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Libro Español

royrudas20 de Agosto de 2011

11.586 Palabras (47 Páginas)650 Visitas

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EL CELOSO EXTREMEÑO

TEMA DE LA OBRA

La novela narra una historia en la que se produce un matrimonio con una enorme diferencia de edad entre los cónyuges. Como de costumbre Cervantes satiriza las costumbres de su época haciendo uso de sus principales personajes. Satiriza al matrimonio desigual y a los lujuriosos que solamente quieren hacer algo malo porque es malo hacerlo, y se proponen metas absurdas.

ARGUMENTO

Filipo de Carrizales, un hidalgo extremeño que había despilfarrado toda su fortuna y a los cuarenta años se veía pobre, fue a América a reiniciar su vida. En veinte años hizo una gran fortuna y volvió a España para esperar a que acabe su vida. A pesar de haberse propuesto no casarse porque era muy celoso acaba casándose con una niña de catorce años, mientras que él disponía de sesenta y ocho. Por su obsesión de celos construye una mansión donde encierra a su mujer, Leonora, junto con sus criadas y esclavas, junto con un esclavo eunuco al que no le está permitido entrar en la parte de la casa donde se encuentra la niña.

Un año más tarde un joven vividor llamado Loaysa que se había enterado de que en la casa había una mujer muy bella y de los celos del viejo decide conquistar la casa y a su dueña. Para ello lo primero que hace es ganarse la confianza del esclavo haciéndose pasar por un guitarrista y haciéndole creer que le enseña a tocar la guitarra. Una vez que el esclavo le deja quedarse con él las mujeres de la casa son fácilmente embaucadas. Loaysa proporciona a Leonora una droga para que su marido quede completamente dormido mientras hacen una fiesta donde Loaysa toca la guitarra. La dueña se presta a hacer como intermediaria entre Loaysa y Leonora con el fin de poder gozar ella más tarde de los placeres de Loaysa. Pero Leonora se resiste al acoso de Loaysa, y quedan dormidos sin que ocurra nada más. Carrizales se despierta y ve a su mujer en los brazos de otro hombre, y está dispuesto a pagar el supuesto adulterio con la sangre de los amantes y de toda la servidumbre. Pero con el disgusto cae enfermo y en su lecho de muerte pide a Leonora que se case con Loaysa. Al morir Leonora se mete monja y Loaysa emigra a las Indias.

PERSONAJES

PRINCIPALES

Carrizales es un viejo que está dominado por los celos. Se casa con una niña y sus celos llegan a encerrarla para que no pueda cometer adulterio.

Loaysa es un joven vividor y holgazán que se propone acostarse con la mujer de Carrizales por el mero hecho de ser una chica muy bella y porque es difícil acceder hasta ella. Para él acostarse con Leonora es un reto.

SECUNDARIOS

Leonora es una muchacha humilde de catorce años, que sin saber bien lo que hace se casa con un viejo de sesenta y ocho. Aun así ella es obediente a su marido y no llega a traicionarle en ningún momento de la novela.

Marialonso es la dueña de la casa. Es una mujer entrada en años que hace el papel de alcahueta con cierta maldad. Su propósito es gozar del joven y no le importa si para ello Leonora tiene que cometer adulterio.

Luis es un esclavo negro y eunuco que está encargado de la entrada de la casa. Es muy incrédulo y Loaysa logra engañarle fácilmente.

AMBIENTALES

Los padres de Leonora son gente llana que ven la oportunidad de casar a su hija con un rico, aunque sea cinco veces más mayor que ella. Ven que su hija está encerrada en su casa, pero no se quejan por los regalos que les hace su yerno.

Las esclavas y criadas también son muy ingenuas, y son fácilmente engañadas por Loaysa, con la ayuda de Mirialonso.

Los amigos de Loaysa son meros vividores de la misma calaña que él. Ayudan en lo que pueden a Loaysa.

ESTRUCTURA

Planteamiento: Resumen breve de la vida de Carrizales. Se casa carrizales con Leonora.

Nudo: Entra en la novela Loaysa y después de presentársenos decide realizar su misión. Engaña a Luis y a los sirvientes, duerme con Leonora.

Desenlace: Carrizales ve a su mujer en los brazos de Loaysa. Cae enfermo y en su lecho de muerte perdona a su mujer. Leonora se mete en un convento y Loaysa se va América.

ESPACIO

EXTERNO

Sevilla

INTERNO

Prácticamente toda la novela transcurre en casa de Carrizales.

TIEMPO

EXTERNO

Últimos años del siglo XVI y primeros años del siglo XVII

INTERNO

Alrededor de un año.

No ha muchos años que de un lugar de Estremadura salió un hidalgo, nacido de padres nobles, el cual, como un otro Pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes anduvo gastando así los años como la hacienda; y, al fin de muchas peregrinaciones, muertos ya sus padres y gastado su patrimonio, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla, donde halló ocasión muy bastante para acabar de consumir lo poco que le quedaba. Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconduto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.

En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto; y, embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.

Iba nuestro pasajero pensativo, revolviendo en su memoria los muchos y diversos peligros que en los años de su peregrinación había pasado, y el mal gobierno que en todo el discurso de su vida había tenido; y sacaba de la cuenta que a sí mismo se iba tomando una firme resolución de mudar manera de vida, y de tener otro estilo en guardar la hacienda que Dios fuese servido de darle, y de proceder con más recato que hasta allí con las mujeres.

La flota estaba como en calma cuando pasaba consigo esta tormenta Felipo de Carrizales, que éste es el nombre del que ha dado materia a nuestra novela. Tornó a soplar el viento, impeliendo con tanta fuerza los navíos, que no dejó a nadie en sus asientos; y así, le fue forzoso a Carrizales dejar sus imaginaciones, y dejarse llevar de solos los cuidados que el viaje le ofrecía; el cual viaje fue tan próspero que, sin recebir algún revés ni contraste, llegaron al puerto de Cartagena. Y, por concluir con todo lo que no hace a nuestro propósito, digo que la edad que tenía Filipo cuando pasó a las Indias sería de cuarenta y ocho años; y en veinte que en ellas estuvo, ayudado de su industria y diligencia, alcanzó a tener más de ciento y cincuenta mil pesos ensayados.

Viéndose, pues, rico y próspero, tocado del natural deseo que todos tienen de volver a su patria, pospuestos grandes intereses que se le ofrecían, dejando el Pirú, donde había granjeado tanta hacienda, trayéndola toda en barras de oro y plata, y registrada, por quitar inconvenientes, se volvió a España. Desembarcó en Sanlúcar; llegó a Sevilla, tan lleno de años como de riquezas; sacó sus partidas sin zozobras; buscó sus amigos: hallólos todos muertos; quiso partirse a su tierra, aunque ya había tenido nuevas que ningún pariente le había dejado la muerte. Y si cuando iba a Indias, pobre y menesteroso, le iban combatiendo muchos pensamientos, sin dejarle sosegar un punto en mitad de las ondas del mar, no menos ahora en el sosiego de la tierra le combatían, aunque por diferente causa: que si entonces no dormía por pobre, ahora no podía sosegar de rico; que tan pesada carga es la riqueza al que no está usado a tenerla ni sabe usar della, como lo es la pobreza al que continuo la tiene. Cuidados acarrea el oro y cuidados la falta dél; pero los unos se remedian con alcanzar alguna mediana cantidad, y los otros se aumentan mientras más parte se alcanzan.

Contemplaba Carrizales en sus barras, no por miserable, porque en algunos años que fue soldado aprendió a ser liberal, sino en lo que había de hacer dellas, a causa que tenerlas en ser era cosa infrutuosa, y tenerlas en casa, cebo para los codiciosos y despertador para los ladrones.

Habíase muerto en él la gana de volver al inquieto trato de las mercancías, y parecíale que, conforme a los años que tenía, le sobraban dineros para pasar la vida, y quisiera pasarla en su tierra y dar en ella su hacienda a tributo, pasando en ella los años de su vejez en quietud y sosiego, dando a Dios lo que podía, pues había dado al mundo más de lo que debía. Por otra parte, consideraba que la estrecheza de su patria era mucha y la gente muy pobre, y que el irse a vivir a ella era ponerse por blanco de todas las importunidades que los pobres suelen dar al rico que tienen por vecino, y más cuando no hay otro en el lugar a quien acudir con sus miserias. Quisiera tener a quien dejar sus bienes después de sus días, y con este deseo tomaba el pulso a su fortaleza, y parecíale que aún podía llevar la carga del matrimonio; y, en viniéndole este pensamiento, le sobresaltaba un tan gran miedo, que así se le desbarataba y deshacía como hace a la niebla el viento; porque de su natural condición era el más celoso hombre del mundo, aun sin estar casado, pues con sólo la imaginación de serlo le comenzaban a ofender los celos, a fatigar las sospechas y a sobresaltar las imaginaciones; y esto con tanta eficacia y vehemencia,

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