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Consecuencias Polícas De La II GUERRA MUNDIAL

xVLADOx6 de Marzo de 2013

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CONSECUENCIAS POLITICAS.

Los países del continente europeo quedaron postrados, sin energía y arruinados, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Surgieron como potencias del mundo los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión soviética. Las ideas socialistas extienden su radio de influencia. Surgen así las hostilidades entre el comunismo y el capitalismo.

El territorio alemán quedó dividido en dos partes: la República Federal Alemana, con influencia norteamericana; y la República Democrática Alemana, con influencia soviética. Se inicia así la guerra fría. Se intensifican el desarrollo de la propaganda y, en algunos casos, con acciones militares, en los diferentes problemas internacionales, especialmente en el Asia, a cargo de las súper potencias (EE.UU. y U.R.S.S.), generando graves peligros para la paz mundial.

Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento ideológico que tuvo lugar durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS (que ocurrió entre 1989 con la caída del muro de Berlín y 1991 con el golpe de Estado en la URSS), entre los bloques occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista liderado por la Unión Soviética.

Este enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico, económico, social, tecnológico, militar, informativo e incluso deportivo.

Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que se denominó al conflicto "guerra fría".

Estas dos potencias se limitaron a actuar como “ejes” influyentes de poder en el contexto internacional y a la cooperación económica y militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques contra los del otro.

Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos, que se comprometieron, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Las dos superpotencias ciertamente deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta.

Los límites temporales del enfrentamiento se ubican entre 1945 y 1947 (fin de la Segunda Guerra Mundial y fin de la posguerra, respectivamente) hasta 1985 (inicio de la Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética).

Durante la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, los aliados trataron de crear un marco sobre el que trabajar en la reconstrucción de la Europa de la posguerra, pero no se llegó a ningún consenso. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, los soviéticos ocuparon "de facto" las zonas de la Europa del Este que habían defendido, mientras que las fuerzas estadounidenses y sus aliados se mantenían en la Europa Occidental. En el caso de la Alemania ocupada, se crearon las zonas de ocupación aliada en Alemania y una difusa organización cuatripartita compartida con franceses y británicos. Para el mantenimiento de la paz mundial, los aliados crearon las Naciones Unidas, pero su capacidad de actuación estaba limitada por el Consejo de Seguridad, en el que las potencias victoriosas de la II Guerra Mundial se aseguraron el poder de vetar aquellas acciones contrarias a sus intereses. La ONU se convirtió así durante sus primeros años en un foro donde las potencias se enzarzaban en luchas retóricas, y que los soviéticos utilizaban con fines propagandísticos.

En la Conferencia de Potsdam, iniciada a finales de julio de 1945, emergieron las primeras diferencias relevantes acerca de Alemania y la Europa del Este. Los participantes de la conferencia no ocultaron sus antipatías, y el uso de un lenguaje belicoso confirmó las intenciones mutuamente hostiles que defendían cada vez con más ahínco. Durante esta conferencia, Truman informó a Stalin de que los Estados Unidos habían creado una nueva arma. Stalin, que ya estaba al tanto de los avances estadounidenses en el desarrollo de la bomba atómica, expresó su deseo de que aquella nueva arma fuera usada contra Japón. Una semana después de finalizar la conferencia, los Estados Unidos lanzaron la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.

La Carta del Atlántico

El Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt y el Primer Ministro británico Winston Churchill propusieron, y luego firmaron un documento que reunía un conjunto de principios para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.

Habían pasado dos meses desde la declaración de Londres, cuando, como resultado de la histórica reunión entre el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill, surgieron nuevas medidas en favor de una organización mundial.

La Carta del Atlántico firmada el 14 de agosto de 1941. Una tarde llegó la noticia de que el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill se entrevistaban "en algún punto del mar," el mismo mar donde se librara desesperadamente la batalla del Atlántico. El 14 de agosto los dos dirigentes expidieron una declaración conjunta que se conocería en la historia como la Carta del Atlántico. Este documento no era un tratado entre las dos potencias. Tampoco constituía una definición definitiva y oficial de los fines de la paz. Como el mismo documento lo expresa, era una afirmación de « ciertos principios comunes en la política nacional de nuestros países respectivos, en los cuales radican las esperanzas de un mejor porvenir para la humanidad. De los ocho puntos de la Carta del Atlántico, dos se relacionan directamente con una organización mundial. Dice la cláusula sexta:

“Después de la destrucción total de la tiranía nazista ellos esperan ver establecida una paz que ofrezca a todas las naciones los medios para vivir seguras dentro de sus fronteras, y que brinde asimismo a sus habitantes la oportunidad de vivir emancipados del temor y de la necesidad”.

En la cláusula séptima se declara que tal paz deberá garantizar a todos los hombres la libertad de recorrer los mares, y la octava cierra el documento con este bosquejo de una organización para la paz:

“Creen ellos que todas las naciones del mundo, material y espiritualmente, deberán renunciar al uso de la fuerza. Puesto que no se podrá asegurar la paz futura mientras haya naciones que continúen empleando armas terrestres, navales o aéreas con fines bélicos fuera de sus fronteras, creen ellos que mientras no se establezca un sistema más estable y amplio de seguridad general, se impone el desarme de tales naciones. Ayudarán también, y alentarán, cualesquiera otras medidas prácticas que alivien a los pueblos que aman la paz del peso aplastante de los armamentos”.

En otros puntos de la Carta del Atlántico se afirman los principios básicos de la justicia internacional:

Nada de expansiones; ni cambios territoriales sin el libre y expreso deseo de los pueblos interesados; facultad de cada país para escoger su propio sistema de gobierno; e igualdad de condiciones para todos los países en la adquisición de materias primas.

La cláusula quinta también traza el propósito constructivo de una futura organización internacional al declarar que los dos estadistas desean promover la máxima colaboración entre las naciones en el campo económico a fin de que todas puedan conseguir mejores condiciones de trabajo, progreso económico y seguridad social.

La Carta del Atlántico, creación de los dos grandes dirigentes democráticos de entonces, y que entrañaba además todo el apoyo moral de los Estados Unidos, produjo una profunda impresión entre los aliados. En los países ocupados sirvió como mensaje de esperanza. Se propuso en ella el establecimiento de una organización mundial fundamentada en las verdades eternas de la moral internacional. El hecho de que tuviese poca validez jurídica no le quitaba mérito. Si en último análisis la validez de un tratado se determina por la sinceridad de sus principios, ninguna afirmación común de fe entre dos naciones amantes de la paz podría carecer de importancia.

Poco después del regreso del primer ministro Churchill a Londres, después de su entrevista en alta mar, se reunieron en esta ciudad diez gobiernos, que apoyaron los principios de la Carta del Atlántico y prometieron coadyuvar en su cumplimiento en toda la medida de sus fuerzas. El 24 de septiembre, la Unión Soviética firmo esta declaración junto con los representantes de los países ocupados de Europa: Bélgica, Checoeslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Polonia, Yugoeslavia y el del general De Gaulle, de Francia.

El día de año nuevo de 1942, el señor presidente Roosevelt y los señores Winston Churchill, Maxim Litvinov, de la Unión Soviética, y T. V. Soong, de China, firmaron un breve documento que luego se conocería como la Declaración de las Naciones Unidas. Al día siguiente se sumaron los representantes de otras 22 naciones más. En este trascendental documento, los signatarios se comprometían a poner su máximo empeño en la guerra y a no firmar una paz por separado.

La alianza completa a que se llegó en esta forma concordaba con los principios enunciados en la Carta del Atlántico, y la primera cláusula de la declaración de las Naciones Unidas reza que los países signatario “han suscrito un programa común de propósitos y principios enunciados en la declaración conjunta del presidente de los Estados Unidos de América y del primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, fechada el 14 de agosto de 1941, y conocida como la Carta del Atlántico”.

Cuando tres años después se iniciaban los preparativos para la conferencia de San Francisco, únicamente se invitó a participar

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