Conferencia Mundial contra el Racismo
angie029Informe4 de Mayo de 2013
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Historiadores y académicos coinciden en que la colonización del Nuevo Mundo conoció manifestaciones extremas de racismo: matanzas, traslados a marcha forzada, las "guerras indias", la muerte por inanición y enfermedades. Hoy día, esas prácticas se denominarían depuración étnica y genocidio. Lo que para la mentalidad contemporánea parece aún más espantoso es que la subyugación de los pueblos autóctonos del nuevo mundo estaba legalmente autorizada. Según expresó Erica Irene Daes, Presidenta/Relatora del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Poblaciones Indígenas, en un estudio sobre los pueblos indígenas y su relación con la tierra, las "leyes" del "descubrimiento", la "conquista" y la "terra nullius" constituyeron las "doctrinas del despojo".
En el siglo XV, concretamente, dos bulas papales crearon el marco para la dominación europea del nuevo mundo y de África. En Romanus Pontifex, concedida por el Papa Nicolás V al Rey Alfonso V de Portugal en 1452, se declaró la guerra contra todos los que no fueran cristianos en todo el mundo y, concretamente, se autorizó y promovió la conquista, la colonización y la explotación de naciones no cristianas y de sus territorios. En Inter Caetera, concedida por el Papa Alejandro VI en 1493 al Rey y la Reina de España a raíz del viaje de Cristóbal Colón a la isla que llamó La Española, quedó oficialmente establecido el dominio cristiano del nuevo mundo. En esta bula se autorizaba la subyugación de los habitantes autóctonos y de sus territorios, y todas las tierras recién descubiertas y por descubrir quedaban divididas en dos: España obtenía los derechos de conquista y dominio de una parte del planeta y Portugal, de la otra. Por el Tratado de Tordesillas (1494), suscrito después, se volvió a dividir el planeta, de tal manera que la mayoría de los brasileños hablan hoy portugués y no español, como en el resto de América Latina. Las bulas papales nunca han sido revocadas, pese a que los representantes indígenas han pedido al Vaticano que considere la posibilidad de hacerlo.
Estas "doctrinas del descubrimiento" crearon las bases tanto del "derecho de gentes" como del derecho internacional posterior. De este modo, se permitió a las naciones cristianas reclamar "tierras no ocupadas" (terra nullius) o tierras que pertenecían a "infieles" o "paganos". En muchas partes del mundo, estos conceptos dieron lugar posteriormente a la situación en que se encuentran hoy muchos pueblos autóctonos: naciones dependientes o bajo tutela del Estado, cuya propiedad sobre sus tierras podría ser revocada, o "anulada", por el gobierno en cualquier momento.
Los dirigentes indígenas de hoy sostienen que es esencialmente discriminatorio que el título de propiedad indígena no conceda las mismas prerrogativas que un título ordinario. Según Mick Dodson, abogado aborigen australiano, el concepto de anulación "considera que los derechos e intereses indígenas son inferiores a todos los demás derechos". Con arreglo al derecho y a las costumbres indígenas, los intereses indígenas sólo pueden poseer un título indígena y, con arreglo al derecho que aplican desde entonces los inmigrantes europeos, el título indígena puede ser anulado.
Los pueblos indígenas del "Nuevo mundo"
Los pueblos indígenas del mundo, o "pueblos primigenios", no han seguido la misma trayectoria histórica de la colonización. En el nuevo mundo, los colonizadores europeos blancos llegaron y se asentaron sin más ni más, con resultados drásticos. Los pueblos indígenas fueron apartados y marginados por los descendientes dominantes de los europeos. Algunos pueblos han desaparecido, o están a punto de desaparecer. Según cálculos modernos, la población del siglo XV, o precolombina, de América del Norte era de 10 a 12 millones. Hacia el año 1890, se había reducido a aproximadamente 300.000. En partes de América Latina, los resultados fueron análogos; en otras, todavía existen poblaciones indígenas mayoritarias. Pero hasta en esas zonas los pueblos indígenas suelen estar en desventaja. Los pueblos indígenas de América Latina siguen haciendo frente a los mismos obtáculos que los pueblos indígenas de otras partes del mundo; primordialmente, están separados de sus tierras. Y esa separación suele basarse en distinciones derivadas originalmente de la raza.
Los pueblos indígenas del "Viejo mundo"
Entre los pueblos africanos, es evidente que hay grupos de pueblos que siempre han vivido donde están, que han luchado para mantener su cultura, su idioma y su modo de vida, y que padecen problemas análogos a los de los pueblos indígenas de otros lugares, en particular cuando se ven obligados a separarse de sus tierras; por ejemplo, problemas de pobreza, marginación, la pérdida de la cultura y el idioma y los consiguientes problemas de identidad que suelen llevar a problemas sociales, como el alcoholismo y el suicidio. Debido a estas similitudes específicas, muchas personas consideran útil y conveniente considerar pueblos indígenas a esos grupos .
Los pueblos cazadores y recolectores de la selva (pigmeos) que habitan los bosques tropicales de África central, compuestos de muchos grupos, se ven amenazados por las políticas de conservación, la tala, la extensión de la agricultura, y por las conmociones políticas y las guerras civiles. Por regla general se encuentran en el escalón más bajo de la estructura social. Es una ironía que las modernas políticas de conservación destinadas a proteger especies de animales y no a grupos de personas, prohíban la caza a muchos de estos cazadores-recolectores.
Pueblos nómadas pastores, como los maasai y los samburu de África oriental, luchan contra la intrusión de las prácticas agrícolas y de conservación en sus zonas. A medida que se les confina a espacios cada vez más reducidos, resulta cada vez más difícil para ellos mantener su ganado, especialmente en períodos difíciles, como las épocas de sequía. Se les está obligando cada vez más a trasladarse a zonas urbanas.
Los san, o bosquimanos, del África meridional en algunos casos han desaparecido, o están a punto de desaparecer, ya que han perdido sus tierras tradicionales o han sido expulsados de ellas. Gran parte de ellos permanece en Namibia, pero suelen ser pobres e incapaces de vivir el modo de vida que les es tradicional. Muchos de ellos, debido a que no tienen dónde ir, sencillamente se han quedado, y constituyen ahora la masa de trabajadores agrícolas mal pagados en haciendas asentadas en sus territorios tradicionales que son ahora propiedad de blancos o de otros africanos.
Los imazighen (bereberes) son los pueblos indígenas del África septentrional y el Sahel. Los tuareg probablemente sean los imazighen más conocidos. La mayoría de los imazighen que no han sido asimilados viven en las montañas o el desierto. En zonas del Mediterráneo se han vuelto sedentarios; los que viven en el desierto suelen ser nómadas. En nuestros días existen como pequeños núcleos lingüísticos, con poca protección cultural, si es que la tienen. Hay activistas que trabajan para mantener su idioma y su cultura.
Costo de la discriminación "con buenas intenciones"
En Australia, el Canadá y los Estados Unidos, una práctica reconocida apenas en la segunda mitad del siglo XX como discriminatoria y lesiva era la de obligar a los niños indígenas/aborígenes a dejar sus hogares. En Australia, la práctica se centraba en los mestizos. Los niños aborígenes eran arrebatados por la fuerza a sus padres y entregados a familias blancas que los adoptaban. Estos niños solían crecer desconociendo que en realidad eran parcialmente aborígenes. Hoy se les denomina la "generación perdida".
En los Estados Unidos y el Canadá, se enviaba a los niños indígenas a internados de mala fama, que siguieron funcionando hasta muy avanzados los últimos decenios del siglo XX. Su idioma, su religión y sus creencias culturales solían ser objeto de mofa. Se les prohibía hablar su lengua vernácula y con frecuencia se aplicaba el castigo físico para obligar al testarudo niño indígena a que aprendiera a hablar buen inglés. Se solía desalentar el contacto con los padres y la familia, y hasta se lo prohibía. Entre los peores ejemplos para disuadirlos de que escaparan, se decía a los niños que sus padres habían muerto, que no tenían casa a donde regresar; o, por el contrario, para desalentar las visitas de los padres, decían a las familias que los niños habían muerto. Por ironías del destino, a veces estas falsedades resultaban proféticas: hubo casos de niños que huyeron en pleno invierno, vestidos sólo con ropa de dormir, con la esperanza de encontrar el camino de vuelta a casa. Hoy se presume que se congelaron hasta morir, ya que sus padres nunca pudieron encontrarlos.
En los primeros tiempos, se hacía la defensa de este proceder alegando que era en "interés supremo" del niño indio/aborigen para aumentar sus oportunidades en el mundo moderno. El objetivo era la asimilación. Por entonces no se reconocía el valor inherente a las culturas y al saber indígenas.
En zonas apartadas, algunos internados atrajeron a un tipo de profesorado y de funcionarios que explotaban a los niños. Hay abundante documentación sobre maltrato físico y abuso sexual generalizados. En América del Norte, a medida que se han conocido los abusos, se ha identificado a las víctimas y se han hecho intentos de ofrecer reparación
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