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El Español En Tiempos De Lope De Vega. Notas Para Una Historia Social De La Relación Entre Español Y Portugués


Enviado por   •  11 de Julio de 2011  •  4.228 Palabras (17 Páginas)  •  1.357 Visitas

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El español en tiempos de Lope de Vega.

Notas para una historia social de la relación entre español y portugués

Xoán Carlos Lagares

1. Mi intervención, que no trata exactamente sobre la lengua de Lope de Vega, sino sobre el español en el momento histórico que le tocó vivir a este autor teatral, es en realidad uno de los primeros acercamientos a un tema de investigación que estoy empezando a desarrollar (o al que llevo algún tiempo dedicándome, pero que solo ahora configura de hecho un proyecto de investigación autónomo) sobre la historia social de la relación entre español y portugués. En efecto, uno de los momentos más importantes de esa relación es el que coincide con el período vital de Lope de Vega, que desarrolló prácticamente toda su obra durante el período de la Unificación Ibérica, bajo el reinado de los Felipes (Felipe II, III y IV).

Pido disculpas por la tangencialidad de mi intervención con respecto al tema que nos reúne aquí, esperando que pueda contribuir en algo al coloquio, y le agradezco a Lygia la amable invitación para participar en este encuentro.

2. El español y el portugués son ya en los siglos XVI y XVII dos lenguas gramatizadas (Auroux 1992). Con ese concepto se hace referencia al hecho de que han desarrollado una tecnología gramatical que desencadena, en realidad, un proceso histórico de unificación y estandarización. La reflexión metalingüística surge siempre en el seno de culturas escritas, pues la escritura permite crear una distancia con respecto a la lengua, que aparece así “a la vista”, se hace real y palpable al ser representada gráficamente en el papel, lo cual facilita su objetivación. Los instrumentos gramaticales creados en esta época cumplen la función de presentar un modelo de lengua que pueda ofrecerse a los otros hablantes y que será identificado, sin más, como la Lengua. Se propone la identificación de todos los hablantes con ese modelo, de modo que, al final, aquellos que tienen algún contacto con la propuesta acaban orientando sus propias prácticas en ese sentido. Lo que no es sino un modelo se presenta a los hablantes como algo real y presente, y a pesar de ser virtual tiene consecuencias concretas en las prácticas sociales. Revestido de legitimidad como la Lengua, se impone de hecho a todos los hablantes que aspiran a acumular capital simbólico lingüístico (Bourdieu).

Según Sylvain Auroux, el saber metalingüístico y la tecnología gramatical provocan cortes sobre el “continuum dialectal” y contribuyen a reducir, poco a poco, la variación lingüística:

Em um espaço lingüístico vazio, ou praticamente vazio, de intervenções tecnológicas, a liberdade de variação é evidentemente muito grande e as descontinuidades dialetais, que afetam essencialmente traços que não se recobrem, são pouco claras. A gramatização, geralmente se apoiando sobre uma discussão do que seja o “bom uso”, vai reduzir esta variação. Basta considerar, para cada uma das línguas européias, a série dos gramáticos, do século XVI ao fim do XVII, para ver como se reduzem as diferentes variantes de uma mesma forma até desaparecerem. A gramática não é uma simples descrição da linguagem natural, é preciso concebê-la também como um instrumento lingüístico: do mesmo modo que um martelo prolonga o gesto da mão, transformando-o, uma gramática prolonga a fala natural e dá acesso a um corpo de regras e de formas que não figuram junto na competência de um mesmo locutor (Auroux 1992, p. 69).

Esa conciencia de la función social de los instrumentos lingüísticos está presente en el discurso de los primeros gramáticos, tanto de la lengua castellana como de la lengua portuguesa, que tienen pleno conocimiento del valor político de sus emprendimientos. La gramatización, por lo tanto, responde a intereses que surgen en aquel momento histórico, de manera que la falta de esos instrumentos en la época medieval no debe relacionarse con la ausencia de medios para conseguirlo, sino con la falta de interés en hacerlo. Las nuevas gramáticas de las lenguas romances vienen a ocupar un espacio que antes era exclusivamente del latín, sin que hasta el momento hubiese surgido la necesidad de cambiar ese orden de cosas. Auroux (1992, p. 46-47) relaciona una serie de intereses prácticos para la gramatización de las lenguas europeas en ese momento histórico, situándolos en relación con la necesidad de aprendizaje de una lengua extranjera:

a) el acceso a una lengua de administración;

b) el acceso a un corpus de textos sagrados;

c) el acceso a una lengua de cultura;

d) las relaciones comerciales y políticas;

e) los viajes (expediciones militares, exploraciones);

f) la implantación-exportación de una doctrina religiosa;

g) la colonización;

Además de responder a causas que tienen que ver con la política de la lengua, como h) organizar y regular una lengua literaria, y i) desarrollar una política de expansión lingüística de uso interno y externo.

Es necesario aclarar, por otra parte, que solo en este momento se ve la necesidad de regular y codificar la lengua para su aprendizaje por extranjeros, pues en épocas anteriores las lenguas vivas se aprendían exclusivamente a través de la práctica de la inmersión.

3. Si observamos lo que el propio Nebrija declara en el famoso prólogo a su Gramática de la lengua castellana (1492), podemos comprobar la plena conciencia que el autor sevillano tiene sobre el valor político y la utilidad de su obra en aquel preciso momento histórico. La afirmación que abre ese prólogo, “que siempre la lengua fue compañera del imperio” ha sido objeto de multitud de interpretaciones, siendo frecuentemente citada como una declaración que vendría a ratificar lo que hoy sabemos sobre el imperialismo lingüístico de las grandes potencias nacionales. Algunos, como el Marqués de Tamarón (1995) en su ensayo sobre el peso internacional del español, sin cuestionar realmente esa interpretación frecuente del enunciado de Nebrija, se esfuerzan por negar toda política imperialista relacionada históricamente con la lengua española. Con esa denegación, el Marqués y otros intentan ocultar o simplemente desconsiderar, desde la óptica del liberalismo nacionalista español, los procesos de imposición lingüística que ocasionaron la expansión territorial de la lengua, intentando naturalizar así su hegemonía en los territorios en los que hoy

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