EL CICLO ECONÓMICO CAPITALISTA. ALTERNATIVAS DE POLÍTICA ECONÓMICA ANTE LAS RECESIONES
Nerea Pavlović LinaresApuntes13 de Noviembre de 2017
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TEMA 2.- EL CICLO ECONÓMICO CAPITALISTA. ALTERNATIVAS DE POLÍTICA ECONÓMICA ANTE LAS RECESIONES
- Tipos de comportamiento cíclico del sistema capitalista
Lo primero que hay que decir es que no hay un solo tipo de comportamiento cíclico en las economías capitalistas, sino que se han detectado empíricamente momentos cíclicos muy diferentes en sus duraciones y también en las causas que los inducen. Concretamente los manuales de economía hablan de tres tipos principales de ciclos (las tres íes):
- Ciclos a corto plazo o ciclos Kitchin[1] o ciclos de inventarios (entre 3 y 40 meses)
- Ciclos a medio plazo o ciclos Juglar[2] o ciclos de inversión (entre 5 y 15 años)
- Onda larga o de Kondratiev[3] o ciclos de innovación (50 años, aproximadamente)
Ciclos cortos
Están motivados por el ajuste permanente que, en una economía de mercado, se produce entre la oferta y demanda. Las empresas sacan sus productos al mercado y estos pueden tener éxito o no. Cuando las empresas aciertan y ofrecen productos que interesan a los consumidores a un precio que están dispuestos a pagar, entonces los inventarios (la mercancía que aguarda en los almacenes) disminuyen rápidamente. Las empresas entonces se ven obligadas a incrementar su producción diaria: contratan personal adicional y, cuando es posible, trabajan en tres turnos al día (mañana, tarde y noche). Por el contrario, si los productos ofertados no interesaran a los consumidores, entonces los inventarios aumentan y las empresas detienen sus procesos productivos hasta que, por ejemplo, una campaña de publicidad o rebajas en el precio empiezan a vaciar los almacenes.
Si, en un momento dado, son más las empresas y los sectores productivos que “aciertan”, que las que “se equivocan”, entonces la producción total, el PIB, aumentará. Pero cuando son mayoría las empresas que ofrecen productos que no interesan a los consumidores, entonces el PIB caerá.
Sobre este tipo de comportamiento cíclico el Sector Público no tiene que intervenir. Si lo hace (por ejemplo, subvencionando el precio de determinados productos que no se están consumiendo) estaría distorsionando el funcionamiento del mercado, haciendo artificialmente más baratos productos cuyo precio tendría que bajar sin la ayuda pública. Por tanto, en este caso el mercado tiene que funcionar libremente, para que las empresas se vean penalizadas en sus equivocaciones y premiadas en sus aciertos y tengan un fuerte incentivo a acertar. Porque si se equivocan (ofreciendo productos que la gente no demanda) y el Estado se ocupa de facilitarles la venta, entonces dará igual hacer bien el trabajo o hacerlo mal y la economía se alejará del óptimo, es decir, utilizará de forma no eficiente los recursos limitados.
Onda larga
Dura aproximadamente cincuenta años, en los que se sucede primero una fase expansiva (años en los que el PIB crece por encima de la media) y luego una fase depresiva o de estancamiento (años en los que el PIB decrece o crece por debajo de la media)
A partir del trabajo estadístico de Kondratiev se han podido reconstruir hasta cinco ondas largas desde los primeros años de la Revolución Industrial, es decir, desde los albores del capitalismo moderno. Así por ejemplo, la última onda larga completa habría transcurrido entre el final de la 2ª guerra mundial y los primeros años 90. A la expansión espectacular de postguerra (los 50 y 60 en los que tuvo lugar el milagro alemán, el milagro japonés, el éxito americano, etc.) le siguieron la profunda crisis de los 70 y 80 (crisis de oferta, choques petrolíferos). A principios de los noventa cambió la tendencia, que ha vivido varios años de fuerte crecimiento. Así ha sucedido, sin ir más lejos, con la economía española que ha crecido fuertemente durante los 15 años previos a la crisis financiera de 2007).
La explicación más sólida se la debemos a Joseph Schumpeter[4]. Según este autor las fases de expansión se producen cuando un conjunto de innovaciones tecnológicas se difunden a la vez por toda la economía.
Expresado con sencillez, innovación es un invento al que se le saca una utilidad práctica. En un laboratorio científico se descubre un nuevo material con propiedades especiales (invento), pero sólo cuando una empresa comienza a utilizarlo para fabricar sartenes o un nuevo chip de ordenador es cuando se da la innovación. Existen innovaciones de producto y de proceso. Las primeras se convierten en bienes o servicios destinados al consumidor final, mientras que las innovaciones de proceso son nuevos inputs productivos o nuevas formas de hacer que sirven para fabricar productos finales de forma más económica o con mayor calidad. Normalmente las innovaciones disruptivas, aquellas capaces de desencadenar la fase expansiva de la onda larga son innovaciones de producto y proceso a la vez, es decir tienen utilidad tanto para las familias, como para las empresas. Fue el caso de la electricidad que vino a satisfacer de forma mucho más eficiente y limpia las necesidades energéticas de los hogares y a la vez favoreció la aparición de nuevas formas de fabricar todo tipo de productos dentro de las empresas. Resulta evidente incluir también entre este tipo de innovaciones el caso de Internet, pero incluso podríamos incluir en la lista a la televisión: una fuente de entretenimiento mucho más completa que la radio, al mismo tiempo que el vehículo publicitario perfecto sobre el que fundamentar el consumo de masas que catapultó el crecimiento de los años 50 y 60.
Como podemos ver en todos esos casos, no se trata de innovaciones de aplicación exclusiva a un determinado tipo de consumidores o a un sector productivo concreto, sino de novedades que alcanzan a todos los rincones de la economía, que sirven para satisfacer necesidades de prácticamente todos a la vez. Pues bien, cuando se concentran varias de estas innovaciones en un momento del tiempo, difundiéndose por toda la economía, es cuando estamos ante una fase expansiva de la onda larga capitalista.
Los periodos que ocuparon las 5 ondas, así como las innovaciones que protagonizaron cada una de ellas fueron las siguientes:
- 1785-1845 impulsada por el vapor de agua, la industria textil y el hierro
- 1845-1900 impulsada por los ferrocarriles y el acero
- 1900-1950 impulsada por la electricidad, la industria química y el motor de combustión interna
- 1950-1990 impulsada por la industria petroquímica, la electrónica (TV, por ejemplo) y la aviación.
- 1990-2020 impulsada por la redes digitales, la informática y las comunicaciones en general
Pero, ¿por qué se concentran en un determinado momento el conjunto de innovaciones disruptivas que desencadena la fase expansiva de la onda? La explicación hay que buscarla (una vez más) en la propia psicología humana. Cuando se prolonga durante suficiente tiempo una situación de crisis comienzan a surgir emprendedores que intentan lo que no se había intentado antes. Los inventos se van produciendo (y así lo muestran los registros de patentes) de forma constante a lo largo del tiempo, pero los inventos esperan en el cajón, porque cuando las empresas y los sectores productivos van bien con la venta de determinados productos no tienen incentivo alguno a proponer nuevas ideas. Cuando la crisis se prolonga en el tiempo, es cuando las empresas se ven obligadas a buscar alternativas, a rebuscar entre las patentes las nuevas ideas con las que intentar salir de la situación de crisis.
¿Y por qué se agota la fase expansiva? Por pura limitación física. Los nuevos productos se difunden hasta que alcanzan su máxima expansión. Al principio, solo el ejército y determinados centros de investigación americanos utilizaban Internet, de allí pasó a las grandes corporaciones, hasta alcanzar finalmente a los consumidores en general y a las empresas de todos los tamaños. Podemos decir entonces que el potencial que tenía Internet como fuente de productividad y como bien de consumo se ha agotado o al menos ha agotado la fase de crecimiento explosivo para pasar a otra fase de crecimiento más lento, orgánico.
Es necesario por tanto encontrar nuevos productos y sectores que cojan el relevo de las tecnologías de la información y la comunicación. Cuando Barack Obama accedió a la presidencia de los EEUU colocó el fomento de las energías renovables en el primer lugar de su agenda política. Afirmaba con razón que el modelo energético basado en los combustibles fósiles estaba llegado a su límite, tanto porque las reservas de petróleo y gas se van a agotar muy deprisa al ritmo actual de consumo, como porque ya se ha agotado la capacidad de la biosfera para asimilar más CO2 del que estos combustibles lanzan a la atmósfera. La apuesta por las energías renovables, por tanto, tenía (y tiene) un sentido económico claro: necesitamos un nuevo modelo energético porque el actual no es sostenible. Pero además, las renovables al difundirse capilarmente por toda la economía (paneles solares en todos los edificios, coches eléctricos) pueden ser también justo lo que necesitamos para entrar en una fase expansiva de la onda larga.
Ciclos medios
El comportamiento cíclico a medio plazo se asocia desde el siglo pasado (Juglar) con la dinámica de inversión de las empresas. Las estadísticas demuestran que las empresas concentran su inversión en determinados momentos y el aumento de las tasas de inversión es lo que lleva a la producción (PIB) a crecer por encima de la media.
Tienen una duración que puede ir desde los tres hasta los quince años, es decir que la “euforia inversora” puede desencadenarse de nuevo con sólo haber transcurrido 3 años desde el anterior pico, aunque también se puede prolongar mucho más tiempo. La explicación de por qué las empresas aumentan su ritmo inversor no está exenta de controversia, pero debemos a Keynes[5] la teoría más comúnmente admitida y con mayor capacidad de influencia intelectual y política.
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