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De la Fe a la Razon

anysbarEnsayo18 de Junio de 2018

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                             De la Fe a la Razón

INTRODUCCIÓN

El presente Ensayo  Argumentativo atraviesa la etimología, concepto y definiciones de “Teocentrismo” y “Antropocentrismo”, como líneas de pensamiento opuestas.

Describe los aportes que cada una de estas líneas han hecho a la humanidad, y a partir de estas bases, y en el contexto actual de un mundo globalizado, empequeñecido e interconectado, concluye planteando  como interrogante, si debemos continuar con esta dicotomía de oposición o caminar hacia la integración de los paradigmas.

Como una primera aproximación de análisis de la temática para este ensayo y en forma previa a esbozar los argumentos en referencia a la posible existencia, o no, de progreso en el pensamiento, ya sea centrado en la fe o en la razón, es importante describir los aspectos más relevantes  de cada una de las dos corrientes involucradas.

Definición de Teocentrismo y de Antropocentrismo.

Para poder conocer el significado del término TEOCENTRISMO, lo primero que hay que hacer es comprender su origen etimológico. En ese sentido, podemos decir que la palabra deriva del griego “theos”, que puede traducirse como “dios” y “Kentron”, que es equivalente al vocablo “centro”.  Se le agrega el sufijo “-ismo”, utilizado para indicar “doctrina”[1] 

Al Teocentrismo se lo define como la corriente de pensamiento que ubica a Dios como el centro del universo, rigiendo todo, incluso las actividades humanas. El teocentrismo abarcaba todo lo que existía, incluyendo los temas científicos, ya que todo ocurría por la voluntad divina. Esta es considerada como la filosofía dominante de los períodos con mucha religiosidad, como el periodo de la Edad Media.

Etimológicamente la palabra ANTROPOCENTRISMO está compuesta de dos términos, uno griego y otro castellano, pero que proviene del latín. “Anthropos” es griego y quiere decir “hombre” en el sentido genérico de “ser humano”. La segunda parte es aún más obvia y deriva del término latino “centrum”, es decir, antropocentrismo se refiere al ser humano considerado como centro[2].

Al Antropocentrismo se lo define como la ideología surgida a principios del siglo XVI, entrando ya al período conocido como la Edad Moderna, como una corriente alternativa para reemplazar al teocentrismo. Este movimiento ubica al ser humano como medida de todas las cosas. Para esta doctrina los intereses de los hombres requieren más atención que todas las demás cuestiones. A partir del Renacimiento, el antropocentrismo fue imponiéndose sobre el teocentrismo que había reinado en la Edad Media. El pensamiento antropocéntrico coloca al hombre en el centro de una cosmovisión y presenta ciertas suposiciones sobre el hombre que se considera esencial y no negociable.

El Teocentrismo desarrollado en la Edad Media.

La edad Media, período que abarcó desde la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 d. c. a manos de los que se consideraban en esa época como los pueblos Barbaros hasta fines del siglo XV, fue considerada como la época con mayor concentración del concepto teocéntrico del mundo antiguo, debido a la gran influencia del cristianismo o la religión católica. La edad media abarcó dos períodos de tiempo diferenciado, la Alta edad media, que corresponde al período desde sus orígenes en el siglo V d. c., hasta el siglo X y la Baja edad media, que abarca desde el siglo XI al XIV.

La Alta Edad Media y la Baja Edad Media

Este primer período medieval estuvo caracterizado por el orden que sustentaba la Iglesia, que era en esa época la única institución relativamente sólida, con la capacidad de lograr superar el desorden, la ineficiencia y la ignorancia, producto de la destrucción dejada por los bárbaros. La iglesia poseía un gran poder en ese momento, ya que influía sobre aspectos como la educación y la política. En la edad media la estructura social estaba dividida en clases sociales en cuya parte superior se encontraba la nobleza y el clero y por debajo de ellos se hallaba la amplia masa campesina, abocada a las labores de la tierra.

La Edad Media en si está signada por un fuerte sentido de legitimación aristocrática, sobre todo en términos de poder, aunque esta aristocracia no excluye que el feudalismo, el régimen político que más caracterizó este período, se basara en la invocación del consentimiento de los interesados a través de "contratos". El sistema económico estaba organizado mediante los feudos, donde el Rey, quien era el dueño de toda la tierra, distribuía grandes extensiones de tierra a los nobles, a los guerreros o al mismísimo clero, quienes ponían a trabajar a los campesinos, los encargados de hacerlas producir. Como la mayor parte de lo producido le pertenecía al señor feudal, como contra prestación a su trabajo, éste le permitía al campesino vivir en esas tierras, donde además era protegido llegado el caso de haber una invasión enemiga.

El teocentrismo tiene importantes implicaciones filosóficas, ya que significa que todas las posibles explicaciones de la realidad tienen como principal fundamento la intervención de Dios. Así, para los defensores de esta postura intelectual la moral, la libertad o el conocimiento dependen de Dios y, en consecuencia, otras explicaciones son consideradas inválidas e incluso son entendidas como herejías.

Las implicaciones del teocentrismo van más allá de la filosofía y de la ciencia, pues no hay que olvidar que en el teocentrismo antiguo y medieval el papel de Dios estaba presente en todos los órdenes (el rey era el representante de Dios en la Tierra y algunos acontecimientos que afectaban a los humanos eran concebidos como castigos divinos). Algunos pensadores han intentado compatibilizar el teocentrismo con las distintas posiciones científicas y de esta manera la intervención de Dios no excluiría que el ser humano intente explicar cualquier aspecto de la realidad desde una óptica rigurosa y científica (Dios es el creador de todo el Universo pero las leyes y principios que lo rigen pueden estudiarse independientemente de la idea de un creador).

ARTE EN EL TEOCENTRISMO La Edad Media culturalmente estaba atravesada por el teocentrismo que aparecía en todos los aspectos de la vida. En la parte arquitectónica se destacaban las iglesias tanto las pequeñas (del románico) como las catedrales del gótico, influenciando estos estilos a los artesanos y mercaderes. En pinturas prevalecían las escenas religiosas con imágenes de rostros inexpresivos que instaban al recogimiento. Los relieves y pinturas sirvieron para inculcar la religión en un pueblo analfabeto pero que comprendía el lenguaje visual. En las universidades se utilizaba el método escolástico. Santo Tomás de Aquino trató de enseñar la verdad de forma sistemática por medio de la razón, adoptó el pensamiento de Aristóteles y lo cristianizó creando el escolasticismo aristotélico. Este sistema filosófico se convirtió en la doctrina del pensamiento cristiano. Las obras tenían alto contenido de moralejas, predominio de lo espiritual sobre lo terrenal.

LITERATURA  EN EL TEOCENTRISMO Los autores de la literatura pertenecían a la iglesia, la nobleza y la milicia y las producciones que se difundían entre la población eran basadas en el teocentrismo hasta que a fines de la Edad Media aparece el antropocentrismo. Literatura española medieval Los principales hechos literarios de la época medieval fueron:

-Siglo X: Aparición de las jarchas que testimoniaban la existencia de una lírica popular trasmitida oralmente. -Siglo XIII: Aparece el mester de clerecía, la prosa científica y doctrinal destinada a la educación. -Siglo XVI: Se desarrolla el mester de clerecía y aparece la prosa de ficción, procedentes de la cultura árabe y de su literatura.

Los teocentristas explican la realidad a partir de la voluntad divina: todo está supeditado a Dios. La ciencia, en este marco, queda en un segundo plano debido a que cualquier fenómeno, por mínimo o insignificante que resulte, es regido en última instancia por la divinidad.

Agustín de Hipona y la Ciudad de Dios.

La obre más trascendental desde la cual se fundamentan los sostenedores posteriores del Teocentrismo es la escrita entre el 412 y 426 d. c. por el Obispo Agustín de Hipona, conocida como "Ciudad de Dios" (De civitate Dei). Se trata de una obra compuesta por XXII libros a través de los cuales realiza una síntesis de la historia universal y divina. Es además un tratado conformado por un discurso apologético a través del cual Agustín nombró y condenó las herejías que circulaban respecto de la adoración al único Dios.

En el año 410 Alarico y sus huestes visigodas toman y saquean la Ciudad Eterna. Este acontecimiento no sólo fue de fuerte conmoción para los paganos. Los cristianos se vieron asimismo inquietados principalmente por las acusaciones de los gentiles, quienes acusaban al cristianismo por aquella decadencia de Roma. Muchos veían en este acontecimiento la venganza de sus dioses, frente a la adoración de aquel único Dios. El cristianismo había forjado además políticos débiles e incapaces para sobrellevar las necesidades del Imperio. San Agustín salió entonces a la defensa de su credo. Para ello y para reconfirmar a los bautizados en su fe, entre otras razones pues fue un proyecto largamente pensado, escribió aquella obra. En ella expone las razones por las cuales Roma no ha caído por el seguimiento de Cristo más que por sus propios vicios, nacidos ya antes de la venida del salvador. Dentro del papel Providente del Padre explicita que él mismo permitió el saqueo.

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