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El Estado Novo

stbnn24 de Noviembre de 2013

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EL ESTADO NOVO

El periodo de entreguerras, profundamente marcado por los efectos de la crisis de 1929, significó para América Latina la oportunidad de transitar desde un patrón de reproducción primario-exportador hacia un patrón de industrialización fuertemente volcado hacia el mercado interno. Este hecho se tradujo, en algunos países como Brasil, Argentina y México, en la aparición de gobiernos de corte nacionalista que llevaron a la práctica una serie de medidas dirigidas a proteger los intereses de los conglomerados nacionales frente al capital monopólico extranjero, al tiempo que emprendieron una estrategia corporativista que supeditara la participación política de las nuevas masas trabajadoras al control del Estado.

Es en este contexto que nos proponemos estudiar la formulación del “pacto” político que apareció en Brasil en 1937 bajo la dictadura de Getulio Vargas y que se dio a conocer con el nombre de Estado Novo, mismo que tuvo vigencia hasta la dimisión de Vargas en 1945. Aunque se sabe que dicho compromiso no fue del todo abandonado hasta el golpe militar de 1964, en este trabajo nos centraremos en las razones de su surgimiento y su significación política, económica y social hasta 1945.

La hipótesis que se busca corroborar en este trabajo es que el Estado Novo fue el resultado de una coyuntura económico-política que impuso una suerte de alianza de clases para, por la vía autoritaria, poder responder a las dificultades que los acontecimientos mundiales impusieron a la acumulación de capital en Brasil. En otras palabras, que la consolidación de un gobierno de corte nacionalista entre 1930 y 1945, tuvo en su base la necesidad de hacer frente a la repentina desaparición del mercado externo como espacio de realización de la producción nacional y como fuente para la importación de manufacturas y productos industriales.

Para demostrar esta hipótesis se hara un breve balance de la situación económica de Brasil durante las primeras décadas del siglo XX y, posteriormente, nos ocuparemos de la forma en que la agitación social que marcó este periodo dio pie a la salida de corte autoritario encarnada por el Estado Novo. Por último, se hara un balance del programa político, social y económico del Estado Novo para constatar su carácter nacionalista y corporativista.

La economía brasileña en el periodo de entreguerras

Desde el estallido de la Primera Guerra Mundial y a lo largo de la segunda década del siglo XX, Brasil se vio obligado a realizar un gran esfuerzo de industrialización para sustituir las importaciones que antaño eran adquiridas en las economías centrales. La crisis mundial de 1929 y sus repercusiones sobre el mercado internacional van a mantener en un bajo nivel la capacidad de importación del país y acelerar así su proceso de industrialización.

Por otra parte, y aunque la conmoción del mercado mundial tuvo importantes consecuencias para la economía brasileña en tanto redujo drásticamente su flujo de importaciones, los efectos de la crisis sobre la producción agrícola nacional no fueron de menor envergadura. Durante los años de depresión, la caída incesante del precio internacional del café, principal producto de exportación brasileño, impuso nuevas limitantes a la producción dirigida al mercado externo. Entre septiembre de 1929 y septiembre de 1931, el precio del café cayó de 22.5 a 8 centavos de dólar. Esta drástica caída en los precios internacionales del café derivó en el desplazamiento del centro dinámico de la economía brasileña desde la producción cafetalera hacia la producción industrial dirigida al mercado interno.

Como consecuencia de la baja en las exportaciones agrícolas, el país dejó de percibir ingresos suficientes para satisfacer la demanda de manufacturas mediante su compra en el mercado internacional, y este hecho permitió que la base industrial instalada a partir de 1910 cobrara relativa importancia a la luz del objetivo de lograr satisfacer esa demanda. De acuerdo con Octavio Ianni, “cuando los recursos producidos en el sector caficultor no son suficientes para atender la búsqueda de manufacturas tradicionalmente importadas, las unidades artesanales y fabriles instaladas se dinamizan para atender, al menos parcialmente, aquella búsqueda. En consecuencia, se emplean mejor las empresas existentes y se comienzan a crear otras nuevas.” El Estado comienza entonces a aplicar una serie de medidas destinadas a propiciar la diversificación y expansión del sector industrial.

Sin detenernos aquí en las medidas aplicadas para combatir la caída de los precios del café, las cuales incluyeron la intervención del gobierno para comprar los excedentes, la financiación a través de empréstitos extranjeros, la creación de nuevos impuestos a la exportación y la ralentización en la expansión de las plantaciones, lo que nos importa destacar es que al conjugarse la contracción de los ingresos monetario y real con el incremento en los precios relativos de las importaciones, se dieron las condiciones necesarias para la transformación del capital agrario en capital industrial.

Al mantenerse la demanda interna con mayor firmeza que la externa, el sector que producía para el mercado interno pasa a ofrecer mejores oportunidades de inversión que el sector exportador. Créase, en consecuencia, una situación prácticamente nueva en la economía brasileña, que era la preponderancia del sector ligado al mercado interno en el proceso de formación de capital.

De esta manera, las actividades ligadas al mercado interno comenzaron a recibir un mayor impulso con la inyección de capitales que se formaban en el sector exportador y que eran retirados del mismo para ser invertidos en el fortalecimiento de la industria nacional. Además, gracias a la posibilidad de conseguir en el exterior equipos de segunda mano a precios muy bajos, fue posible que llegara a instalarse en el país una incipiente industria de bienes de capital. Reflejo de este movimiento es el 50% que creció la producción industrial entre 1929 y 1937.

Es en esta época cuando Brasil transita hacia una sociedad urbano-industrial sobre la base de un patrón nacionalista, cuyas características se analizaran más adelante.

La alianza de clases y la configuración del poder

Los cambios en la estructura económica modificaron, a su vez, las estructuras sociales correspondientes al viejo modelo agroexportador. La consolidación de la industria nacional supuso el surgimiento de un proletariado urbano con nuevas aspiraciones y en busca de nuevas reivindicaciones sociales. De igual manera, la vieja oligarquía terrateniente, hasta entonces hegemónica junto al capital monopólico extranjero, vio disminuir su poder en aras de una floreciente burguesía industrial que se consolidaba bajo los cuidados y atenciones del Estado. Se asiste en este momento al surgimiento de una nueva clase media, es decir, de una burguesía industrial directamente vinculada al mercado interno, y de un nuevo proletariado, que pasan a tensionar y presionar a los antiguos grupos dominantes, para obtener un lugar propio en la sociedad política.

Los acontecimientos políticos de la historia brasileña entre 1930 y 1937, están relacionados justamente con la necesidad de acotar el poder político y económico de los sectores agroexportadores y comerciantes, para traspasarlo a los nuevos sectores urbanos emergentes, tales como la burocracia civil y militar, el empresariado industrial y el proletariado urbano. De aquí que, con la Revolución de 1930, se impusiera en el Brasil un Gobierno Provisional con un programa fuertemente centralizador, encabezado por la figura de Getúlio Vargas. Algunas de las medidas centralizadoras de mayor envergadura fueron la disolución del Congreso Nacional en noviembre de 1930 y el establecimiento del Código de los Interventores en agosto de 1931, el cual establecía las normas mediante las cuales los estados y sus representantes quedaban subordinados al poder central.

Este período de reajuste en las estructuras de poder es también un periodo de grandes agitaciones sociales, en particular, asociadas a los intentos de las oligarquías tradicionales por recuperar posiciones frente al poder federal y a las movilizaciones de masas en búsqueda de nuevas reivindicaciones sociales. Ejemplos de esta situación son los levantamientos cívico-militares de 1932 y 1935; el primero, con centro de irradiación en Sao Paulo, buscaba “lanzar un ataque fulminante sobre la capital de la república para poner al gobierno frente a la necesidad de negociar o capitular.” Aunque el levantamiento paulista contaba con un amplio apoyo popular fue derrotado en octubre de ese mismo año. El levantamiento de 1935, abanderado por Luis Carlos Prestes, Carlos Lacerda y la Alianza Nacional Liberadora (ANL), formada por comunistas y “tenientes” de izquierda, supuso el intento de golpe militar para derrocar al gobierno de Vargas. Habiendo fracasado completamente, este levantamiento dio la pauta para una escalada autoritaria represiva, justificada por el discurso del anticomunismo.

Bajo estas condiciones, el modelo de modernización conservadora, de carácter marcadamente autoritario, fue cobrando fuerza como el único viable para controlar y organizar las movilizaciones de masas, los intereses de clase y las asociaciones representativas y partidos. El resultado de la tensión entre las oligarquías tradicionales y la nueva burguesía industrial, así como entre el sector agrario exportador (fundamentalmente ligado al café, aunque a partir de1930 también ligado al cultivo de algodón9) y el

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