Cultura E Identidad Nacional
adrian5010 de Octubre de 2014
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CULTURA E IDENTIDAD NACIONAL
Introducción:
La cultura puede ser entendida como “el conjunto de los valores, Comportamientos e instituciones de un grupo humano que es aprendido, compartido y transmitido socialmente”.
Es decir la cultural nos permite comprender las diferencias entre las culturas en su valor particular y no como una evaluación desde un campo específico de valores.
Esta concepción de la cultura deja clara la manera en que las diferentes sociedades humanas construyen sus sociedades y se adhieren a valores de acuerdo a principios diferentes, En ese sentido cultura y sociedad no son lo mismo. Es más bien la noción de etnia la que establece la unión entre la cultura y la sociedad.
Identidad nacional La Identidad Nacional es una conciencia social que da sentido de equivalencia y pertenencia del individuo y su comunidad con el estado nacional y se diferencia de otros estados afirmado su unión o su independencia ante otras comunidades en función de rasgos específicos, la fuerza integradora fundamenta en esta unión es su historia común reforzada mediante estructuras políticas, económicas y sociables.
La Identidad Nacional como proceso de integración en un país, es un asunto ligado al nacionalismo, concepto que se acuñó como fenómeno histórico durante el siglo XVIII, en las naciones europeas en proceso de transformación, que dio como resultado el surgimiento del Estado Moderno. Se entiende por nacionalismo, la lealtad y el compromiso empeñados en defensa de los intereses de una nación, que suelen expresarse principalmente en la disposición para defender su honor, valores culturales, a componentes de pertenecer a un grupo, a una sola familia, de estructurar un todo, con características únicas con respecto a los demás agregados sociales que constituyen el resto de las naciones.
Introducción
Hay varias aproximaciones que pueden hacerse al tema de la identidad personal, nacional y cultural de individuos y pueblos. En una perspectiva filosófica la indagación suele encaminarse a precisar los rasgos comunes de la naturaleza humana, las propiedades ontológicas del ser del hombre en cuanto tal. Así Heidegger caracterizó al ser humano como temporalidad, como transcurso de tiempo abierto hacía futuro que además se encuentra en una situación dada que no fue buscada ni propuesta por él mismo, arrojado en una contingencia radical, capaz de afrontar su condición con diversas acentuaciones de un temple emocional que va desde el tedio hasta la angustia, desde el dejarse llevar por la colectividad hasta la asunción con responsabilidad del propio destino, en aceptación y conciencia de la muerte como fin ineludible; otros filósofos ponen de manifiesto otras características que a su parecer son mas apropiadas. Entonces, según su formación, su preferencia, su temperamento y su cultura, los filósofos destacarán uno u otro rasgo del humano vivir y lo presentarán como el rasgo por excelencia definitorio de la humanidad. Por lo demás, cuando la atención filosófica reencamina al estudio de otras dimensiones de la experiencia puede escoger, por ejemplo, la historia como rasgo fundamental del existir humano, es decir, el transcurrir temporal y la huella que va quedando de generaciones pasadas y es transmitida al presente como herencia cultural institucional. En ese caso el hombre se define como ser histórico y su identidad va a dependerse los plexos de sentido particular e irrepetible de una circunstancia específica. O bien se selecciona la racionalidad, como ha sido tan frecuente, y en ese caso será la capacidad de razonar conforme a principios de congruencia, claridad, orden y estabilidad semántica los que pondrán de manifiesto la esencialidad buscada.
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