 Palabras (7 Páginas)  •  598 Visitas

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“El descubrimiento es necesariamente recíproco: quien descubre es también descubierto y viceversa. ¿Por qué es entonces tan fácil, en la práctica, saber quién es el descubridor y quien el descubierto? Porque siendo el descubrimiento una relación de poder y de saber, es descubridor quien tiene mayor poder y saber y, en consecuencia, capacidad para declarar al otro como descubierto. […] El descubrimiento imperial tiene dos dimensiones: una empírica, el acto de descubrir, y otra conceptual, la idea de lo que se descubre. Contrariamente a lo que puede pensarse, la dimensión conceptual precede a la empírica: la idea sobre lo que se descubre comanda el acto del descubrimiento y sus derivaciones. La especificidad de la dimensión conceptual de los descubrimientos es la idea de inferioridad del otro. El descubrimiento no se limita a establecer esa inferioridad sino que la legitima y la profundiza.”

Para la realización de esta consigna me basaré en el concepto de Otredad indicando el modo en que atraviesa a cada representación, estableciendo relaciones de significados.

Será abordado el trabajo bajo la hipótesis de que dicho concepto no tiene sentido alguno más que para la definición del concepto de Mismidad, y las atribuciones que, por ende, son dignas de pertenecerle.

“ […] hemos buscado y descubierto […] el Nuevo Mundo […] aquel hemisferio […] no es del todo hemisferio respecto del nuestro.”

Se estima que en 1503 Vespucio escribió una carta a Lorenzo Pedro de Medicis, señor de Florencia en la cual narraba lo que sus ojos veían en las tierras de América. No omitió sus apreciaciones acerca de la gente que la habitaba y sus costumbres.

Es rico su testimonio en el cual re-presenta lo visto, para saber con qué ojos miró.

Lo que encontró: los otros.

Admitiendo que aquel territorio estaba ya poblado por “gentes y pueblos negros”, distinción admisible en tanto los pueblos negros no fueran gente, y por “infinitos habitantes” –infinitos, si y sólo si fueran seres fantásticos, no hombres concretos- Vespucio cree haber encontrado un nuevo mundo con habitantes muy peculiares:

“gente mansa y tratable (…) de color rojo, lo cual pienso que acontece porque andando desnudos son teñidos por el sol”, “franca y hermosa cara que ellos mismos destruyen (perforaciones) y otras cosas artificiosamente labradas según su costumbre”, “si vieses cosa tan insólita y a un monstruo semejante”, “otra costumbre atroz y fuera de toda credulidad humana”, “no tienen bienes propios, viven juntos sin rey, toman cuantas mujeres quieren (…) no hay respeto por el matrimonio, no tienen iglesia (…), no se observa orden”, “son idólatras”, “guerra sin arte ni orden: cruelmente se matan, los vencedores se comen a los vencidos […] la carne humana es su alimento común”, “ellos se maravillan (de nosotros) porque no matamos a nuestros enemigos y no comemos carne humana”, “no se tapan las partes cuando pelean, son, por esto, semejantes a las bestias”.

Con qué ojos los miró.

El hecho de que se refiera a los gestos que observa como “costumbres” -aquellas perversas, afirma Vespucio, que cuando les fue posible, se han esforzado en disuadir- encierra en su discurso una contradicción que al investigar sobre el significado de la palabra, entiendo: “Conjunto de inclinaciones o usos que conforman el carácter distintivo de una nación o persona”. Si son personas, o mejor aún, grupo de gente que comparte una cultura ya que parafraseando a Rodolfo Kusch en su libro “Geocultura del hombre americano”, todo gesto es cultural y todo lo gestual mantiene una coherencia que hace a la cultura del grupo, entonces algún orden había, aunque no lo logre observar.

No pasa desapercibido el considerar “tratables” a los humanos hallados, como si fueran objetos capaces de ser poseídos, o fichas disponibles de utilizar. Los “cosifica”, y esto concuerda con la motivación, descrita por Wallerstein, de la nobleza respecto a la expansión ultramarina por la fuerza de trabajo de la que se podría apropiar en América latina.

El estar Vespucio atravesado por su cultura, como todo hombre, tiene filtros para estimar las prácticas ajenas. En particular, ciertos valores de la ideología burguesa, como la propiedad privada, hace entendible –aunque no justificable- el hecho de que juzgue negativamente el hecho de que los indígenas americanos no la posean, a tal punto de considerarlos por eso inferiores. Expone más acerca de la cultura de Vespucio y los suyos que de “los representados”. Demuestra la jaula cultural de la que es preso.

También lo hace el hecho de considerarlos “epicúreos” o “idólatras”, lo cual asocio con la idea de lo “dionisíaco”, como la perdición, el exceso, la desmesura, lo ilimitado. Idea característica y condenada en la sociedad griega, donde, opuestamente, se exaltaba

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