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Decena Trágica


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2011  •  1.962 Palabras (8 Páginas)  •  6.065 Visitas

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Introducción

Se conoce como Decena Trágica al movimiento armado que tuvo lugar del 9 de febrero al 18 de febrero de 1913 para derrocar a Francisco I. Madero de la Presidencia de México. La sublevación o derrocamiento se inició en la ciudad de México, cuando un grupo de disidentes se levantó en armas comandado por el general Manuel Mondragón y pusieron en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz que estaban presos. Posteriormente asaltaron algunas dependencias de gobierno y decretaron estado de sitio.

Al caer herido el general Lauro Villar, defendiendo el Palacio Nacional, Madero nombró en su lugar a Victoriano Huerta. Al paso de los días se solicitó la renuncia de Madero y José María Pino Suárez, lo cual fue rechazado. El 17 de febrero Gustavo A. Madero descubrió que Huerta estaba en arreglos con los opositores y lo llevó ante el Presidente, quien no creyó en sus palabras y lo liberó. Poco después Huerta firmó un acuerdo con Félix Díaz, en su calidad de jefe del ejército federal, consumando su traición destituyendo al Presidente y al Vicepresidente, el acuerdo tuvo lugar en la sede de la Embajada de Estados Unidos en México, con el apoyo del embajador Henry Lane Wilson y es conocido como el Pacto de la Embajada. Ese mismo día Madero y Pino Suárez fueron apresados y obligados a renunciar. El 20 de febrero Victoriano Huerta fue designado presidente mediante una serie de maniobras ilegítimas, por lo que sería conocido como el usurpador. La revuelta culminó el 23 de febrero con el asesinato de Madero y Pino Suárez.

Desarrollo

I-Antecedentes

Cuando Francisco I. Madero llegó a la Presidencia de México mantuvo vínculos con personas afines a Porfirio Díaz; tratando de mantener la estabilidad económica, social y de preservar la inversión extranjera, no realizó grandes reformas en la infraestructura de gobierno; y conservó intacto el ejército federal porfirista, licenciando a las tropas rebeldes. Esto causó que perdiera el apoyo de muchos revolucionarios que consideraban que no se identificaba con las clases marginadas. Los hacendados tampoco estaban contentos ya que esperaban medidas más enérgicas para frenar la revolución campesina zapatista. La prensa lo hizo objeto de críticas que a veces rayaron en la ridiculización, lo que fue debilitando su fuerza política.

Cuando algunos rebeldes lo abandonaron, llamó al general Victoriano Huerta para luchar contra Pascual Orozco y Emiliano Zapata, que se habían levantado en armas. Las élites militares se sumaron a la oposición buscando la oportunidad para derrocarlo, entre los dirigentes de este movimiento estaban el general Bernardo Reyes y el general Félix Díaz, que contaba con el apoyo de los porfiristas en el exilio. Después de romper relaciones con Madero, Bernardo Reyes se refugió en San Antonio, Texas, e intentó organizar desde allá un levantamiento. El 16 de septiembre de 1911 proclamó el Plan de la Soledad, que no consiguió apoyo en Estados Unidos, ni en México. Al ver que su intento resultó fallido, regresó derrotado a México y se entregó voluntariamente el 25 de diciembre de 1911 en Linares, Nuevo León, desde donde fue trasladado a la cárcel militar de Santiago de Tlatelolco. Félix Díaz encabezó otro levantamiento en Veracruz el 16 de octubre de 1912, este con la intención de restablecer el antiguo régimen, pero fue contenido rápidamente por las fuerzas federales y encarcelado en la Penitenciaría de Lecumberri. Madero decidió no ejecutarlos.

Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos no estaba de acuerdo con la política interna de Madero. Las huelgas, los reclamos por los derechos de los trabajadores y las peticiones de las clases acomodadas de restringir la entrada de capital extranjero, afectaban a muchas de sus compañías. Se dio inició a una campaña contra el gobierno mexicano evidenciada en la prensa estadounidense y en las quejas de su gobierno por la falta de seguridad para sus ciudadanos radicados en México y por una supuesta «discriminación» sufrida por estos y sus empresas. El embajador Henry Lane Wilson resentido con Madero, a quien había solicitado un subsidio económico decoroso contribuyó en gran parte a incrementar la presión, difundiendo noticias alarmantes y sugiriendo al presidente William Howard Taft, la necesidad de una intervención armada o incluso derrocar al régimen maderista

II-La Marcha de la lealtad

La sublevación inició la madrugada del 9 de febrero de 1913 en la ciudad de México, cuando un grupo de cadetes de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan y la tropa del cuartel de Tacubaya se levantaron en armas, comandados por los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz, se dirigieron a Santiago Tlatelolco y a Lecumberri, donde pusieron en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz. Un grupo de opositores, con Reyes a la cabeza, se dirigieron a Palacio Nacional, a su llegada al Zócalo los esperaba una línea de tiradores. El general Lauro Villar encargado de la defensa salió a recibirlo y frente a la presencia de una multitud de curiosos Reyes le solicitó que se rindiera. Ante la negativa de Villar, Reyes intentó irse encima de él en su cabalgadura, lo que desató una profusión de disparos. En este combate murió Bernardo Reyes, entre 805 víctimas, mientras que Lauro Villar salió herido. Díaz y Mondragón se refugiaron en la fortaleza denominada La Ciudadela, que fue tomada a traición. El general Ruiz que llegó tarde a la escena del combate fue arrestado y posteriormente ejecutado.

Madero que se encontraba en el Castillo de Chapultepec fue informado por télefono de lo sucedido, alrededor de las 7 a. m., por lo que salió rumbo al Palacio Nacional, custodiado por cadetes del Colegio Militar y gendarmes de la capital que habían sido congregados para su defensa, acompañado por miembros de su gabinete y amigos, en lo que se denominó la Marcha de la Lealtad. Durante el trayecto, el presidente se encontró con Victoriano Huerta, que había sido avisado de los acontecimientos, y lo nombró comandante militar de la plaza, en sustitución del general Villar, que fue herido durante el combate. Este hecho sería considerado más adelante un lamentable

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