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Doctrinas Eticas


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  2.709 Palabras (11 Páginas)  •  245 Visitas

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Eudemonismo de Aristóteles

Aristóteles (384–336 a.n.e.) parte de una concepción tripartita de la naturaleza humana: la naturaleza–tal–como–es (naturaleza humana inadecuada opuesta a la ética), que precisa de una razón práctica (prudencia) para ser transformada en la naturaleza–tal–como–podría–ser–si–realizase–su–télos. El fin (télos) de las acciones humanas es la eudemonia, felicidad), es decir, “la actividad del alma conforme a una areté (virtud o excelencia) perfecta”. La palabra eudemonia incluye las nociones de “comportarse bien” y de “vivir bien”. “Comportarse bien” es actuar conforme a la virtud; “vivir bien” es ejercitar la función propia del hombre. ¿Cuál es la función propia del hombre? ¿En qué consiste la vida buena? Lo propio de los seres humanos, aquello que no comparten con el resto de animales, es la razón. La actividad característica de la razón es la teoría (razonamiento especulativo que se ocupa de las verdades inmutables). Por tanto, la actividad específicamente humana es la vida teorética o contemplativa. Actividad que sólo una élite podrá realizar. Para llegar a la vida buena, a la vida contemplativa, hay que comportarse bien, es decir, poseer el conocimiento necesario (prudencia) para poder practicar las virtudes y adquirir el hábito de comportarse de acuerdo con las virtudes. ¿Cómo se puede practicar una vida virtuosa? Para elegir de manera virtuosa entre placeres y dolores, se requiere aplicar la regla del justo medio y la prudencia. Aplicar la regla del justo medio consiste en elegir entre dos extremos, entre dos vicios, de los cuales el uno lo es por exceso y el otro por defecto. Por ejemplo, se dice que la virtud de la valentía (el valor) es el justo medio entre dos vicios: la temeridad (el vicio del exceso) y la cobardía (el vicio de la deficiencia). Pero la elección del justo medio es “posición intermedia para nosotros”, es decir, se trata de un justo medio subjetivo (por ejemplo, hay que comer de acuerdo con nuestras necesidades, evitando prudentemente comer demasiado o escasamente). Pero, además de aplicar la regla del justo medio, también es necesario considerar el juicio del hombre prudente para elegir qué acción es más virtuosa. De ahí que la prudencia (saber cómo tener en cuenta las circunstancias para aplicar principios generales a las situaciones particulares) sea la clave de todas las virtudes. Sin ella no es posible tener una vida virtuosa. Por ello, el conocimiento del justo medio no es sólo el conocimiento de una fórmula, és saber cómo aplicar las reglas a las circunstancias concretas. Para alcanzar la felicidad se requiere, pues, sabiduría en la elección, moderación y constancia: no dejarse llevar por el deseo. Porque sin la guía de la inteligencia, las pasiones desorganizadas, carentes de orden y finalidad, dificultan todo proyecto humano de vida particular o colectiva excelente.

Hedonismo de Epicuro

Se llaman hedonistas las teorías éticas que identifican lo bueno con el placer (en griego, , hedoné) y consideran que el fin de toda actividad humana es la consecución del placer.El hedonismo de Epicuro de Samos (341–270 a.n.e.) parte de la afirmación de que los ciudadanos particulares que habitan en los grandes imperios helenístico y romano son desgraciados, ya sea por el miedo a la muerte, a los dioses y al destino, ya sea por los deseos vanos e ilimitados que los dominan. Sólo si consiguen desembarazarse de sus temores y poner freno a sus deseos, se asegurarán los beneficios de la razón y serán felices. El hombre debe llevar una vida tranquila y sosegada. Para alcanzar la felicidad, previamente deben desaparecer los miedos.Para liberar al hombre de estos temores, Epicuro recurrió al atomismo de Demócrito. En el atomismo, la realidad es exclusivamente material. Las cosas están compuestas de átomos de variadas formas que se mueven en el vacío y que se reúnen para constituir los distintos cuerpos. Sus movimientos son mecánicos, no están rígidamente definidos, lo que da margen para el azar (libertad). Esta circunstancia permite negar el fatalismo y el destino. Según Epicuro no existe nada fuera del hombre que dirija su vida a un fin determinado. Los dioses existen, pero no se ocupan de los asuntos humanos. Además, el atomismo permite negar la inmortalidad del alma. El alma humana también está compuesta de átomos. Al morir, los átomos del alma se separan y ya no puede haber percepciones: la muerte es la privación de la percepción. Desde el momento en que entendemos que la verdadera realidad para los seres humanos son las sensaciones (aisthésis) a través de las que captamos las cosas, el temor a la muerte deja de tener sentido. Si el alma no es inmortal nada hay que temer de los premios y castigos de ultratumba.

Eliminadas las causas que producen los temores humanos, ¿cómo se pueden frenar los deseos vanos e ilimitados para conseguir la felicidad? La felicidad, ese estado que consiste en “no tener dolor en el cuerpo ni turbación en el alma”, que Epicuro denomina ataraxia, se alcanza mediante el placer. Y la virtud es condición indispensable para lograr la ataraxia.Imposible vivir plácidamente sin ejercitar la prudencia, la honradez y la justicia; e imposible vivir prudente, honorable y justamente sin que resulte una vida placentera. Quien no viva conforme a la prudencia, la honradez y la justicia no podrá vivir feliz. (Carta a Meneceo, 132)EpicurAsignatura: Ética 4t ESO Profesora: Àngels Varó Peral Cuando Epicuro caracteriza el placer, no se refiere a los placeres momentáneos, a las sensaciones pasajeras, sino al placer que dura a lo largo de toda la vida. Y lo entiende como ausencia de dolor y no, como satisfacción positiva. Pero para escoger adecuadamente los placeres es necesario un arte de calcular. Al elegir los placeres y dolores "conviene juzgar todas estas cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y lo conveniente, porque en algunas circunstancias nos servimos del bien como de un mal y, viceversa, del mal como de un bien”. Y es en la aptitud para sopesar la felicidad e infelicidad presente o futura, donde se encuentra la esencia de la prudencia, la virtud más alta de todas. Cuando un hombre es prudente, es virtuoso, pues la vida virtuosa no consiste tanto en disfrutar incesantemente de placeres, sino en saber cómo conducirse en la búsqueda del placer. Y ese arte de calcular guiado por la prudencia nos hace preferir:

● Los placeres estáticos (disfrute de un estado ya alcanzado: la aponía o ausencia de dolor y la ataraxia o ausencia de perturbación) frente a los placeres dinámicos (proceso de eliminación del dolor que culmina en sensaciones placenteras: por ejemplo,

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