Cuidados de enfermería en La Independencia de México, El Porfiriato y La Revolución Mexicana.
Lluvia VillalobosSíntesis4 de Diciembre de 2017
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Universidad Nacional Autónoma de México[pic 1][pic 2]
Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia
“Historia Universal del Cuidado”
Tema: Cuidados de enfermería en La Independencia de México, El Porfiriato y La Revolución Mexicana.
Profesora: Sandra Sotomayor Sánchez
Alumnos: Berrocal Arenas Daniela
Degollado Sandoval Valeria
Espinosa Solís Pamela Joselin
García Pacheco Carlos Alberto
Moreno Camacho Jereimy Itzel
Paco Montes Eduardo
Ramos Barrera Paola Sarahí
Villalobos Juárez Flor de Lluvia
Introducción
Los acontecimientos históricos vienen a rescatar en la memoria de los ciudadanos, aquellas improntas que desde las teorías es necesario definir y contextualizar en cada uno de sus escenarios conjuntamente con sus actores, son estos momentos, referentes de aquellas preguntas que desde la disciplina nos hacemos en el presente en el cual nos encontramos insertos. Hablar de la enfermería nacional durante el periodo de la Independencia y el movimiento revolucionario de México, nos lleva a confirmar que esta disciplina es una profesión de reciente creación, que surge a finales del siglo XIX.
Hablar de la enfermería nacional durante el periodo de la Independencia y el movimiento revolucionario de México, nos lleva a confirmar que esta disciplina es una profesión de reciente creación, que surge a finales del siglo XIX cuando ya ha pasado la lucha por la Independencia de México, donde hubo enfermeras formadas en hospitales considerados de sangre como lo fueron el Juárez y el de San Andrés. El siguiente movimiento social fue la Revolución Mexicana ambos acontecimientos marcaron importantes hechos históricos en la vida nacional, cada uno, dejó marcado los hitos de una enfermería que se gestó en los albores del siglo XX.
Cuidados de enfermería: la Independencia de México.
Durante la Independencia de México se sentaron las bases de lo que sería la enfermería en el futuro, cuando el sistema de salud colonial no tiene ya nada que ofrecer, el cuidado de la salud pública era ya obsoleto en una sociedad amalgamada y coqueteante en sus relaciones testamentarías, además, las instituciones se enfrentan a la confusión decisiva de quienes se hacían cargo del incipiente sistema sanitario nacional.
Durante el periodo reformista, las mujeres y las religiosas necesitaban de otro tipo de preparación, acorde a los momentos históricos que marcaban el progreso. Fue necesario que se considerara una figura de enfermera; la correspondencia administrativa de Sor Micaela Ayans habla de esta necesidad, menciona sobre los cambios que se hacen en recursos humanos en las instituciones que ella administraba nombrándolos como enfermeras o enfermeros, con una formación dirigida por los propios médicos.
Será pues a partir de estos momentos cruentos, los que nos permitan hacer un verdadero discurso de cómo las herencias militar y religiosa viene a formar parte de la identidad profesional que ahora integra los atributos que la enfermería contemporánea posee, de los cuales muchas veces se reniega por considerar que han sido los atavismos los que no han permitido el despunte de la enfermería nacional como ciencia, cuando dichas herencias no han sido desde la epistemología y la historia.
El Porfiriato
Para entender los cambios ocurridos en la atención de la salud en la Época Porfiriana, es necesario situarnos antes en las importantes reformas logradas en el Periodo Juarista. Durante el gobierno de Juárez, fueron secularizados por decreto aquellos hospitales y establecimientos de beneficencia, que estaban administrados por autoridades o corporaciones eclesiásticas. A partir un Decreto de febrero de 1861, tanto la dirección como la inspección y cuidados de dichos establecimientos quedaron, según fuera el caso, a cargo de la jefatura del Distrito Federal o de los respectivos Gobiernos de los Estados. A partir de ese momento se consumó la supresión de las órdenes hospitalarias y la beneficencia quedó erigida en institución civil y laica.
El Decreto sirvió para marcar a partir de entonces, dos de los principios básicos en los que se fundamentará la salubridad en nuestro país; el derecho de sus habitantes a que el Estado les proporcione la atención médica y medicamentos necesarios, en especial cuando se trataba de personas vulnerables socialmente o de escaso recursos económicos y el deber de la sociedad de contribuir, conforme a sus posibilidades al mismo fin. Con la finalidad de ordenar esta participación social se creó ex profeso la Dirección General de la Beneficencia Pública. La referencia a la beneficencia no fue un simple cambio de nomenclatura sino la introducción de un nuevo concepto que recibe influencia del derecho natural en el sentido de proclamar la igualdad entre los seres humanos, en sustitución del concepto de caridad con fines concretos de obtener una recompensa en el cielo, o en el mejor de los casos de cumplir con un deber cristiano de quien tiene bienes de auxiliar a quien no los tiene y necesitan algún tipo de ayuda.
El Consejo Superior de Salubridad del Departamento de México creado en 1841 durante la vigencia de las Siete Leyes Constitucionales de 1836 tuvo, desde sus inicios, varias importantes responsabilidades, entre las que destaca, la de vigilar el ejercicio autorizado de la medicina, la inspección sanitaria de lugares públicos, considerados como tales tanto las boticas como los prostíbulos y la aplicación de medidas preventivas y de emergencias en casos de calamidades naturales y de epidemias. Durante la intervención francesa y bajo el imperio de Maximiliano, este Consejo cambió de nombre a Consejo Central de Salubridad. Fue durante el segundo periodo presidencial de Benito Juárez en 1871 cuando se creó el Consejo Superior de Salubridad el cual quedó adscrito a la Secretaría de Gobernación, bajo la dependencia de la Junta Directiva de la Beneficencia Pública. El fin principal de este órgano consistía nada menos que en la vigilancia la salud de todos los habitantes del país. Cabe destacar que las acciones del Consejo fueron múltiples, importantes e innovadoras como los mostró el desarrollo de la ingeniería sanitaria, de la higiene de alimentos y de la higiene industrial y del trabajo.
Gobierno del general Porfirio Díaz
a) La paz y la estabilidad
Después de este periodo de luchas internas y externas, Porfirio Díaz impulsó la estabilidad política que México anhelaba, pero que no conocía desde la consumación de la independencia, Gracias a esta estabilidad la población aumentó en número.
Aun cuando la población aumentó en el Porfiriato las estadísticas muestran índices de mortalidad muy elevados.
b) Epidemias
El mayor azote a la salud fueron las numerosas epidemias que asolaban a la población, Según datos la mayor parte de las muertes eran consecuencia de enfermedades infecciosas tales como el paludismo, viruela, tos ferina, o sarampión.
C) Obras de saneamiento
Durante el Porfiriato, uno de los problemas más apremiantes para la población de la capital fue el derivado de las frecuentes inundaciones provocadas por la insuficiente infraestructura de drenaje y por el nivel del lago de Texcoco.
Se pensaba correctamente qué problemas de salud como el tifo, la tifoidea la viruela, la escarlatina
A fin de combatir las constantes epidemias y las enfermedades que afectan al país, el gobierno dedicó parte de su encomienda a tratar de sanear el ambiente y eliminar los desechos, ya que la acumulación de éstos causaba enormes problemas, tanto en zonas rurales como urbanas. Basura y aguas negras contaminan la escasa agua potable, además, en la implacable temporada de lluvias, urbes como México o Puebla se convertían en lo que se denominó “las fétidas Venecias mexicanas”.
En busca de soluciones, el gobierno optó por pavimentar las calles y realizar trabajos de desagüe y entubado; cabe mencionar que las obras llevadas a cabo en la Ciudad de México fueron calificadas en su momento como las más monumentales de la época.
Abordando este álgido problema, Porfirio Díaz, en su informe de gobierno de abril de 1886, pronunciado ante el Congreso, se refirió a la necesidad de construir un desagüe que transformaría a la capital “en una de las ciudades más sanas y hermosas de América”.
En el año de 1892, cuando aún no se daba por concluida la faena, el presidente Díaz comentó la importancia para la ciudad de la terminación de la obra, textualmente expresó refiriéndose a la capital del país: “ciudad que siendo hoy, por su parte material, la primera en América latina, alcanza una gran cifra de mortalidad por las graves y funestas enfermedades endémicas que la afligen”
Las obras de desagüe, según unas opiniones, motivaron la disminución de la mortalidad a causa de enfermedades y citan como casos ejemplares el del tifo, cuyo coeficiente se redujo de 1379 en 1901 a 248 en 1904; y el de viruela, que en 1903 provocó la muerte de 216 personas y en 1904
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