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Educar Para La Libertad

24 de Junio de 2015

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Universidad Alonso de Ojeda

Estado Zulia.

EDUCAR PARA LA LIBERTAD

Realizado por:

Yusmary, Finol

Liliana, López

Maria A., Paz

Danyelí, Parra

Oleida, Prado

15 de abril de 2015

ESQUEMA

Introducción

Tipos de limitaciones a la libertad

El hombre se transforma por la libertad

Dominios o ambitos de la educacion en libertad

La socializacion y el lenguaje

Conclusión

INTRODUCCIÓN

Para educar la libertad es preciso atender a la totalidad de la persona: la inteligencia, la voluntad, la afectividad y el sentido transcendente. En primer lugar, enseñar a pensar o, lo que es lo mismo, enseñar a buscar la verdad; después, ayudar a fortalecer la voluntad, para estar en condiciones de adherirse libremente y de comprometerse con la verdad; enseñar también a superar las dificultades y a poner sentimientos y afectos al servicio de las decisiones libres; por último, el hombre es un ser sociable, abierto a la relación personal con Dios y con los demás, y ha de aprender a dar, a darse y a amar.

Educar supone hacer pensar, no ser pesados ni impositivos, y no formar personas de respuesta aprendida. Una auténtica educación de la libertad ha de pretender que los alumnos se “aficionen” a buscar la verdad, sin olvidar que los hombres podemos ser muy aficionados a buscar la verdad, pero bastante reacios a aceptarla. No se puede decir que la verdad no exista, ni que dé igual una verdad que otra, ni que la verdad se vaya a componer entre las opiniones de todos. Pero sí ha de aceptarse que muchos otros tendrán alguna parte de verdad en ámbitos muy diversos, y también nos iluminan con sus aportaciones y sus hallazgos en esa necesaria y liberadora búsqueda de la verdad.

TIPOS DE LIMITACIONES A LA LIBERTAD

Existen dos tipos de límites, los Límites Naturales y los Límites Sociales.

Los Límites Naturales: son aquellos que nos impone la Naturaleza, las inevitables Leyes Naturales y Físicas. Una persona no puede volar, ni viajar instantáneamente a cualquier parte del mundo. Y no solo hay muchas cosas que no puede hacer, también hay otras cosas que está obligado a hacer si quiere seguir viviendo.

Tiene que respirar, beber y comer. Tiene que resguardarse de las inclemencias del tiempo, defenderse de las fieras. Tiene que buscar alimentos para hoy y, si puede, guardar para mañana. Tiene que formar una familia y tener hijos. Tiene que convivir con otras personas. Por supuesto, es totalmente libre de no hacer nada de eso, por ejemplo, es libre de no comer, en cuyo caso morirá en unos pocos días, por tal motivo hay poca gente que reclame la libertad de no comer. Las personas saben que, para vivir, deben realizar una serie de tareas, y no se plantean que al hacerlo están siendo esclavas de sus circunstancias.

Los Límites Sociales: son aquellos que nos imponemos nosotros mismos para convivir con los demás miembros de la Sociedad en la que vivimos. Una persona puede vivir sola o relacionarse con otras personas. Vivir con otras personas tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Como ventaja, es más fácil sobrevivir y conseguir alimentos. Como desventaja, a veces se producen conflictos o diferencias, y para resolverlos es necesario respetar una serie de reglas de convivencia. Las personas quieren lo que es mejor para ellas, así que puestas en la balanza, las ventajas de convivir deben ser mayores que las de vivir aislado, si no, la mayoría de la gente preferiría vivir aislada.

Sin embargo, vivimos en sociedad, y para evitar los roces y conflictos interpersonales hay que seguir y respetar unas reglas. A lo largo de la historia se han probado muchas reglas, muchas formas en que dos o más personas puedan relacionarse. Algunas funcionaron, otras no.

EL HOMBRE SE TRANSFORMA POR LA LIBERTAD

La libertad, en su nivel más elevado, emerge cuando la persona, sujeto de derechos inviolables, es reconocida como tal. Los derechos del otro se convierten así en deberes del sujeto y recíprocamente, los derechos del sujeto constituyen deberes para el otro. En esta situación la libertad, como simple libre albedrío se convierte en responsabilidad.

Decimos que el hombre se transforma en el ejercicio de la libertad. En la actualidad el hombre tiene sed de autorrealización, se siente más oprimido y alienado por el trabajo, que en épocas anteriores; ya que todas las actividades que realiza tienden al desarrollo socioeconómico más que al logro personal.

Los llamados técnicos en educación utilizan el juego y la comunicación humana para que la persona alcance su autorrealización mediante la comprensión de los otros, la tolerancia y la reflexión constante.

Al plantear el tema de la libertad surge la búsqueda acerca de su significado, desde el básico diccionario a los textos de antropología y educación; en un deseo de presentar como un hilo conductor histórico el planteamiento de la libertad por y para el hombre.

Es en el ámbito educativo, desde la etapa primaria hasta la terciaria; donde el hombre aprende a vivir su libertad, a entender que su libertad termina donde empieza la del otro. Es a partir de la educación donde empezamos a formar a esa persona en minúsculas, por la tierna edad en que ingresa; hasta sacarla a actuar en la sociedad, convertida ya en persona con mayúsculas, por el tiempo transcurrido dentro de las instituciones educativas junto a docentes y pares. Es responsabilidad nuestra como docentes, como institución educativa, responder a la llamada del otro, de la otra persona que exige nuestra atención, respeto y poder vivir en plenitud.

DOMINIOS O AMBITOS DE LA EDUCACION EN LIBERTAD

En el proceso de educar toman parte los profesores, los alumnos, la familia, la institución educativa, la sociedad, etc. Cada una de estas esferas debe posibilitar un clima de respeto y tolerancia, de autonomía e independencia para la educación en libertad.

El educador debe tener respeto a su ideología, a su persona, a su concepción política, a sus iniciativas y al ejercicio profesional.

El educando debe cumplir dos condiciones: respeto al docente y autonomía propia. Debe ser tolerante con las opiniones del profesor, siempre que éste no quebrante conscientemente los derechos del alumno.

La institución escolar debe estar libre de opresiones y manipulaciones, tanto de la política educativa de la nación, como de presiones sociales, de intolerancia del equipo docente, de intransigencias del alumnado o de los padres de familia.

La sociedad en la que está inserta la institución escolar favorece o dificulta también la educación en libertad, ya que no es lo mismo un centro educativo en sociedades totalitarias que en sociedades democráticas. La sociedad proyecta en la escuela su cosmovisión y según sea más o menos respetuosa con la dignidad de la persona humana, resultará fácil o incómodo educar en libertad.

La educación es correcta, si es una educación de la libertad de o de la libertad para. Con la expresión "libertad de" se habla de la liberación de prejuicios, estereotipos, esquemas mentales de los adultos, que es preciso operar, como terapia, en la mente del educando y del educador. Un docente no liberado es incapaz de educar en libertad a sus alumnos. Sólo el profesor "libre de" puede producir un tipo de educación semejante a la que él ha recibido o se ha autoimpuesto.

Al estar "libres de" el educando y el educador están preparados para autorrealizarse como libres para juzgar a los demás entregarse sin prejuicios, dominar la naturaleza, ejercer el mando y otras funciones necesarias en la vida personal y social de los individuos.

El compromiso del maestro es doble: asistir y ayudar al alumno a que corra su riesgo y arriesgarse él mismo ante sí y ante el alumno. Este compromiso ha de ser liberador y no manipulador; el docente ha de buscar la independencia de juicio y acción, porque cuanto menos necesite el alumno su apoyo, a medida que progresa cronológica y escolarmente, tanto mayor ha sido el provecho obtenido en el proceso educativo.

Si el educador no respeta la libertad del educando y si no se compromete en correr el mismo riesgo suyo, al elegir, suele responder con rebeldía y contestación, sobre todo en la pubertad y en la adolescencia.

Es bastante visto, en los últimos años, la agresividad con que responde el alumno universitario ante la falta de compromiso del equipo docente o de alguno de los profesores.

De aquí que educar en libertad sea educar en responsabilidad y en compromiso; es arrancar de la tierra el ingente número de los amorfos e indecisos, de los arribistas y de los aprovechados, cuando otros se han quemado por el progreso.

Según Dürr se tienen tres clases de compromisos en la educación: compromiso del

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