DEMOCRACIA Y VIDEOELECCIONES
Pinela29 de Agosto de 2014
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Ya en los tiempos en los que sólo había periódicos, la pregunta era: ¿en qué medida influye el periódico en la decisión de los electores? Las noticias televisivas influyen de un modo decisivo en las prioridades atribuidas por las personas a los problemas nacionales y las consideraciones según las cuales valoran a los dirigentes políticos. Son muchos los que consideran que tres o cuatro millones de nuestros electores están tele-guiados. Por otra parte, tenemos el hecho de que esta medición excluye a los que no cambian el voto, probablemente porque las incitaciones de los medios de información se neutralizan.
Los efectos de la vídeo-política tienen un amplio alcance. La televisión personaliza las elecciones. En la pantalla vemos personas y no programas de partido. La televisión nos propone personas en lugar de discursos. Además, el sistema electoral es una variable importante.
El poder del vídeo es menor cuando el voto se da a listas de partido, y adquiere toda su fuerza cuando el sistema electoral está personalizado, cuando se vota para candidatos únicos. El sistema electoral y el sistema de partidos son variables importantes en lo que concierne al hecho de favorecer u obstaculizar la despersonalización de la política.
La vídeo-política tiende a destruir el partido, ya que el rastreo de votos ya no requiere una organización capilar del partido de sedes y activistas. La vídeo-política reduce el peso y la esencialidad de los partidos, les obliga a transformarse. Ya no es necesario el “partido de peso”; el “partido ligero” es suficiente.
LA POLÍTICA VIDEO-PLASMADA
En el pasado, el representante era enormemente independiente de sus electores. El gentleman político no estaba ligado a partido alguno y era elegido sin oposición. A lo largo del siglo XX, el partido prevalece sobre los miembros electos.
Cuanto más vota el elector al símbolo, a la ideología o al programa de un partido, más dependen los candidatos de su partido para ser elegidos. Hoy esta dependencia se está reduciendo. Estamos pasando al representante o colegio-dependiente o video-dependiente.
El representante liberado del control del partido no tiene porqué ser un representante que funcione mejor. En la colegio-dependencia, al final, toda la política se resuelve en la política local. Este supuesto progreso democrático transforma el parlamento en una constelación de intereses particulares en conflicto. De este modo, cuanto más local se hace la política, más desaparece la visión y la búsqueda del interés general, del bien de la comunidad.
¿Cuáles son las culpas de la televisión en el aumento del localismo? La televisión tiende a concentrarse en noticias locales. Los políticos tienen cada vez menos relación con los acontecimientos genuinos y cada vez se relacionan más con “acontecimientos mediáticos”. La vídeo-política atribuye un peso absolutamente desproporcionado a quien no representa una “fuente autorizada”, a quien no tiene ningún título de opinión maker.
Esto representa un pésimo servicio a la democracia como gobierno de opinión. Además, la televisión favorece la emotivización de la política. Aquí nos encontramos con un problema, ya que el saber es logos, no es pathos, y para administrar la ciudad política es necesario el logos. Así, la cultura de la imagen rompe el delicado equilibrio entre pasión y racionalidad. La racionalidad del homo sapiens está retrocediendo.
LA ALDEA GLOBAL
La televisión anula las distancias visuales, dándole globalidad a la misma. La cámara de televisión no llega a la mitad del mundo, lo que significa que existe un mundo oscurecido y que la televisión incluso consigue que nos olvidemos de él. Al periódico saber lo que sucede en el mundo le cuesta poco dinero,
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