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Diles Que No Me Maten


Enviado por   •  5 de Febrero de 2015  •  1.425 Palabras (6 Páginas)  •  262 Visitas

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central, en su vida pasada: el asesinato de Don Lupe Terreros, su compadre.

III. El coronel que ha mandado a los cuatro soldados es hijo de Don Lupe y vengador ahora de la muerte de su padre.

La historia del asesino de su compadre y la del hijo vengador se cierran con el cadáver que el otro hijo (Justino) lleva encima de un burro para el velorio en Palo de Venado.

LA IDENTIDAD DEL PROTAGONISTA

La identidad y el nombre del protagonista se revelan a través de su propia memoria y del pasado que no ha redimido al asesino después de cuarenta años de huir de la muerte. Su conciencia es la que ha provocado la desazón y el movimiento del que huye inútilmente de la fatalidad. Amarrado al horcón no se puede estar quieto. Después del fusilamiento encuentra su paz y la quietud:

Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto.

Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón.

El narrador testigo ocupa el mismo lugar que el protagonista y esta dualidad ofrece una perspectiva doble, en cuanto el lector no logra dilucidar si el relato está contado desde adentro del personaje o simplemente desde afuera de él. Ambos, testigo y protagonista, parecen ser la misma persona que narra.

UNIDADES DE TIEMPO Y SU AMBIGÜEDAD

En la economía expresiva sobre la base de la cual se estructura el cuento, el narrador nos ofrece tres cuadros patéticos que se desarrollan entre las escasas horas de la noche en que es apresado Juvencio, la madrugada y el día de su fusilamiento.

En la primera escena, el diálogo dramático entre padre e hijo se enriquece con la aparición del narrador testigo que se confunde con el narrador protagonista. Me­diante esta interposición el relato borra las fronteras entre la realidad objetiva y la realidad interior:

Realidad objetiva. Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir: ...

Realidad subjetiva. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba...

En esa sucesión entre el relato de afuera y el relato desde adentro de la conciencia del personaje, el narrador alcanza en su última acción narrativa el terreno del relato enmarcado. Las comillas nos indican que el relato en primera persona ("Y me mató un novillo") toma el punto de vista del protagonista a través del recuerdo.

Mediante esta técnica de interpolar, a) el diálogo entre Justino y su padre; b) narrador testigo; c) narrador protagonista que recuerda su pasado, se une sutilmente el tiempo real (presente) y el tiempo evocado (pasado).

En la segunda escena vuelve al tiempo presente cronológico. Ahora el punto de vista del narrador se sitúa en el mismo lugar (afuera) en donde están el con­denado y los soldados. Desde adentro del local el coronel musita la historia de su padre asesinado y el castigo para el culpable. El narrador nos dice: "Desde acá, desde afuera, se oyó bien claro cuánto dijo". Otra vez ha habido un despla­zamiento de la perspectiva del narrador.

En la última escena, Justino se aleja con el cadáver de su padre y habla con él. No obstante, por tercera vez, el narrador se confunde en su punto de vista impreciso para relatar.

¿Es un narrador omnisciente, un narrador testigo o el narrador protagonista (ya muerto) el que nos dice esta frase clave en el cuento: "Ahora, por fin, se había apaciguado"?

Esa ambigüedad o indecisión en el cuento es la que crea ante el lector un clima de realidad y de irrealidad. Dicha ambigüedad se complementa con el uso de un lenguaje coloquial, teñido de mexicanismos, que utilizan los distintos narradores.

“¡Diles que no me maten!” parece a primera vista una manifestación rezagada del criollismo.

El protagonista es el mismo campesino trágico de Jorge Ferretis y de tantos otros autores de la Revolución Mexicana. Abunda el diálogo con un sabor muy mexicano pero sin la transcripción de las formas dialectales tan típica de los criollistas.

A diferencia de éstos, se evita la especificidad cronotópica, y el protagonista

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