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EL NAZISMO SEGUNDA PARTE DEL MODELO FASCISTA Y SU SIGNIFICACIÓN EN ALEMANIA Y EUROPA


Enviado por   •  14 de Junio de 2016  •  Ensayos  •  3.702 Palabras (15 Páginas)  •  263 Visitas

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El nazismo segunda parte del modelo fascista

y su significación  en Alemania y Europa

A.J.T

Introducción:

        El nacionalsocialismo Alemán puesto en práctica en el siglo XX, por el  (NSDAP),  vulgarmente conocido como Nazismo, es una ideología de tendencia totalitaria que oscurece la historia de Alemania con un matiz de horror, siendo este el principal rasgo distintivo de las nociones usuales que percibe la sociedad, – dudo que alguien al oír Alemania  nazi, no piense en un campo de concentración–. El nazismo postula un nacionalsocialismo exacerbado que derivo en el racismo y en la creencia de una raza superior que como objetivo tiene la misión de prevalecer su condición de superioridad racial e imponerse a las demás razas desfavorecidas.  Los actos cometidos en nombre de la supremacía de la raza y el estado alemán, son los que por añadidura le proporcionan ese matiz a este suceso suscitado en Alemania  durante el siglo XX.

De lo anterior, se pretende esclarecer que el siguiente ensayo no hará uso de esa noción usual de ver al nazismo como una ideología del horror, sino, como una ideología que emerge en favor de lo que Alemania  “necesitaba”, producto de la creciente desintegración de masas, de la poca unicidad social  que por ese entonces estaba ejerciendo el régimen democrático liberal. – A mi juicio– las condiciones sobrellevadas en la carga del ejerció del poder de la democracia liberal, perennemente terminaran en desvirtuaciones del ejercicio del poder tanto para otros ejercicios o aplicado a su propio ejercicio, nada de bueno puede construirse sobre cimientos poco sólidos y fiables.  

Entendiendo que la historia, no se conforma solo de un suceso, si no de una pluralidad de sucesos, de variables y de consecuencias.  En la historia no hay cabida para lo estático, no hay cabida para una misma forma de guiar,  de vivir, de existir, de sentir, de pensar  –en la historia no existe lo  perfecto–, y los sucesos que conforman la historia, no son solo el resultado de algo en particular, si no que el resultado de las diferentes esferas que se estructuran (políticas, económicas, sociales, ideológicas etc.) para tratar de establecer un “orden racional” que rija a la humanidad.

Ahora bien, se estima que es necesario comprender que el trascurso que toma la historia es producto del desarrollo de las directrices de esas esferas, por ejemplo como resultado de  Europa y de los países de su ámbito cultural en el siglo XVIII, con el ascenso de la burguesía y el afianzamiento de esta nueva clase social se “supuso” el fin de la monarquía y el triunfo de una nueva ideología: el liberalismo, base de la industrialización que es el sustento de la revolución industrial, lo que conlleva una notable transformación de las relaciones socioeconómicas. Producto de esas transformaciones en el siglo XIX, la economía mundial alcanzo un grado de interdependencia inconcebible en épocas anteriores. El reparto imperialista  del mundo, en concreto África, conlleva a disputas territoriales y a la apropiación de mercados lo que daría lugar a la Primera Guerra Mundial.

De esta manera  la  historia funciona como un todo dialectico que depende, trasforma y  conforma   a las otras esferas –la política, la economía y la sociedad entre otras–, se espera  aclarar que el siguiente ensayo es una relación a ese funcionamiento que existe y persiste desde el inicio de todos los tiempos, una cosa, un hecho, un fenómeno, una variable etc. que desencadena otra cosa, hecho, suceso etc. El siguiente ensayo de cierta manera es una breve revisión histórica a lo ocurrido durante el siglo XX, que conlleva a alterar las condiciones tradicionales del ejercicio de poder de la democracia liberal y que establece las bases o el sustento para ejercicios de poder alternativos totalitarios como lo son el comunismo ruso, el fascismo italiano y en nacionalsocialismo alemán, que en este caso será el ejercicio alternativo sobre el cual se pretender profundizar.

En algunas naciones europeas, como lo es Alemania, que presentaba nacionalidades fragmentadas en múltiples estados, el  nacionalsocialismo fue un factor dinamizador de la vida política durante el siglo XIX, sus defensores proclamaban el derecho a constituir estados que se identificaran con las nacionalidades, es decir con aquellas colectividades que tenían en común el idioma, la religión y las costumbres. El canciller Bismarck, quien estaba profundamente identificado con la causa nacionalista,  logra la unificación de Alemania, la consolida como potencia y la exhibe como una solida economía, sustentada en las industrias de  carbón, textil, siderúrgica y química, convirtiéndose así en uno de los estados más destacados de la revolución industrial. “En vísperas de la primera guerra mundial, Alemania  se ha convertido en la segunda potencia industrial de Europa”.

 Prusia con un economía dinámica y un gobierno eficaz que presentaba una cierta cercanía al modelo de la democracia liberal,  ya que disponía de un  Imperio sustentado en  un sistema institucional organizado en ciudades libres, donde se obedecía al emperador, al canciller federal, donde el gobierno federal y el pueblo estaban representados en dos cámaras que se repartían el poder legislativo: el Bundesrat y el Reichstag. Se suministraba “un sistema político moderno y de formas políticas arcaicas”.

 La tradición alemana. Desciende de la tradición prusiana, por lo cual ostentaba unos rasgos bastante definidos: dominación de la casta aristocrática militar, ausencia de la democracia, limitación de los poderes de la asamblea, y la posibilidad para que el emperador o el canciller impusieran un presupuesto al Reichstag, a pesar de esta tradición excluyente el “volk” alemán estaba por así decirlo satisfecho, y “las condiciones históricas de la realización de unidad explican el mantenimiento de los rasgos autoritarios del régimen”[1],  “la traición autoritaria multisecular impregna profundamente la cultura política y constituye un terreno abonado especialmente fértil para regímenes autoritarios”[2]. 

Ante los acontecimientos que desde el inicio del siglo XX se iniciaban en Europa, entre algunos de ellos, el ascenso y la culminación del capitalismo, que genero una desmedida lucha de los principales potencias (Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Rusia, Alemania , Austria e Italia) por la dominación imperialista en otros contenientes para su desarrollo tanto expansivo y económico,  proceso que en buena medida  impulso la primera guerra mundial, que  provoco  otra serie de nefastas consecuencias visibles para cada individuo y latentes para la sociedad de los países beligerantes. “La guerra desato una oleada revolucionaria que alteró la estabilidad de las estructuras sociales”[3].  “Solo Estados Unidos salió de la guerra mundialmente intacto y hasta más fuerte. En todo los demás países el conflicto desencadeno en agitación.”[4] 

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