Ejercito Español.

“EL EJERCITO ESPAÑOL.”

1. INTRODUCCIÓN.

La llegada de los españoles a América fue un hecho transcendental en la historia de la humanidad, ya que enfrentaba a dos culturas completamente distintas y marcaria el rumbo de ambas, principalmente las originarias del llamado nuevo continente, ya que se transformarían hasta crear las nuevas razas que son ahora.

Desde el principio de la conquista se puso de manifiesto que las tácticas, armas y formas de hacer la guerra de los españoles eran superiores a los nativos americanos, ya que eran resultado de siglos de combates entre todas las potencias europeas, y producto de la evolución de los armamentos, la cual ya contemplaba el uso de la pólvora, mientras que los indígenas se habían quedado en una época equivalente a la edad de bronce y sus tácticas eran solamente adecuadas a los combates que llevaban a cabo entre sus diferentes pueblos.  

Esto resulto en la completa victoria militar de los conquistadores y el comienzo de un periodo de dominación que duro aproximadamente 300 años. Durante este tiempo no se puede decir que existía un ejército como tal en lo que fue llamada La Nueva España, ya que no diferencian la necesidad de contar con uno como tal, pero debido a diferentes cuestiones debieron enviar tropas desde la península así como reclutar elementos locales para poder defender sus intereses.

El presente ensayo está orientado a explicar la forma en que estaban conformados los ejércitos realistas o también llamados Virreinales en la Nueva España, algunos personajes importantes en la creación de estos así como unidades de renombre que actuaban en esa época, se explicara las dos tipos de unidades que operaban de a acuerdo al origen de sus efectivos así como también una mención del empleo de las Armas de Artillería, Infantería y Caballería, para poder darnos una idea más concreta de como se desarrollaban los combates en esa época y el inicio de lo sería el Ejército Mexicano.  

1. DESARROLLO.

En el aspecto militar propiamente hablando, existen tres fases bien definidas que representan la evolución del arte de la guerra durante la dominación española, las cuales se pueden definir de la siguiente forma:

Un periodo de expansión colonial y descubrimientos, que se iniciaron desde el momento mismo de la caída de Tenochtitlan, prolongándose durante toda la dominación española y extendiéndose inclusive fuera de este continente, pero como empresas puras y exclusivas de la Nueva España. Al través del tiempo se modificó capitalmente la orgánica de estas expediciones. En un principio constituyeron verdaderas operaciones militares; pero fueron perdiendo tal carácter, para convertirse en simples misiones de catequización a cargo de religiosos o de establecimientos de colonos. ^[1]

En síntesis, este periodo que podríamos llamar de prolongación y consolidación de la conquista, tiene dos etapas: la primera, de operaciones militares, o sea de la lucha armada, y la segunda, periodo de consolidación al cargo de los religiosos.

EJERCITO VIRREINAL.

Durante cerca de 200 años en la Nueva España no existió un ejército verdaderamente constituido debido principalmente a la paz reinante. Sin embargo, al sobrevenir en 1762 la guerra entre España y Gran Bretaña, el entonces Virrey Teniente General Joaquín de Monserrat, Marqués de Cruillas, militar de carrera y con gran visión, comenzó a organizar la defensa del territorio teniendo una gran oposición por parte de la población, en principio por que el pueblo en general, tenía animadversión hacia la carrera de las armas y después por el número de intereses creados existentes entre las clases altas, a las cuales se les habían otorgado grados militares para que tuvieran fueros y claro está, sin tener lógicamente ningún conocimiento castrense.

El territorio estaba vigilado por unidades que pagaban los propios encomenderos en sus propiedades, así como, las famosas Compañías Presídiales; cabe hacer notar que más tarde al desaparecer las encomiendas, se creó el servicio militar obligatorio.^[2]

Las únicas unidades de tipo profesional existentes en esa época, eran las escoltas de Alabarderos del Virrey, las que estaban compuestas por dos compañías, una de infantería y la otra de Caballería.

Esta fuerza era mandada por un Capitán designado por el Virrey. Tenía esta guardia la custodia del Palacio de los Virreyes en México. Es el antecedente lejano del Cuerpo de Guardias Presidenciales actual. Esta fuerza armada duró, hasta que Carlos III estableció los regimientos de veteranos.

Por otra parte grupos de comerciantes de las ciudades de México y Puebla, organizaron algunas unidades, pero su función fue más bien de policía y de seguridad a los comercios. Al organizar el Marqués de Cruillas el ejército, convocó a todos los empleados y alcaldes que habían sido militares en España, para formar los cuadros de oficiales y clases. Formó el regimiento de “Dragones de México”.

El total de las tropas que existían en la Nueva España antes de formarse el ejército virreinal era de 2715 hombres, los cuales fueron reforzados al crearse en Veracruz dos compañías de Granaderos; el Escuadrón de Comercio en México.

Los Batallones León, España y Príncipe en Puebla, Oaxaca y Valladolid, hoy Morelia; los Escuadrones del Rey, de la Reina, de Borbon y de Farnesio; varias compañías de milicianos en las costas de Barlovento y Sotavento; destacamentos estacionados en los pasos estratégicos de la Sierra Madre Oriental entre Veracruz y México.

Al concertarse la paz entre Inglaterra y España, el Virrey informó a Carlos III sobre la organización del ejército en la Nueva España y pidió autorización para continuar la tarea.

El 1 de noviembre de 1781, llegó a la Nueva España el Teniente General Juan Villalba con el Regimiento de Infantería “Real América” y personal militar para formar los cuadros.

Villalba, organizo varios regimientos provinciales y recluto al personal por el atentatorio sistema de “Leva”^[3]. Su actuación se extendió por todo el virreinato por medio de sus mariscales Cristóbal de Zayas, que fue designado para organizar las milicias en Querétaro, San Miguel el Grande, Valladolid y San Luis Potosí, Juan Fernando Palacio con la misma misión en Puebla, Antonio Ricardo en Veracruz y el Marqués de Rubí en la capital.

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